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En sus memorias, García Márquez dejó abiertas varias incógnitas alrededor de su novela

El medio siglo de Cien años de soledad detona múltiples investigaciones

La portada diseñada por el artista Vicente Rojo apareció en la segunda edición

 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de mayo de 2017, p. 6

Bogotá.

La vida no es como uno la vivió, sino como uno la recuerda y cómo la recuerda para contarla, escribió en el epígrafe de sus memorias Gabriel García Márquez, dejando así abiertas ciertas incógnitas que se han tejido alrededor de lo que fue su historia y la forma en que nació Cien años de soledad, su obra cumbre.

Esa novela, de la que se cumplen 50 años desde su publicación el 30 de mayo de 1967, ha detonado mútiples investigaciones.

Mecanografía destruida

En octubre de 1965, casi tres meses después de comenzar a escribir la novela, la editorial Sudamericana contactó a García Márquez. El entonces editor literario Francisco Porrúa se interesó por las obras anteriores de Gabo y le propuso publicarlas allí. El novelista colombiano le dijo que los derechos de Los funerales de la mamá grande, El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora estaban comprometidos con otras editoriales, le pidió hacer las gestiones para obtenerlos y aprovechó la oportunidad para hablarle a Porrúa de Cien años de soledad.

Es una novela muy larga y muy compleja en la cual tengo fincadas mis mejores ilusiones, le escribió.

La portada estaba a cargo, a petición de Gabo, del artista mexicano-español Vicente Rojo, quien no alcanzó a enviar la ilustración a tiempo para la primera edición, por lo que Sudamericana pidió a su diseñadora Iris Pagano improvisar la carátula con un galeón perdido en medio de una selva azul y tres flores amarillas. El diseño de Rojo con figuras geométricas y mucho más sencillo salió con la segunda edición.

Las páginas mecanografiadas por él las destruyó junto con su mujer Mercedes. Entonces, lo que queda como enlace son estas galeradas corregidas, dijo su propietario, el productor mexicano Héctor Joaquín Delgado, heredero universal de los Alcoriza.

Carpintería secreta

Una vez publicada la novela, García Márquez y su esposa Mercedes se encargaron de destruir el borrador salido de su máquina de escribir, para que nadie pudiera descubrir su carpintería secreta, como él decía, ya que estaba acribillado con cambios a mano en tinta de distintos colores.

El primer lector del texto definitivo, sin correcciones a mano, fue el escritor colombiano Álvaro Mutis.

La copia que leyó Álvaro Mutis fue la que mandamos en dos partes por correo, y otra fue el respaldo que él mismo llevó poco después en uno de sus viajes a Buenos Aires, escribió García Márquez.

El sociólogo e historiador español Álvaro Santana Acuña, que investiga en el archivo personal de García Márquez en la Universidad de Texas, dijo que existe ahí una de esas copias.

El mecanuscrito final y original de 1966 que García Márquez envió a Sudamericana para su publicación está en manos de la Universidad de Texas, afirmó.