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Centenario de Juan Rulfo

El filólogo disertó sobre los principios de una nueva poética narrativa del escritor

Rulfo creó un modelo de ficción literaria fundado en la fidelidad: Pascual Buxó

Se le acusó de autor extranjerizante, cuando la mexicanidad de sus temas es indudable, expresa

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José Pascual Buxó, acompañado de Miguel Ángel Castro, ayer, en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, donde dictó la conferencia magistral Juan Rulfo: los principios de una nueva poética narrativaFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Jueves 18 de mayo de 2017, p. 4

Las dos obras cumbres de Juan Rulfo, El Llano en llamas y Pedro Páramo, hicieron patente, desde su aparición, que nos hallábamos ante la evidencia de un nuevo modo, sorprendente y exacto, de concebir la naturaleza y el sentido de las narraciones literarias.

Así se expresó ayer el filólogo y escritor José Pascual Buxó durante la conferencia magistral Juan Rulfo: los principios de una nueva poética narrativa, efectuada en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El acto formó parte del segundo día de actividades de las jornadas conmemorativas por el centenario natal del escritor jalisciense, organizadas por la máxima casa de estudios del país.

Doctor en letras por la Universitá degli Studi di Urbino, el investigador recalcó que Rulfo concedía capital importancia a los registros variables de la voz humana, al grado de hacer de ella el centro de todas sus ficciones humanas.

También refirió cómo desde un principio los cuentos y las novelas de aquél fueron motivo de incomprensión y rechazo por la crítica, debido a la novedad, independencia y sutil eficacia de su nueva poética narrativa.

La primera y más importante de esas novedades, detalló el especialista, fue la ausencia absoluta de la figura del autor-narrador, para que sean los personajes ficticios los que ocupen, de manera autónoma y quizá inopinada, la totalidad del espacio narrativo.

Desaparecerse del texto

De acuerdo con José Pascual Buxó, los lectores de los primeros cuentos de Rulfo, entre éstos, Nos han dado la tierra, pudieron sentirse confundidos y, en algunos casos, solemnemente irritados ante una nueva manera de narrar.

Ésta, precisó, no ocultaba su ruptura respecto de una tradición ciertamente anquilosada pero que al promediar el siglo XX y ya en pleno auge de todas las vanguardias, aún seguía siendo entendida por muchos como la única recomendable y apropiada para dar razón de nuestras realidades históricas, sicológicas y sociales.

Recordó que la obra del jalisciense detonó, en un principio, un considerable número de publicaciones periodísticas de naturaleza beligerante y reaccionaria en las que se acusaba a Rulfo de ser un escritor extranjerizante e inexplicablemente alejado de la magnífica tradición nacionalista; esto, a pesar de la indudable y esencial mexicanidad de sus temas, ambientes y personajes.

Según el académico, el autor fue muy consciente, desde la publicación de sus primeros cuentos, de la novedad y quizá del riesgo que entrañaba su nuevo modelo narrativo, como lo reconoció años más tarde en el artículo Los desafíos de la creación, de 1980.

Citó cómo Rulfo aceptó en esa colaboración que tenía la característica de eliminarse de la historia y que nunca contaba un cuento en el que hubiera una experiencia personal. Además, reconocía que una de las cosas más difíciles para él era la eliminación del autor; es decir, desaparecerse del texto.

“El hecho es que en los cuentos y las novelas de Rulfo la totalidad del proceso narrativo se sustenta en los ‘dichos’ de los personajes, cuyas modalidades de expresión no son simples ‘traslados’ que de ellas podría hacer un autor ‘culto’, sino sus mismas ‘voces’ en las que se manifiestan todas las modalidades propias de su habla coloquial”, explicó José Pascual Buxó.

“En los relatos de Rulfo quedó instaurada y perfecta desde sus mismos inicios una nueva poética o modelo de ficción literaria fundado en un género de ‘fidelidad’ muy distinta al que nos tenía habituados la novela ‘monológica’, realista y documental.

“Esa nueva fidelidad no respondía ya al propósito de dar un testimonio –quizá animado por los recursos del arte– de las peripecias de una lucha civil, de la exaltación o condena de sus protagonistas, del triunfo o fracaso de una ideología o de un proyecto social, sino a otra clase de ‘realidades’: la realidad de las formas verbales y mentales por las que se manifiesta en sus obras lo más entrañable, singular, profundo y permanente del ser hombre en ese su tiempo mexicano.”