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Celebran la edición 17 de la vela Guendaliza’sti xcuidi; inculca y mantiene tradiciones

En Juchitán, fiesta de hermandad aleja a los niños de la violencia

La festividad religiosa está dedicada a San Vicente Ferrer y dura tres días; los menores son actores principales

La preparamos durante ocho meses; les inculcamos el amor: coordinadora

Foto
Las niñas visten ropas tradicionales y los niños usan ropa de adultosFoto Diana Manzo
Especial
Periódico La Jornada
Domingo 7 de mayo de 2017, p. 7

Juchitán, Oax.

Con el sonido de cohetes y el de la tambora y la trompeta, que interpretaron un son tradicional, dio inicio por décimo séptimo año consecutivo la vela zapoteca de los niños Guendaliza´sti xcuidi (hermanamiento), ceremonia cultural y tradicional, que únicamente se realiza en Juchitán, como parte de sus fiestas titulares de mayo.

En 2000 se realizó por primera vez por un grupo de jóvenes que ahora son padres de familia; su objetivo es inculcar en los niños la preservación de las tradiciones de los zapotecas, como bailes, música y lengua materna.

En la vela Guendaliza´sti xcuidi los niños juchitecos veneran al santo patrono de su ciudad, San Vicente Ferrer chico. Acuden desde bebés de meses hasta niños de 12 años y visten ropa típica. Las mujeres usan enaguas y huipiles y los hombres guayabera blanca y pantalón negro, además de sombrero.

Las velas son expresiones culturales, fiestas nocturnas. Están a cargo de sociedades o agrupaciones; tienen un compromiso y responsabilidad, porque cada ceremonia dedica su fe a la celebración de imágenes religiosas, oficios y sitios sagrados. La mayor parte están dedicadas a la Santa Cruz y a San Vicente Ferrer.

Nace la vela

Leticia Flores Felipe fue la creadora de esta festividad, única en todo Oaxaca, la cual se realiza exclusivamente para los menores. Flores menciona que en 2000, siendo maestra de catecismo, coincidió con un grupo de jóvenes a quienes impartía clases en la parroquia de San Vicente Ferrer sobre lo necesario de que mediante los niños se preservara la cultura zapoteca.

Junto con los jóvenes y el párroco Arturo Francisco Herrera González organizamos la primera vela. Fue un 30 de abril, en el patio del Centro Escolar Juchitán, que desde entonces ha sido el recinto oficial, dijo.

Expresó que la situación que se vive en Juchitán que ha ubicado a esta ciudad como una de las más violentas del país, también ha hecho pensar que es necesario inculcar los valores y tradiciones, por lo que ahora, más que nunca, señala, seguirán con esta celebración.

En la vela, en lugar de bebidas embriagantes, los niños consumen refrescos de sabor, y los bocadillos son los típicos. Se trata de que los padres y sus hijos convivan con amigos y familiares, además de que practican los bailes tradicionales, escuchan la lengua zapoteca y observan cómo la hermandad debe preservarse.

Llega mayo, y el pueblo juchiteco prepara trajes regionales porque sabe que disfrutará veladas nocturnas. En esta ciudad zapoteca se realizan 20 velas, y cada una tiene un responsable que encabeza la ceremonia, al cual se le conoce como mayordomo. Sus acompañantes pueden ser capitanes, capitanas y reinas.

La vela de los niños, como todas las demás, incluye una regada de frutas y una misa en honor a San Vicente Ferrer.

Las niñas utilizan su traje regional istmeño: una blusa con bordados a mano o cadenilla y un faldón largo, estampado con flores hechas a mano o cadenillas de hilo de seda, que en la parte inferior lleva una tira blanca de olán.

Los niños simulan a un adulto: visten pantalón oscuro y guayabera blanca; algunos llevan un paliacate rojo amarrado al cuello y un sombrero.

Esta vestimenta se utiliza en cada una de las velas que se celebran en Juchitán. También se impulsan el baile y la gastronomía, con el ímpetu de compartir todo lo recibido.

La coordinadora y fundadora de la vela de los niños, Leticia Flores Felipe, narró que esta festividad ha sido bien recibida, porque son los padres de familia quienes cada año se han sumado a la celebración, cooperan llevando a sus hijos e invitan a otros menores para que la tradición se multiplique.

Hemos tenido éxito; creo que el objetivo se está cumpliendo. Nuestros primeros mayordomos actualmente tienen más de 20 años, y ahora ellos nos ayudan a coordinar a los nuevos, y cuando van a las velas de los adultos contagian a otros amigos y todos portan la vestimenta típica, bailan sones regionales y comen botana juchiteca, que son antojitos, detalló.

Los niños de la casa hogar Luis Carlos Herrera González y Jimena Juquila Sánchez Cruz fueron los mayordomos este año. Participaron cerca de mil menores, quienes compartieron bocadillos, música y bailes tradicionales en la explanada del Centro Escolar Juchitán.

La reina fue Rosa Guadalupe González Gómez, y seis niños y niñas más fueron capitanes.

El son de la Paulina, tocado por la banda de música Xhavicende, del maestro José Gómez, fue la primera melodía que bailaron. Los niños, caballerosamente, pidieron a las niñas levantarse para bailar con ellos.

Alimentos compartidos

Los bocadillos son torta compuesta, garnachas y empanadas y molotes; también se bebe agua de jamaica, horchata y limón.

Niños de otros municipios son invitados, como los de El Espinal, Tehuantepec, Salina Cruz y Unión Hidalgo.

Antes de concluir la fiesta se hace el cambio de mayordomía en un acto ceremonial en el que se entregan flores y velas a los niños que serán los responsables de encabezar la celebración el año próximo. Para 2018 la mayordoma será Paulina Dayzu Castillejos Barrios.

Leticia Flores Felipe narró que al día siguiente de la vela se realiza una regada de flores y frutas, en la cual las pequeñas cargan velas pequeñas y jarrones de flores y recorren la ciudad acompañadas de carretas minúsculas, adornadas con hojas verdes de río.

Para concluir la ceremonia, al tercer día los menores asisten a una misa de acción de gracias en la parroquia de San Vicente Ferrer por los tres días que duró la festividad.

Este esfuerzo que hacemos lo preparamos ocho meses antes; es una tarea ardua, pero que nos gusta. Lo hacemos para inculcar el amor en los niños, para que la violencia que ven y escuchan la olviden por un momento; para que en lugar de oír peleas convivan y disfruten en paz, expresó Leticia.

Ella trabaja de secretaria en el hospital general y su único objetivo es que la vela de los niños se mantenga vigente; su misión es que los valores y la hermandad sigan firmes y que los menores vivan rodeados de amor y alegría, lejos de la violencia.