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León de la Barra explica cómo se gestó la obra que lleva México a la Bienal de Venecia

El trabajo de curaduría implica refinar las ideas del artista

La vida en los pliegues, de Carlos Amorales, hurga debajo de la superficie y qué esconden las cosas, define

Crea nuevo abecedario a partir de formas abstractas, que utiliza para escribir partituras sonoras, interpretadas por músicos que les dan vida con ocarinas de cerámica, dice a La Jornada

Foto
Aspecto del módulo Ilustraciones, donde se exhibe Go Tell It On The Mountain, del estadunidense Mark Bradford, ayer, durante una conferencia de prensa para anunciar la edición 57 de la Muestra Internacional de Arte de la Bienal de Venecia. Viva Arte Viva, con curaduría de Christine Macel, es la exposición central del encuentro que se abrirá al público el 13 de mayo y concluirá el 26 de noviembre, con sedes en el Arsenale y el pabellón de los GiardiniFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de mayo de 2017, p. 3

Por su carnaval y el uso de la máscara Venecia es una ciudad muy teatral.

De La vida en los pliegues, propuesta que Carlos Amorales (CDMX, 1970), representante oficial de México, lleva a la 57 Muestra Internacional de Arte de la Bienal de Venecia que se inaugurará este sábado, el artista –expresa el curador Pablo León de la Barra (CDMX, 1972)– va más allá de la superficie para buscar qué existe debajo, encontrar dónde se doblan las cosas y qué esconden.

Desde Venecia, León de la Barra, conocedor de la obra de Amorales desde hace dos décadas, explica en entrevista con La Jornada que el artista ha desarrollado un lenguaje visual propio; es alguien que por su trabajo y talento es reconocido en los ámbitos nacional e internacional.

Para La vida en los pliegues, Amorales ha creado “un nuevo abecedario a partir de formas abstractas que utiliza para escribir partituras sonoras, a su vez interpretadas por un grupo de músicos –el ensamble Liminal–, presentes en Venecia, que dan vida mediante ocarinas hechas en cerámica, que también se desprenden a partir del alfabeto gráfico-abstracto de su creación”.

El clímax de la exposición es un filme desarrollado por Amorales con base en figuras y paisaje construidos a partir de esas mismas formas. En ello cuenta la historia trágica de una familia de inmigrantes que al llegar a una aldea en busca de refugio finalmente son linchados. Al ahondar en el lado oscuro del espíritu humano, la pregunta que hace es ¿por qué rechazamos lo diferente? Los personajes del filme son títeres recortados en cartón y manipulados a mano.

Según León de la Barra es una historia que, más allá de los ecos que sí tiene en la realidad de nuestro país, con los relatos de inmigrantes, tanto nacionales como centro y sudamericanos, al cruzar la frontera con Estados Unidos, y una nueva ola de xenofobia, también tiene una resonancia universal por las migraciones y los refugiados actuales a causa de los conflictos que acontecen en el mundo.

Aparte de que Amorales crea su propio lenguaje, para el curador lo llamativo de su trabajo es que “también lleva el lenguaje de las artes visuales más allá al ponerlo en diálogo con otras disciplinas. Siempre ha pensado en unsa sola grafía, pero también escultórica, luego, visual-pictórica, sin dejar de pensar en la relación arte-literatura, arte-poesía, arte-cinema y arte-performance. Esto de alguna manera crea una especie de obra de arte total en la que estos diferentes elementos y este diálogo con otras disciplinas producen un espacio donde hay resonancias. Al adentrarse el espectador en la obra, lo activa en lo sensorial, emocional e intelectual”.

Pablo León de la Barra fue invitado como curador del proyecto por Carlos Amorales. El trabajo de curaduría en casos como éste, tiene mucho de diálogo: De servir uno como rebote de las ideas del artista, ir refinando. El creador usa al curador para probar ideas. También entender la historia de Carlos y obtener un conocimiento profundo de su trabajo que viene en parte de estudiarlo, a la vez que experimentarlo.

Compromiso de la Secretaría de Cultura federal y del INBA

En el montaje de La vida en los pliegues, instalación de tres piezas que forma una sola, de Amorales requirió de tres semanas de trabajo en la sala de armas de El Arsenal, sede del pabellón de México en la Bienal de Venecia.

Todo se produjo en México, sin embargo, allá fue necesario activar el pabellón, es decir, cómo los músicos dialogan con el espacio.

León de la Barra recuerda que esta es la sexta vez que México tiene un pabellón, lo que equivale a una excelente oportunidad para dar visibilidad a nuestros artistas a escala internacional porque todo mundo que es alguien en el arte pasa por aquí.

Asimismo, destaca la necesidad de poder elegir a nuestros artistas al menos con un año de anticipación. Reconoce que hay disposición de la Secretaría de Cultura federal y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para que esto suceda. Esperamos que cumplan con este compromiso.

El curador también hace votos para que haya una independencia y una continuidad transexenal en la medida que se trata de un proyecto de gran relevancia para el país.