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Denuncia que militantes islamitas de corte radical aprovechan para legalizar su situación

Procurador ruso apremia a acabar con la corrupción en el ámbito migratorio
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 27 de abril de 2017, p. 25

Moscú

Al comparecer este miércoles ante los miembros del Consejo de la Federación –como se llama aquí la Cámara alta del Parlamento federal o Senado–, el procurador general de Rusia, Yuri Chaika, pidió tomar urgentes medidas para acabar con la corrupción en el ámbito migratorio, resquicio que utilizan para legalizar su situación, entre otros foráneos afincados en territorio ruso, militantes islamitas de corte radical y que constituye una fuente de creciente peligro para la seguridad de este país.

Son insuficientes los esfuerzos que realiza el Estado para contener la inmigración ilegal, por cuanto todavía sigue siendo muy significativa la cantidad de violaciones a la ley en esta materia. Tan sólo el año pasado, pudimos detectar más de 40 mil casos, declaró Chaika.

El procurador general no precisó cuántas solicitudes de naturalización o permisos de trabajo o residencia fueron concedidos sin cumplir los requisitos estipulados por ley, pero dijo que para tener una idea sólo basta con ver el abrumador número de ofertas en Internet acerca de matrimonios ficticios, venta de pasaportes rusos y de permisos de residencia u otros documentos que permiten la estancia legal en Rusia.

Para Chaika, “por más que logremos bloquear esos sitios de Internet, poco podremos hacer si todas las dependencias del Estado no participamos en coordinar labores para impedir que se siga extendiendo el uso ilegal de trabajadores indocumentados o el registro de los inmigrantes con papeles en los llamados departamentos de hule (donde se supone que en un pequeño espacio viven hasta 25 o 30 inquilinos)”.

Y endosó parte de la responsabilidad al Ministerio del Interior y el FSB (Servicio Federal de Seguridad) al decir que las dependencias encargadas no cumplen la función de ejercer control sobre la llegada y estancia de los ciudadanos extranjeros. Eso hace –en consecuencia– que se mantenga muy alto el número de inmigrantes ilegales, subrayó Chaika.

Las quejas del procurador general apuntan a que todo sigue igual, a pesar de que el presidente Vladimir Putin tuvo que suprimir, hace un año, el Servicio Federal de Migración por la rampante y generalizada corrupción que practicaba, expoliando a los trabajadores sin papeles, ya de por si explotados por sus patrones.

El director del FSB, Aleksandr Bortnikov, también se refirió este miércoles al tema de los inmigrantes, cuando hizo uso de la palabra en una conferencia internacional sobre seguridad en Moscú:

Los procesos que se dan en el ámbito de los inmigrantes y de los refugiados muchas veces se originan en que la sociedad nueva para ellos los rechaza y esto genera una respuesta agresiva. Cuando las autoridades no son capaces de controlar la situación y dejan que las cosas transcurran por inercia, ocurren las acciones directas que conocemos, dijo en alusión a los atentados cometidos por atacantes suicidas de corte radical.

La vicepremier a cargo de la política social, Olga Golodiets, en enero pasado, afirmó que hay en Rusia 7 millones de trabajadores extranjeros, la mayoría de baja calificación, lo cual crea problemas adicionales en lo que respecta a su inserción en la sociedad.

Extraoficialmente, los inmigrantes con papeles y sin ellos que trabajan en Rusia duplican la cifra que maneja el gobierno ruso. Al menos, el ministro del Interior, Vladimir Kolokoltsev, reconoció –en noviembre anterior– que cada año ingresan al país, desde los países vecinos, 17 millones de personas; nadie puede decir con exactitud cuántos se regresan y cuántos se quedan.

Y los que no se van y logran naturalizarse, en el contexto del decrecimiento de la población rusa, representan un potencial peligro para la futura composición étnica y religiosa de la nación al grado que hoy Putin, al recibir al ministro del trabajo y protección social, Maksim Topilin, ofreció tomar nuevas medidas, como el pago de subsidios a las madres por el nacimiento de un nuevo hijo, para estimular el incremento de la natalidad en Rusia.

“En el corto plazo –advirtió Putin– va a disminuir el número de mujeres en edad de procrear y, hacia 2025, en opinión de los expertos, ya serán 34 por ciento menos que en la actualidad”.