Economía
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AL hace apuesta suicida en su relación con el mundo

Alucinación colectiva en torno al mito de la globalización

El experto advierte que una minoría en el poder puede fregar la vida a 7 mil millones de humanos en el planeta. Señala que se vive una crisis de sobreproducción y alerta que el proceso masivo e insensato de regulación financiera lleva a la sociedad y a los mercados mismos a una situación caótica, a un desmadre estructural.

 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de mayo de 2017, p. 23

América Latina está haciendo una apuesta suicida en la forma de correlacionarse con el resto del mundo. Ha habido una alucinación colectiva en torno al mito de la globalización, dice Pedro Páez Pérez, responsable del organismo antimonopolio de Ecuador y ex representante de su país en la discusión de la nueva arquitectura financiera mundial después de la crisis de 2009. El despertar va a ser muy duro, afirma en entrevista con La Jornada.

Páez Pérez, ministro coordinador de la política económica de Ecuador entre 2007 y 2008, estuvo en México recientemente, invitado por el doctorado de administración de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El principio de la ganancia, plantea, se ha convertido en el eje ordenador de la sociedad mundial que, sin embargo, está haciendo agua por todos lados. Hay una minoría cada vez más minúscula en el poder, una concentración sin precedente en la historia del mundo, con capacidad económica y política de fregar la vida de 7 mil millones de seres humanos. Se trata de una minoría que, además, se da el lujo de ir contra las normas y criterios que ella mismo impuso hace poquísimos años, apunta.

“Ahí está el señor (Donald) Trump yéndose en contra de la Organización Mundial de Comercio y los Tratados de Libre Comercio, cuando ellos mismos nos impusieron al resto de países ese tipo de principios, obligándonos a destruir fuerzas productivas e instituciones; obligando a generar quiebras, a poner en la calle a millones de trabajadores y, en muchos casos, expulsando a poblaciones enteras por la destrucción de procesos productivos que eso significaba. Y ahora resulta ser que les importa un comino: de la noche a la mañana lo cambian.

“Podríamos ver lo mismo con los grandes bancos internacionales. Los llamados too big to fail (demasiado grandes para quebrar), que en realidad son too big to jail (demasiado grandes para ser encarcelados). Están involucrados en una serie de crímenes, de delitos, de fraudes, y no pueden parar esos fraudes y delitos, yéndose en contra de las leyes que nos impusieron hace sólo 10, 15 años, con el proceso masivo e insensato de regulación financiera, que es el que está llevando a la sociedad entera, a los mercados mismos, a una situación caótica, a una situación de verdadero desmadre estructural”.

Los centros más importantes de las decisiones económicas están distorsionando el funcionamiento de los mercados, y ahorita los precios claves de la economía están totalmente manipulados y la valuación de las acciones de las empresas totalmente dislocada del funcionamiento de los fundamentales de la economía. Es decir, ¿cuál es el precio de equilibrio del petróleo, por ejemplo? ¿150 dólares por barril o 32 dólares por barril o 50 dólares por barril? ¿Y todas las inversiones, todo el costo hundido que ya se hizo, todas las inversiones que han hecho los países, las empresas, que no van a ser correspondidos con los precios de mercado que se tienen?

Y este planteamiento, apunta, no es que estemos hablando desde una perspectiva socialista, estamos hablando desde la propia perspectiva capitalista: se están poniendo la soga al cuello, se están destruyendo

–¿Por qué harían eso?

–Es parte de un proceso endógeno y de contradicciones que nos llaman, sobre todo en América Latina, a poner mucho cuidado, porque estamos haciendo apuestas verdaderamente suicidas. Con toda esta parafernalia tecnocrática de libre comercio, con todo y los tabúes que se generan desde una ideología que deslegitima cualquier visión alternativa, desde un colonialismo cultural en el que la propia academia se encarga de descalificar a priori cualquier posibilidad de repensar lo que estamos haciendo, se está involucrando la suerte y la vida de poblaciones enteras, con decisiones de largo plazo, con alto grado de irreversibilidad en torno a una esperanza que desde el principio está frustrada.

