20 de mayo de 2017     Número 116

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

“Con todo respeto, ha sido lo peor
de mi vida venir a México”: Migración
centroamericana en Apizaco

Karen Vázquez Juárez Albergue La Sagrada Familia


FOTOS: Karen Vázquez Juárez

A lo largo de la República mexicana existen unos 60 albergues, casas de migrantes y comedores. Estos espacios brindan ayuda humanitaria de diversas maneras; algunos se centran en la alimentación, otros dan hospedaje temporal o por tiempo indefinido (ello depende si la persona está llevando algún trámite de refugio o de visa, o busca empleo en México, o que sea casa de migrantes), servicio médico, internet, llamadas telefónicas, asesoría legal, talleres (para trabajar y/o lúdicos, de relajación, contención de emociones, derechos humanos, etcétera).

Tlaxcala, específicamente Apizaco, es el único lugar entre Tierra Blanca, Veracruz. y Huehuetoca, Estado de México, donde hay un albergue en el cual los migrantes centroamericanos pueden descansar, alimentarse y recibir atención médica, sicológica y legal. Las organizaciones que brindan ayuda humanitaria y/o legal se encuentran principalmente en las fronteras y los especializados en refugio y/o visas humanitarias en la Ciudad de México. Sin embargo, en la parte centro del país también hay organizaciones que apoyan a la movilización humana centroamericana y que, cabe mencionar, reciben menos apoyos y son menos conocidas.

Tal es el caso de la organización Un Mundo Una Nación AC, la cual se encarga de cobijar al albergue La Sagrada Familia y de hacer incidencia, investigación, difusión y defensa de derechos humanos a favor de migrantes centroamericanos de manera local. Se ubica al oriente de la ciudad de Apizaco, en la colonia Ferrocarrilera. Este albergue surgió como parte de la inquietud de habitantes y feligreses de la Parroquia Cristo Rey. El párroco Ramiro Zarate inició con la labor de darles alimento y hospedaje en las instalaciones de la iglesia, y con apoyo de sus feligreses, consiguió recursos para crear un albergue que contara con infraestructura adecuada para brindar ayuda humanitaria.

Las instalaciones del albergue iniciaron con el préstamo de unas canchas de básquetbol de parte del municipio, y de un terreno vacío, propiedad de la diócesis de Tlaxcala. Con una cocina, dormitorios para hombres, dormitorios para mujeres, bodega y lavaderos, inició el servicio de ayuda humanitaria, que se centraba únicamente en brindar alimento y hospedaje.

En 2011 se constituyó la asociación civil Un Mundo Una Nación, con la finalidad de apoyar a la ayuda humanitaria que ya se brindaba con servicios profesionales, de mayor calidad y que además los servicios se ampliaran. En la actualidad, además de los alimentos y hospedaje, se brinda ropa, servicio médico, asesoría legal y atención sicológica, obtenido de donaciones y voluntariado.

Los países de origen de los migrantes que llegan al albergue son: Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua, y en menor medida de Colombia, Taiwán, Panamá, Bolivia, Belice, Finlandia, Estados Unidos y México.

En los casi siete años en que se ha brindado atención, se ha recibido a 30 mil personas aproximadamente. Se atiende a bebés, niños, adolescentes, adultos y adultos mayores, mujeres embarazadas, heridos (por accidentes propios del camino y/o agresiones), enfermos y discapacitados. Suelen llegar afectados emocionalmente por el impacto del viaje, la separación familiar, la soledad y la violencia sufrida en el camino.

En 2016 los migrantes en tránsito albergados en Apizaco sumaron cuatro mil 646 personas, en su mayoría hombres. Adultos de 26 a 59 años.

Durante todo su viaje están en una situación de vulnerabilidad, a consecuencia de los abusos de autoridad, asaltos, asesinatos, secuestros, violaciones, extorsiones, abuso de transportistas, condiciones climáticas, negación a sus derechos humanos, omisiones de las autoridades ante las denuncias, violencia, explotación laboral, discriminación, visualización como delincuentes o invisibilidad.

“Bastante sufrido, con todo respeto, ha sido lo peor de mi vida venir a México. Me asaltaron en Palenque y luego en el tren; en Chontalpa, Tabasco, y en Córdoba más adelante y luego los federales nos tirotearon, y cerca de aquí nos agarraron a pedradas. Para qué le voy a decir que no, la gente sí nos ha ayudado, algunos. ¿eh?, algunos así como ustedes que tienen sus casitas [casa de migrantes], que nos tienden la mano y que no nos dicen “sácate a tu país, ratero” y no nos ven feo, o que les pedimos un taco y no nos dan la comida que iba a ser para el perro, como así me hizo una señora allá en Coatza, pero bueno, de ahí en fuera me va bien, sigo vivo” (Denis Ricardo, 29 años, Honduras. Septiembre 2016).

Los migrantes centroamericanos tienen conciencia de las dificultades que hay en pasar por México y también saben que ya va a ser más complicado pasar la frontera norte de México o establecerse en Estados Unidos. Sin embargo, ellos no tienen la idea de desistir de su meta y resulta sólo cuestión de encontrar nuevas rutas para que el flujo migratorio se restablezca; mientras tanto, a las asociaciones civiles nos corresponde continuar con la labor de concientizar a la población y autoridades para así lograr minimizar la discriminación e indiferencia y que los migrantes puedan tener un tránsito digno por México.

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