Opinión
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México SA

Huachicoleros: ¿a quién toca?

¿No es nuestro problema?

Cárteles: 20% del mercado

P

ara el general secretario, Salvador Cienfuegos, el creciente robo de combustibles y la proliferación de tomas clandestinas –huachicoleros incluidos, desde luego– no es un problema del Ejército ni de las fuerzas armadas, sino un asunto que deben resolver los gobiernos. En todo caso, afirma, la delicada situación que se vive es consecuencia de las omisiones de algunas autoridades en los estados.

Eso dijo el secretario de la Defensa Nacional, pero la citada actividad ilícita no sólo es un delito federal –por tratarse de bienes de la nación, defraudación fiscal y mucho más–, sino que forma parte del cada día más amplio circuito de negocios de los barones de la droga; es decir, a los mismos que desde tiempos de Felipe Calderón combaten Ejército y fuerzas armadas. Entonces, ¿unos negocios sí y otros no, o cómo funciona?

Sin duda, un elemento central en el jugoso cuan creciente negocio de robo de combustible son las omisiones (léase corrupción) de algunas autoridades –federales, estatales y municipales–, pero también la cada día más limitada capacidad reactiva del aparato de seguridad del Estado, pues a los largo de tres lustros, cuando menos, sin más permitió que creciera y se desarrollara una actividad que en un origen resultaba poco significativa, pero que a estas alturas constituye uno de los grandes filones del crimen organizado.

Pero todo indica que en otras latitudes tienen más claro de qué se trata. El Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), organismo del Ministerio de Defensa de aquel país, y citado parcialmente en el México SA de ayer, elaboró un informe (El robo de combustible en México en el contexto del narcotráfico: una vía alternativa de financiación, fechado el 2 de junio de 2016) en el que subraya que el robo de combustible se ha disparado en los últimos 10 años, coincidiendo justo con el comienzo de la guerra contra el narcotráfico iniciada por el anterior presidente Felipe Calderón, de tal suerte que “no ha sido una cuestión de azar sino que nace de una intención de los cárteles de diversificar sus fuentes de financiación…La situación cada día se deteriora más (y) y uno de los elementos vitales que se ha identificado para que este fenómeno exista y siga funcionando es la corrupción”.

Pues bien, el citado informe, del que se toman los siguientes pasajes, deja en claro que de 2004 a la fecha el número de tomas clandestinas se incrementó la friolera de 6 mil 800 por ciento, al pasar de 102 a cerca de 7 mil (con Peña Nieto aumentaron de mil 635 a cerca de 7 mil, es decir, alrededor de 400 por ciento). En los primeros años de ese periodo –con Fox– la responsabilidad de combatir tales prácticas –obviamente bajo control del narcotráfico– correspondió a no militares, pero a partir de la llegada de Felipe Calderón, Ejército y Marina fueron involucrados.

El IEEE documentó que “la tendencia que se puede apreciar es bastante preocupante, puesto que lejos de remitir se ha incrementado hasta niveles alarmantes. Algunos datos que reflejan esta realidad son los siguientes: entre 2009 y 2014, Petróleos Mexicanos sufrió pérdidas por valor de 46 mil millones de pesos (2 mil 300 millones de euros, aproximadamente). En 2009 ascendieron a 3 mil 500 millones (alrededor de 175 millones de euros), pero en 2014 aumentaron a 17 mil millones (857 millones de euros)… Sólo en 2014 se sustrajo combustible equivalente a 7 millones 500 mil barriles” (en días pasados el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, calculó que en 2016 el daño sumó 20 mil millones de pesos).

Y añade: si bien esta actividad se lleva a cabo desde hace varias décadas, es hasta principios del siglo XXI cuando ha cobrado mayor importancia, una vez que los cárteles han visto en la misma una fuente muy lucrativa de negocio. Uno de los elementos vitales que se ha identificado para que este fenómeno exista y siga funcionando es la corrupción. Esta razón es la que explica que ex empleados y empleados actuales de Pemex participen directamente o colaboren con los grupos de delincuentes. Estas personas suponen un activo muy valioso para el crimen organizado, puesto que poseen los conocimientos necesarios para poder realizar sustracciones con éxito, previniendo mucho el riesgo de que algo falle.

Se señala a la corrupción como uno de los factores que contribuye no sólo a la existencia de la actividad, sino también a su cada vez mayor expansión por el territorio mexicano. Otro de los factores a destacar es la complejidad de la infraestructura de conductos de Petróleos Mexicanos. La empresa estatal cuenta con alrededor de 57 mil kilómetros de oleoductos y gasoductos, los cuales atraviesan territorios muy diversos, desde zonas de llanura o de montaña a zonas de selva o de desierto.

Las organizaciones criminales involucradas en el robo de combustible han ido variando los modos de sustracción. En la actualidad, se diferencian dos modalidades: robo de pipas (camiones cisterna) y robo directo en oleoductos. Los responsables del robo de combustible varían en función de la zona del país de la que se trate. En unos casos esta actividad está en manos de un solo grupo, o, como suele ocurrir, en un mismo estado varios de ellos se disputan la hegemonía en esta actividad y ello se traduce en violencia.

El IEEE subraya que el cártel de Sinaloa ha sido responsable de 13 por ciento de las tomas clandestinas de todo el país en 2014. Además, esta organización tiene una capacidad muy notoria de penetración en las administraciones públicas, o dicho de otra forma, tiene capacidad de sobra para corromper a quien necesite. Además, aparecen los Zetas, el cártel del Golfo, los Caballeros Templarios y otros menores, pero en cualquiera de los casos el robo de combustible representa en la actualidad una de las actividades delictivas más nocivas para México, dado que sus consecuencias se miden en grandes magnitudes y afectan a múltiples aspectos.

El citado instituto detalla que “si bien es cierto que no todas las organizaciones criminales que están detrás de esta actividad ilícita son cárteles, se puede incluir el robo de combustible en la lucha contra el narcotráfico, toda vez que los cárteles se están beneficiando en gran parte del robo de combustible. En otras palabras, se trata de actividades que están interconectadas entre sí”.

Así, el crimen organizado podría estar controlando 20 por ciento del mercado nacional de combustibles.

Las rebanadas del pastel

De ese tamaño, pero parece que a nadie le corresponde combatirlo.

Twitter: @cafevega