Cuestiona: ¿Para qué vamos a seguirle apostando al libre comercio, cuando sabemos que las tendencias proteccionistas de los grandes países imperiales van a desatar una nueva fase mucho más agresiva en esta guerra comercial, de divisas y financiera que está latente desde hace ya más de una década? ¿Para qué vamos a seguir asumiendo toda la versión de las ventajas comparativas o de las ventajas competitivas, de la supuesta vocación que tienen nuestros países en la división internacional del trabajo, si no podemos confiar en los precios relativos, si esos precios en los mercados internacionales ya no responden a los costos de producción y ni siquiera responden a las escaseces estacionales, sino a la manipulación de los bolsillos profundos alimentados por la plata de los gobiernos y de los bancos centrales?

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Pedro Páez Pérez, titular de la Superintendencia de Control del Poder de Mercado, organismo antimonopolio en EcuadorFoto Carlos Ramos Mamahua

En ese marco, propone, América Latina tiene que regresar a verse a sí misma. México, dice, tiene mirar de nuevo al resto del continente y apostar a la construcción de la Patria Grande.

–En América Latina, Brasil, Argentina o México tienen una relación de dependencia económica con Estados Unidos o con Asia. Plantea que hay que repensar todo esto. ¿En la práctica cómo podría hacerse?

–Es que esto es muy pragmático. Es cada vez más evidente que se están provocando desde el poder establecido unos procesos de restructuración productiva enormes, en que, insisto, esas fuerzas entrópicas producto de la crisis estructural de sobreproducción que estamos viviendo van a ser orientadas en el tiempo y en el espacio a aquellos actores más débiles. Ahorita, América Latina está en una posición de negociación muy débil. Políticamente nos podemos convertir en un blanco muy fácil, en una agenda de destrucción de resistencia.

América Latina, mal que bien, a pesar de estas décadas de neoliberalismo, de una u otra manera ha estado resistiendo. Esos pocos focos de resistencia, esos pocos elementos de resistencia, yo creo que van a ser destruidos de manera brutal, precisamente con los nuevos ajustes de mercado. Porque simplemente toda la producción que se está haciendo, en el momento que Estados Unidos quiera poner un arancel, nos vuelve inviables nomás. Es necesario regresar a ver, inclusive desde nuestras flaquezas, los elementos estratégicos de complementariedad en una perspectiva de integración productiva e integración social al interior de América Latina. Ahí, dice, se van a encontrar sinergias hasta ahora inexploradas.

–Son claras las diferencias que tiene América Latina como región. Vista en conjunto “qué está pasando hoy en términos económicos y sociales, respecto de lo que se veía, digamos, hace 15 años?

–Creo que va a ser un despertar muy duro. Es decir, ha habido una alucinación colectiva, ha habido una ilusión colectiva, en torno al mito de la globalización. Nos hemos comido el cuento nosotros mismos, nos hemos engañado a nosotros mismos respecto de estas posibilidades que los cantos de sirena de la globalización y del neoliberalismo nos planteaban. Y vamos a tener un sacudón muy fuerte el rato que las cosas aterricen. Insisto, estamos en una crisis estructural de sobreproducción. Esto en anteriores ocasiones abrió las puertas no solamente a una guerra comercial, a una guerra de divisas, a una guerra financiera. Ahora estamos viviéndolas esas, pero ya con un armamento, digamos figurativamente, mucho más sofisticado, con mucho más efectos sobre las otras economías nacionales involucradas.

Pensamiento propio

Latinoamérica ha estado tratando de construir en la paz y la prosperidad, cierto, desde distintos enfoques. Hemos logrado, mal que bien, durante el último siglo al menos, mantener a raya los grandes conflictos. Ahora parece ser que estamos en la mira para ser escenario de un conflicto geopolítico.

–¿Cómo tendrían que relacionarse las diferentes regiones de América Latina y el conjunto con las otras partes del mundo?

–Solamente a partir de encontrarnos nosotros mismos, solamente a partir de reconocernos, no solamente en nuestras diferencias, sino en nuestra identidad, vamos a tener la fortaleza de poder construir sinergias con el resto del mundo, con otros pueblos. Solamente desde la posibilidad de profundizar procesos de integración que no son solamente comerciales, son productivos y son sociales, solamente sobre la base de reconocernos universales desde la profundización de lo que son nuestras raíces, es que vamos a poder tener la fortaleza y capacidad de establecer puntos de complementariedad.

“Tenemos también que sacudirnos y decir, con pensamiento propio, ‘acá tenemos soluciones concretas’. Y creo que estos vientos frescos que se han dado en el continente en los pasados 10, 15 años, han sido, con todas sus limitaciones y flaquezas, una ventana de esperanza a nivel mundial”.