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Nosotros ya no somos los mismos

Sentimientos encontrados

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Recordando la pasada celebración del 10 de mayo, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de Ciudad de México reconoció que persisten estigmas y prejuicio hacia las mujeres trabajadorasFoto Jesús Villaseca
E

l pasado lunes (8 de mayo) muy, muy por la mañana, el sonido sordo y denso que anuncia la incursión de un recado, de esos llamados WhatsApp, en mi móvil, me golpeó severamente el oído interno, cavidad en la que se alojan los canales de la cóclea y el vestibular, y sitio en el que las células ciliadas cumplen su función y hacen llegar hasta el centro auditivo del cerebro la información que éste puede procesar: la eléctrica. No la energía física (no luminosa, mecánica o química). Estas energías tienen que ser transformadas en impulsos bioeléctricos, para que por medio del proceso de conversión conocido como transducción la energía se traduzca en sonidos.

El impacto me obligó a reptar, desde el endeble ámbito onírico al que me aferraba desesperadamente, hasta los angustiosos límites del estado de vigilia a los que se arriba, con verdadera furia y oposición cuando, como decía el inolvidable Saldaña: apenas amaciza el sol. Encendí el celular y, después de esfuerzos mil, di con el último mensaje. Breve y sin miramientos decía: Ya te leí. No entendí nada. Sentimientos por demás encontrados: furia, odio, agradecimiento, clamor de venganza me invadieron y, sin embargo, se impuso el afecto y sólo contesté: ¡No te incomodes! Jorge, no es tu obligación. Luego reflexioné: Con este párrafo desconecto teléfonos.

Recuerdo que propuse: yo doy los datos de personas físicas o morales (e inmorales de ambas) y luego ustedes deciden si sienten que con ellas, nacidas en el mismo territorio, comparten la misma patria. O, quien lo dijera si son capaces de construir una férrea unidad nacional en defensa de intereses que les son COMUNES.

Anotamos el lunes pasado cuatro ítem que intentaré ahora explicar: a). 227 mil mexicanos poseen en la Bolsa Mexicana de Valores el valor de 45 por ciento del producto interno bruto. Breviario: la Bolsa es el organismo de carácter privado que facilita a los poseedores de capital realizar el negocio de compraventa de valores, títulos, de crédito, acciones, obligaciones, papel comercial. A los productores, industriales, agricultores, empresarios de todo tipo, profesionistas. A todos los emprendedores, así se les llama a quienes tienen ideas, proyectos, inventos, descubrimientos.

Producto interno bruto.- En sencillas palabras es el valor de todos los bienes y servicios producidos por una economía, generalmente en un año.

Producto interno bruto per cápita.- La suma anterior dividida entre el número de habitantes que la produjeron. O sea la producción colectivamente conseguida, prorrateada entre todos los que en ella intervinieron. Sueño por demás guajiro: la producción de la riqueza es, obviamente social, la distribución de la riqueza producida al alimón entre el trabajo y el capital, es por demás asimétrica y desproporcionada. Sopesen, ustedes que seguramente saben la tabla del nueve, este dato. Según la revista Forbes, los 10 más importantes capitales del país, todos en pleno, progresivo y exponencial crecimiento, son: Carlos Slim, 54 mil 500 millones de dólares; Germán Larrea, 13 mil 800 millones; Alberto Bailleres, 10 mil 800 millones; María Asunción Aramburuzavala, 5 mil 800 millones; Eva Gonda, 5 mil 600 millones; Juan Francisco Beckmann, 5 mil 200 millones; Juan A. González, 5 mil millones; Daniel Servitje (y familia), 4 mil 200 millones; Jerónimo Arango, 4 mil 200 millones, y Ricardo Salinas Pliego, 3 mil 600 millones de dólares.

