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Ver día anteriorJueves 4 de mayo de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Londres, Europa y los cálculos electorales
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a primera ministra británica, Theresa May, agregó gasolina al conflicto que su país mantiene con la Unión Europea (UE) al señalar que ésta pretende entrometerse en las elecciones inglesas, acusó a Bruselas de proferir amenazas contra Reino Unido y aseguró que en el seno de la Comisión Europea algunos buscan el fracaso de las negociaciones que mantienen Londres y la Europa comunitaria para suavizar la salida británica de la unión continental (Brexit), decidida en un referendo realizado en junio de 2016.

Cabe recordar que el jueves de la semana pasada la canciller alemana, Angela Merkel, advirtió al gobierno británico que no debía hacerse ilusiones en cuanto a la posibilidad de conservar, tras su salida de la UE, los mismos derechos que los de los países miembros, y mucho menos derechos preferentes. La advertencia aludía particularmente a las pretensiones británicas de conservar un acceso pleno al mercado comunitario y de preservar el estatuto privilegiado de la City de Londres como centro financiero europeo. Para conceder a Gran Bretaña beneficios especiales, Bruselas le exige que respete la libre circulación en su territorio de los ciudadanos de otros países europeos, algo a lo que las autoridades inglesas se niegan.

Lo dicho ayer por May no puede interpretarse sino como una alusión directa a la gobernante alemana. Con ello, las relaciones entre Reino Unido y la UE alcanzan una nueva cota de tensión y la salida británica de la unión continental, que en un principio fue vista como un proceso complicado y burocrático, pero cordial, podría convertirse en una ruptura política de consecuencias obligadamente perniciosas para todo el mundo, particularmente en lo que se refiere al ámbito comercial y financiero.

El motivo de May para tensar la cuerda en las negociaciones parece ser más bien el afán de aprovechar el buen momento de su partido, el Conservador, en las encuestas de opinión, a fin de asegurarse un mandato más holgado y duradero y garantizar su sitio en él. Con ese propósito, es razonable interpretar la hostilidad declarativa de la primera ministra como un empeño por exacerbar los sentimientos nacionalistas y, específicamente, antieuropeos, que se expresaron en el referendo del 23 de junio del año pasado, cuando para sorpresa de muchos la opción por la salida de la Unión Europea se impuso con 52 por ciento de los votos contra 48 de quienes se manifestaron por mantener al país en ella. De tener éxito en su propósito, May podría hacer frente a las negociaciones con el continente desde una posición política más holgada de la que tiene ahora y dejar de ser vista, al interior del Reino Unido, como una mera sucesora emergente de David Cameron, quien dimitió tras conocer el resultado de la consulta referida.

Resulta inquietante que la relación entre Gran Bretaña y la Unión Europea se encuentre modulada por cálculos electorales y ecuaciones de poder, con los riesgos que esto conlleva para el propio Reino Unido, el continente y el mundo.