Opinión
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Aprender a morir

Una novela oportuna

O

riginaria de Tlaxiaco, Oaxaca, la investigadora Virginia González Santiago continúa su charla con La Jornada acerca de su más reciente novela, El día menos pensado, sobre el escabroso tema del derecho a una muerte digna, siendo que desde tiempo inmemorial especies animales domésticas y de compañía tienen la posibilidad de ver interrumpida su vida cuando ésta ha perdido calidad y características esenciales.

“No sólo es cuestión de conservadurismo –prosigue Virginia–, sino de algo peor: un burocratismo extendido que estorba a una realidad que ha rebasado normativas y buenas intenciones institucionales, por no hablar del manejo amarillista de la muerte por los medios, la negligencia de las instituciones educativas y los creyentes obedientes, más que responsables.

“Ante esta manipulada normalización de la inseguridad, la violencia y la muerte en la vida cotidiana del país, materias como la tanatología –estudio multidisciplinario de la muerte y el morir– se hacen obligatorias desde la primaria hasta la universidad, frente a los grandes huecos educacionales. Perduran prejuicios que impiden aceptar nuestra condición de mortales de manera consciente y libre, no resignada ni sacralizada, y menos con esa obstinación médico-mercantil que ve aún a la muerte como enemiga y negocio.

“Según cálculos, en la Ciudad de México hay unos 300 mil pacientes en etapa terminal, sin que se sepa cuántos de éstos, por su estado, requieren o quisieran ser apoyados. No se discute la decisión del enfermo que rechace la eutanasia o el suicidio asistido, pero los que sí lo desean, ¿a quién recurren o a qué se atienen? Esta otra forma de violencia no se ha estudiado ni hay visos de corregirla, precisamente por burocratismo e intereses laicos y religiosos.

“El caos en los costos del Documento de voluntad anticipada en los 12 estados con la ley correspondiente, la desinformación de cuántas personas, a escala nacional, poseen el texto y la indecisión de la Secretaría de Salud para coordinar esfuerzos con el notariado nacional y cobrar un precio accesible, son otras muestras de nuestro atraso en la materia.

Mi novela es una reflexión de los personajes sobre la posibilidad o imposibilidad de morir dignamente. Es contribuir a despertar conciencia para darle más sentido a nuestros días, incluida la opción de cómo y cuándo morir, concluye. El libro está en las librerías de La Jornada y El Sótano.