Ante las desapariciones forzadas y el hallazgo de fosas clandestinas en el país, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) señala que para resolver este problema no basta con buenas voluntades, sino que se requieren respuestas a la altura de la situación.

En el Estudio del Observatorio sobre los Desaparecidos en México, que dio a conocer ayer, la CEM señala que atravesamos una crisis de desconfianza y de temor constantes, porque la violencia ha alcanzado a nuestras familias, y llamó a no ser indiferente ante esta cruda realidad.

Indica que el año pasado en la ciudad de Torreón encontraron en un solo terreno 4 mil fragmentos óseos, y hoy la denominada fosa clandestina más grande del mundo encontrada en Veracruz y la de Jojutla, Morelos, han venido a interpelarnos fuertemente acerca de la delicada situación de violencia por la que está atravesando la sociedad.

Expone que estas noticias nos increpan como católicos y como ciudadanos acerca de los valores que debemos ponderar yla urgente necesidad de un despertar hacia Dios. Recuerda que en 2016 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos presentó un informe ante el Comité contra la Desaparición Forzada de la Organización de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, en el cual reconoció que la desaparición de personas constituye un serio problema de seguridad en México.

Rememora que en su visita a México, el papa Francisco hizo referencia a la ciudad de Nínive, la cual se destruía a consecuencia de la opresión, degradación, violencia e injusticia. El hallazgo de una fosa clandestina, en marzo de 2017 en Veracruz, nos recuerda a esa gran ciudad de Nínive. Muestra tácita de que la violencia en México ha transgredido lo más preciado que tiene la humanidad, que es la vida.

Refiere que las desapariciones son un grave problema que ni la autoridad ni la Iglesia ni la sociedad civil pueden ignorar. Los mexicanos viven en un ambiente de temor que atenta contra la dignidad de las personas, y ese miedo infunde más terror y genera más violencia.

Añade que la incertidumbre que acompaña a los familiares no desaparecerá de sus vidas, sino hasta que den con el paradero de sus desaparecidos. Y aquellos que están viviendo esta experiencia, esperan un pronunciamiento que los acompañe en su indignación.