Opinión
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México SA

Meade: migajas alentadoras

Economía en mejor dirección

Instituciones: una historia más

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esulta envidiable el elevadísimo estado anímico del gobierno peñanietista. No cumple sus promesas, siempre se queda cortísimo con respecto a las expectativas por él mismo creadas, su productividad en materia de pretextos es inconmensurable, al igual que su incapacidad para mover a México, pero de cualquier suerte las migajas lo ponen eufórico.

Cómo olvidar que a lo largo del sexenio peñanietista de cinco estimaciones en materia de crecimiento económico (anual, cada una de ella, y todas adornadas con hermosas flores y coloridas serpentinas) los genios de la tecnocracia han fallado… cinco, y de aquella bonita promesa de incrementar el producto interno bruto a un ritmo anual promedio de 5 por ciento no queda ni el suspiro.

A estas alturas la tasa anual promedio de crecimiento económico (2013-2016, sin olvidar que –otra promesa incumplida– las reformas que los mexicanos quieren (EPN dixit) agregarían dos puntos porcentuales adicionales al impulso que trae del país) a duras penas llega a 2 por ciento, en números cerrados, es decir, dos quintas partes de lo originalmente comprometido.

Así, el resultón gobierno que movería a México se coloca en el penúltimo lugar –junto con Felipe Calderón– en el ranking de crecimiento en las tres últimas décadas más un lustro de neoliberalismo a la mexicana, periodo a lo largo del cual en Los Pinos han despachado seis inquilinos (que resultaron lo mismo, pero con diferentes caretas).

Y la perspectiva para el quinto año de gobierno (2017) no modifica el panorama. De hecho, tiende a empeorarlo –si vale el término–, porque con la revisión al alza que recién anunció la Secretaría de Hacienda –en voz de su titular, José Antonio Meade– el promedio de crecimiento económico del país se reduciría a 1.9 por ciento.

Como ayuda de memoria, en otros ayeres lo que ahora crece la economía en un trienio antes se registraba en uno (tal vez menos), o si se prefiere lo que el país, en un pasado ya no tan cercano, avanzaba económicamente en cuatro meses ahora tarda un año, si bien va, y en ocasiones más. De una tasa promedio superior a 6 por ciento anual, el México modernizado y reformado hasta la coronilla pasó a otra de 2 por ciento, cuando alcanza.

Nada que presumir, pero sí mucho que cuestionar, porque esa ha sido la dinámica de los pasados 35 años: cambiamos para mejorar (discurso oficial), aunque fue para empeorar en los hechos; las reformas son para avanzar (ídem) y el país, junto con sus habitantes, cada día retrocede más; la modernización es necesaria para dar un paso adelante (ibídem), pero la cruel realidad nos ha colocado varios atrás en términos políticos, económicos y sociales.

En este contexto, el regocijo implícito en el anuncio del joven suspirante José Antonio Meade –ya le brillan los ojitos, aunque en realidad son los del ex “ministro del (d) año, hoy en calidad de aprendiz– es digno de consideración, porque el chiste es gratis (las consecuencias no): la economía se ha movido en una mejor dirección, lo cual motivó que se modificara el rango de expectativa de crecimiento de entre 1.3 y 2.3 por ciento a 1.5 y 2.5 para 2017. Ese rango no es el que nos gustaría, pero es una buena noticia, porque –celebró– será mayor al que registrarán la región y muchos de los socios comerciales de México. Las reformas están funcionando, y generan una economía con mayor capacidad de resistencia y los datos son alentadores (La Jornada, Israel Rodríguez). ¡Ole!, la frivolidad de Luis Videgaray ha hecho escuela.

Los expertos en el tema –incluso ligados a la geniocracia neoliberal que se apoderó del país 35 años atrás– coinciden en que lo mínimo que el país requiere para comenzar a salir del hoyo –y sólo para eso– es un crecimiento anual sostenido de 6 por ciento, pero en Los Pinos y zonas afines celebran la mejor dirección de la economía nacional; es decir, un eventual avance de… 0.2 por ciento, el cual, dicho sea de paso, de cualquier suerte se quedaría corto –en caso de que se concretara– con respecto a la estimación original de 2-3 por ciento en el año (Criterios Generales de Política Económica), que fue aprobada por el Congreso.

Migajas, pues, pero están fascinados. De materializarse la noticia alentadora (Meade dixit), entonces el promedio anual de crecimiento del país en cinco años de gobierno peñanietista (2013-2017) alcanzaría un rango de entre 1.9 y 2.1 por ciento, no registrado por el México pre moderno y pre reformado desde 1915-1919, en tiempos de Venustiano Carranza. Si se prefiere, sólo como referencia, en los pasados cinco años del gobierno porfirista la tasa anual promedio de crecimiento fue de 1.8 por ciento. Entonces, no cabe duda de que el panorama es alentador.

Por otra parte, tiene sus bemoles aquello de que el crecimiento mexicano será mayor al que registrarán la región y muchos de los socios comerciales de México (frase cajonera, por cierto, reiterada, año tras año, por el entonces secretario de Hacienda el aprendiz Videgaray). En los hechos, éstos últimos no son muchos (85 por ciento del comercio exterior del país sólo se realiza con Estados Unidos), pero, ¡sorpresa!: para 2017 las estimaciones más recientes de la Cepal ubican a la economía mexicana en el escalón número 21 de 33 posibles en Latinoamérica, una posición similar a la que alcanzaría Barbados y apenas por arriba de Chile, mientras que el Banco Mundial la coloca apenas por encima de Belice. Las de mayor avance serían la panameña (crecimiento 5.4 por ciento en el año), dominicana (4.5) y peruana (4.2). Y de cereza el FMI calcula que Estados Unidos crecería 2.3 por ciento, Canadá 1.9 y México 1.7.

¿Qué tal? ¿Alentador, verdad?

Las rebanadas del pastel

De la lectoría sobre las siempre eficientes y humanitarias instituciones públicas: quiero difundir un caso más de negligencia y discriminación en el Issste. Ocurrió un episodio de negligencia y discriminación de mi hijo, que es autista, bajo aprobación de funcionarios del Hospital 20 de Noviembre, negándole la atención hospitalaria. El expediente se mandó a la Conapred y ahora ya contamos con documentos firmados por autoridades del Issste donde se puede hacer notar discriminación no sólo a los niños con capacidades diferentes, sino también para cualquier paciente que habite en la zona metropolitana de la Ciudad de México, dado que aunque tenga una enfermedad grave como cáncer no será prioridad para este hospital. Todo está documentado (Jesús Jaime Moreno, profesor Investigador-SNI del Instituto Politécnico Nacional; [email protected]).

Twitter: @cafevega