Venecia.

La Bienal de Arte Venecia abrió ayer sus puertas a la prensa especializada y desde del sábado será accesible al público. A continuación, un panorama de la representación iberoamericana:

España: con ¡Únete! Join Us!, el país invita a reivindicar el nomadismo y la acción colectiva. Se trata de una propuesta de Jordi Colomer, comisariada por Manuel Segade, inspirada en utopías urbanas que han explorado el desplazamiento como modo radical de replantear el imaginario social. La exposición está concebida como una instalación de instalaciones, con esculturas precarias y arquitecturas transitorias que componen un teatro dentro del pabellón al que la audiencia se incorpora.

Argentina: su pabellón es uno de los más fotogénicos gracias a la instalación escultórica de Claudia Fontes, residente en Reino Unido. El problema del caballo consta de tres piezas, entre ellas un equino de cinco metros de altura, realizadas en polvo de mármol, con estructura de acero inoxidable, y un detalle en vidrio. Mediante esta obra, Fontes se interroga sobre los conflictos que derivan en la identidad nacional –un animal que se resiste a ser domado frente a una mujer que intenta calmarlo–, en diálogo con la tradición del arte figurativo argentino.

México: Carlos Amorales representa al país con La vida en los pliegues, propuesta en la que aborda el problema de la migración. Es también el resultado de su investigación con el lenguaje codificado e incluye un cortometraje de 13 minutos realizado con marionetas, en el que narra la historia de una familia de inmigrantes que llega a un pueblo donde los reciben con violencia.

Brasil: este año, el pabellón brasileño está únicamente en manos de la escultora Cinthia Marcelle (Belo Horizonte, 1974). La instalación Chao de caça (Terreno de caza), que ocupa las dos galerías del pabellón, evoca lugares industriales o espacios públicos con sumideros o rejillas metálicas. A la bienal están invitados otros cuatro brasileños (Paulo Bruscky, Ayrson Heráclito, Erika Verzutti y Ernesto Neto).

Venezuela: el país propone esta vez un homenaje al poeta y artista Juan Calzadilla, considerado una de las voces más comprometidas con la revolución bolivariana. El pabellón se transforma en lienzo con la poesía visual de Calzadilla, cuya obra se mueve en la frontera entre las creaciones literaria y plástica, particularmente entre el dibujo y la poesía.

Chile: Werken es un proyecto del artista Bernardo Oyarzún. En lengua mapuche significa mensajero y es una de las autoridades de este pueblo originario que cumple funciones de consejero y vocero de su comunidad. Así, el pabellón chileno alberga mil máscaras mapuche sostenidas por varillas de hierro en el centro de una sala cuyo perímetro lo rodean letreros de led. Por ellos pasarán 6 mil 906 apellidos mapuche, correspondientes a la totalidad de los existentes actualmente.

Uruguay: el país estará representado por un único artista, Mario Sagradini, y la instalación La ley del embudo, con la que alude a la inequidad del sistema legal. Se trata de un corral para ganado bovino, como los que se utilizan en Uruguay desde el siglo XIX, realizado en madera de abeto. Es una reproducción de otra de mayor tamaño exhibida con anterioridad en la exposición Vademecum.