Soy incapaz de calcular, ni imaginar siquiera lo que sería nuestro país con tan sólo dos cambios de esos que pomposamente llaman estructurales. Pero no aplicados solamente a las cuestiones económicas, legales, administrativas. De gobierno, de educación, de formación académica, de creencias religiosas, de trato de gentes y relaciones internacionales. Tan sólo de conciencia, de ética, de apego honorable a las creencias que públicamente se ostentan y, cualquiera que sea la confesión que íntimamente se profese: la vida de todos los ciudadanos regida por normas de aplicación universal. El ejercicio del derecho, uno de cuyos orígenes es la ley (gracias, maestro Virgilio García Domínguez), debe ser derecho para todos. Sin atajos ni preferencias. Sin atrabiliarias interpretaciones. Al margen del amor, el sexo, los vínculos familiares, las complicidades gansteriles (de cualquier color del cuello que se use). Ni siquiera las coincidencias ideológicas o los fines políticos compartidos. Nada justifica la no aplicación de la ley, so pena de comprar boleto de ida, precisamente al imperio de la ley de la selva (tal vez entonces una avanzada legislación). La impunidad es la alcahueta de todas las perversiones sociales, el caldo más espeso y ebullecente para que se cultive, con rapidez inaudita, un país pleno de corruptelas sublimadas. Cero impunidad y máxima publicidad de los delincuentes condenados tras un debido proceso, y también de sus ilícitos y las deficiencias legales y complicidades que hicieron posible sus fechorías. Repito: cero impunidad = a mínima corrupción. Digo mínima, porque siempre habrá pillos y holgazanes capaces de afrontar todos los riesgos, por alcanzar la fortuna, sin trabajo y merced a la vida regalona.

El otro cambio estructural no es una jalada y, sí es, para no ir más allá de nuestra época y territorio, el simple repique de unas voces que nos llegan de lejos (no a todos): véanse los manifiestos de dos curitas que allá en los principios del siglo XIX hablaban heréticamente del imperdonable pecado que representa la convivencia dentro de una comunidad, de la extrema opulencia y la indigencia. Ambos padrecitos tuvieron el mismo llamado del Altísimo y, entre 1810 y 1815, los iluminó la Gracia y concibieron y plasmaron las normas que deberían regir el futuro, que entonces eran apenas un sueño. Hidalgo y Morelos (excomulgados y victimados con crueldad extrema), sostenían: la patria es la tierra de la igualdad y la justicia. Luego, en 1848, unos judíos alemanes se aventaron el tiro de un copy paste de esos escritos, y escribieron uno de los textos más reproducidos en los últimos tiempos: si no me equivoco se le conoce cómo: El manifiesto comunista (1848). Un siglo después, el 5 de mayo de 1891, su Santidad León XIII da a conocer la primera encíclica social de Iglesia católica: la Rerum Novarum. Y bueno, si no me creen, échenle un ojo a estos textos y verán si no son otro copy paste light que, por su antigüedad, está libre de todo agravio al derecho de autor.

Nuestro alegato apenas comienza y no es para dejarlo a medias. Suspendamos aquí y aprovechemos para compartir algunos comentarios. Pienso que con humor y sin rasguños ideológicos, puedo comentar algunos encabezados que salieron en este diario con motivo del Día de las Madres, y que sus lectores, con todo derecho me hacen saber:

Persisten estigmas y prejuicio hacia las mujeres trabajadoras: Copred. Ahora sí que andamos chuecos. ¿Y a las holgazanas e irresponsables, las van a premiar?

El pugilismo me ayuda a ser mejor madre, considera Ana Arrazola, quien disputa el título mundial mosca a Kika Chávez. Y tiene razón, con lo lebrones que están los jóvenes de ahora, más vale estar mejor preparada…

Dice Elio Henríquez: El tribunal de justicia del estado (Chiapas) decidió excarcelar a la ciudadana tzotzil Rosa Girón Díaz, de la comunidad de Tzomoltón. Esta mujer pobre, indígena, analfabeta y monolingüe, fue encarcelada por denuncia de su hijo. Evidentemente Dianey Pérez Girón, su hijo, carece de motivos para celebrar el 10 de mayo.