Opinión
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El presidente que le habla a las vacas
E

n un recorrido por la exposición Venezuela Producción Soberana, instalada en el Complejo Militar Fuerte Tiuna, en Caracas, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, arengó a un grupo de cuatro trabajadores agrícolas que cuidaban ganado. Sin embargo, la prensa informó que, en realidad, le había hablado a las vacas.

Agachado, el presidente se dirigió a los jornaleros través del corral. Les dijo: Yo quiero que voceros, líderes y productores del campo sean próximos diputados de la Constituyente. ¿Me van a acompañar?, “¿Me van a apoyar en la Constituyente o ustedes quieren guarimba (piquetes violentos de la oposición)? ¿Ustedes quieren violencia? ¿Ustedes quieren muerte? Los que queremos paz y vida vamos a la Constituyente”.

Tramposamente, los medios de comunicación ignoraron la existencia de los trabajadores del campo a los que el mandatario se dirigió y reportaron que le había explicado a los animales la importancia de la Constituyente. Aberrante, Maduro habla con las vacas, cabeceó la nota un periódico de Costa Rica.

Esta historia de manipulación mediática puede dar risa, otras provocan rabia. Ese es el caso del joven violinista Armando Cañizales, de 17 años, asesinado el pasado 3 de mayo, durante una protesta. Armado había aprendido música en el emblemático Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.

“En un video se ve al joven músico desafiando a los antidisturbios –cuenta el periódico catalán La Vanguardia, crítico del gobierno venezolano–, brazos levantados, con el pañuelo tapando la cara y la máscara antigás colocada. Luego se le ve llevado en brazos hacia una ambulancia y se oyen gritos de ‘¡Armando! ¡Armando!’

“Mataron a un chamo de 17 años mientras Maduro bailaba”, tuiteó el diputado de derecha Freddy Guevara, quien horas antes había animado a los jóvenes a ser más atrevidos con la policía. El gas lacrimógeno no hace daño, dijo (https://t.co/5CXicrplvy).

La oposición venezolana denunció que la muerte de Cañizales fue provocada por una bomba lacrimógena lanzada por la policía. La prensa internacional le dio un enorme vuelo a esta versión. No era cierto. En, realidad el crimen fue obra de los mismos opositores, que dispararon contra su compañero una esfera metálica de ocho milímetros de diámetro, a la que llaman rolinera. El proyectil puede ser descargado por armas no convencionales de fabricación casera.

En el lugar del homicidio, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas encontró otras seis rolineras iguales, disparadas contra la policía. La Vanguardia, reconoció que la versión opositora del asesinato de Cañizales es mucho más compleja de lo que ella dice.

El 6 de mayo, Juan Bautista López Manjarrez, de 33 años, líder estudiantil de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Politécnica Territorial José Antonio Anzoátegui, le quitó la vida un atacante en moto. Lo asesinó por promover la Asamblea Constituyente.

Apenas un día antes, Rexol Alexander Acevedo Navas de 32 años, dirigente del PSUV y operador político de Industrias Diana fue localizado muerto en la carretera Valencia - Güigüe, con tres heridas producidas por arma de fuego, al lado de su vehículo que había sido quemado.

El 24 de abril, el Partido Comunista de Venezuela denunció en una rueda de prensa la ejecución de otros dos líderes populares revolucionarios: Jacqueline Ortega Delgado, de 48 años, dirigente del PSUV de Los Valles del Tuy, ultimada el 23 de abril, y el dirigente sindical de Rerrorino Smir Ramírez, del estado Bolívar.

La violencia opositora se ha cebado también contra efectivos policiales, militares y de la guardia nacional. Cinco de ellos han muerto de tiros durante las manifestaciones contra Maduro.

La Vanguardia recuperó el testimonio de Aarón Troconiz, de 27 años, estudiante de la Universidad Bolivariana de Caracas, que da cuenta del origen de esta violencia. “Hay –dijo– un grupo legítimo de manifestantes, pero lamentablemente hay también grupos extremistas en las protestas y me consta que la oposición les paga; yo conozco a algunos de ellos”.

En su mayoría, estas historias de asesinatos de opositores a manos de sus propios compañeros, así como de ejecuciones en contra de simpatizantes de Nicolás Maduro y de miembros de las fuerzas del orden, casi han pasado desapercibidas para la mayoría de las agencias de prensa y medios de comunicación internacionales. Por el contrario, éstos se han dedicado a divulgar un relato en el que la violencia que se vive en ese país es obra de la represión gubernamental en contra de pacíficos opositores.

Pero la realidad es otra. Para comprender el origen y la naturaleza de la violencia que se vive en Venezuela hay que partir de un hecho verificable: allí está en marcha una estrategia insurreccional de la oposición y sus aliados extranjeros que busca derrocar a la presidencia democráticamente electa de Maduro, fomentando una fractura del Ejército y un eventual golpe de Estado, impulsando su aislamiento internacional y considerando incluso, auspiciar una intervención militar extranjera.

Como parte de esa estrategia insurreccional, muchas de las grandes cadenas informativas no tienen empacho alguno en manipular la información que difunden, en ocultar el nivel de respaldo real de amplios sectores la población hacia su gobierno, y en tapar la violencia de la oposición.

Por eso difunden, sin pudor alguno, aunque no sea cierto, que el presidente Maduro le habla a las vacas, cuando en realidad se dirige a jornaleros agrícolas. Quieren presentarlo como un personaje enloquecido, sin juicio para distinguir entre la ficción y la realidad, incapaz de gobernar. Desgraciadamente para ellos, el pueblo venezolano no cree estos montajes y ha dado muestras fehacientes de no estar dispuesto a renunciar a los logros de su revolución.

Twitter: @lhan55