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Celebra su fiesta más entrañable con exhibición de poderío militar

Rusia llama a la lucha conjunta contra el terrorismo al conmemorar el Día de la Victoria
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arte del desfile militar como actividad principal, en Moscú y restantes ciudades de Rusia hubo muchos actos dedicados al Día de la Victoria, entre ellos los ya tradicionales desfiles del regimiento inmortal, donde miles de personas –el presidente Putin en primera línea con un retrato de su padre– caminaron por las calles de los centros urbanos con fotografías de sus familiares caídos en la Segunda Guerra MundialFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de mayo de 2017, p. 27

Moscú.

Con la habitual exhibición de poderío militar, por medio de un magno desfile en la emblemática Plaza Roja de Moscú en el que participaron cerca de 10 mil soldados y se mostraron 114 variedades de armamento terrestre (esta vez, el mal tiempo impidió el uso de aviones y helicópteros artillados), Rusia llamó a la lucha conjunta contra el terrorismo mundial al conmemorar este martes su fiesta más entrañable: el Día de la Victoria sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria, como se denomina aquí la Segunda Guerra Mundial.

Y es la fiesta más entrañable porque prácticamente no hay familia en Rusia –y en general en los países que surgieron de la Unión Soviética, desintegrada en 1991– que no haya perdido un miembro, contribuyendo con su sacrificio a liberar la patria, y Europa toda, del yugo fascista.

Nunca olvidaremos que la libertad de Europa y la paz tan esperada en el planeta se ganaron gracias a nuestros padres, a nuestros abuelos y a nuestros tatarabuelos, señaló el presidente Vladimir Putin en su breve discurso desde la tribuna de la Plaza Roja.

Para el titular del Kremlin, la monstruosa tragedia que causó el nazismo no se pudo evitar en primer lugar porque la desunión de los grandes países hizo posible el auge de la criminal ideología de superioridad racial.

Al mostrar lo mejor de su armamento moderno y arsenal nuclear, Rusia –según su jefe de Estado– quiere que todos sepan que, obligada a reforzar su capacidad de defensa, su ejército es capaz de responder cualquier agresión.

No hubo ni hay fuerza que pueda doblegar a nuestro pueblo, afirmó Putin, y expresó la disposición a consolidar la comunidad internacional y cooperar de igual a igual con todos los que desean combatir de modo eficaz el terrorismo, el extremismo, el neonazismo y otras amenazas.

Quizás en ningún otro país se recuerde como en Rusia –con la emoción y solemnidad con que se hace aquí– la victoria que certificó la capitulación incondicional del ejército hitleriano el 9 de mayo de 1945.

Ya han pasado 72 años, pero nadie está olvidado y nada está olvidado, como escribió la poeta Olga Bergholz en homenaje a los casi 650 mil habitantes de Leningrado que murieron de hambre y frío durante el cerco a su ciudad, frase aplicable a todos los soviéticos que sufrieron los horrores de esa conflagración y los que ofrendaron sus vidas.

Desde la invasión nazi el 22 de junio de 1941, a pesar del pacto secreto de no agresión firmado por los cancilleres de José Stalin y Adolfo Hitler, comenzó a gestarse la proeza del pueblo soviético que, cuatro años más tarde, culminó con la bandera roja ondeando en la cúpula de un Reichstag (Parlamento alemán) en ruinas.

El costo que tuvo que pagar el pueblo soviético para lograr su libertad, de acuerdo con las cifras más recientes de los archivos desclasificados del Estado ruso, ascendió a 27 millones de vidas, entre soldados caídos en los campos de batalla, población civil en los territorios ocupados y también –ya se incluyen en las estadísticas oficiales entre las bajas durante esos años– represaliados por el régimen totalitario estaliniano.

Aparte del impresionante desfile militar como actividad principal, a lo largo de todo este martes –que empezó en Moscú con una nevada, atípica para esta época del año, y concluyó con una auténtica lluvia de fuegos artificiales–, hubo en la capital de Rusia y restantes ciudades del país muchos actos dedicados al Día de la Victoria, entre ellos los ya tradicionales desfiles del regimiento inmortal, donde miles de personas –el presidente Putin en primera línea con un retrato de su padre– caminaron por las calles de los centros urbanos con fotografías de sus familiares caídos.