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La marcha de la economía en EU: la final por el momento
E

studiemos un poco la evolución de la rentabilidad en Estados Unidos. Concentrémonos por el momento –según lo prometido– en el dinamismo de las ganancias de las empresas corporativas. Nos ubicamos en el marco de las fuentes oficiales de ingresos de todas las empresas que pagan impuestos federales como tales, como corporaciones. Se incluyen empresas y organismos no financieros y financieros. Y oficialmente –manuales del BEA (Bureau of Economic Analysis) dixit– su cuenta de beneficios se determina básicamente por la diferencia entre ingresos y gastos.

Ahora bien, en virtud de que el ingreso nacional se define como el ingreso de los residentes de Estados Unidos, esta cuenta de los beneficios incluye los ingresos obtenidos en el extranjero por las empresas estadunidenses, pero excluye los ingresos obtenidos en Estados Unidos por los extranjeros. Asunto que exige matices en el análisis de tendencias que, sin duda, deberemos hacer en algún momento. Pero hoy realicemos un primer acercamiento a la evolución de esas ganancias en las empresas no financieras y en las empresas financieras. Asimismo del monto de sus aportaciones a la Federación.

Y su importancia al ver su participación en esas aportaciones federales totales, que incluyen impuestos, contribuciones a la seguridad social, rendimientos de activos y beneficios de empresas federales, básicamente. A este respecto recordemos que esas aportaciones federales totales –globalmente y desde los años 50– se ubican en montos equivalentes a 17.5 por ciento del producto (GDP). De esos casi 20 puntos porcentuales, poco menos de la mitad –equivalente a poco más de seis puntos en promedio también desde los años 50– corresponde a las aportaciones de empresas corporativas. Tanto no financieras (industriales, comerciales y de servicios no financieros, entre otras) como financieras (bancos, hipotecarias, fondos de inversión, aseguradoras, entre otras). Pues bien, la consulta de datos oficiales en el BEA nos conduce inmediatamente a reconocer que la rentabilidad de las empresas financieras se ha “disparado“ en detrimento de las empresas no financieras.

Hasta inicios de los años 80, el peso de las ganancias de las empresas finacieras en las ganancias corporativas totales no superaba 30 por ciento del total. En realidad se trata de una participación que duplicaba la registrada en la Posguerra, normalmente del orden de 15 por ciento. Pero en la década de los ochenta hubo una penetración importante de estas ganancias de corporaciones financieras en el total. Antes y después de impuestos. Incluso con impuestos incluidos alcanzaron una participación de 50 por ciento a mediados de los años 90.

Aunque esa alta participación –sin precedentes en la historia económica contemporánea de Estados Unidos– descendió de nuevo a no más de 35 por ciento del total a finales de los años 90. ¿Qué paso del año 2000 en adelante? ¿Qué, incluso, en el marco de lo que se ha caracterizado como creciente financiarización, es decir, mayor penetración y dominio de las empersas financieras en la vida económica cotidiana? Pues en el marco de lo que podemos caracterizar como impresionante beligernacia de las fracciones financieras del capital estadunidense, las corporaciones financieras alcanzaron en algunos momentos de las crisis recientes –2001 sin duda– el mayor peso histórico de sus beneficios: 70 por ciento del total.

Aunque –justo es decirlo– en el marco de una mayor variablidad, los pasado 15 años se registra un promedio apenas superior a 40 por ciento. En buen romance esto significa que actualmente –entendida la actualidad como los pasados 15 años– las corporaciones no financieras participan de 60 por ciento de las ganancias corporativas totales. En la Posguerra concentraban 85 por ciento. Y llegaron a no más de 50 por ciento en los 80. Y a finales de los 90 su participación rondaba 65 por ciento.

Pero –como he comentado– de 2000 en adelante y en el marco de una gran variablidad, su participáción se ha estabilizado en ese 60 por ciento que menciono. Pero ¿de qué montos hablamos? ¿Y qué representa en términos del GDP (Gross Domestic Producto) estadunidense? Un número simple nos conduce a una participación media histórica de entre 11 y 12 por ciento del GDP como participación de las ganancias brutas de las corporaciones financieras y no financieras. Y de este 11 por ciento en promedio 4 por ciento del GDP correspondería a los impuestos pagados hasta antes de los años 80. De ahí sale 6 por ciento de participación de ganancias después de impuestos en el producto que señalé antes.

Lo cierto es que el peso de los impuestos en las ganancias corporativas ha tendido a la baja. Llegó a ser de entre 9 y 10 por ciento en las épocas de la guerra de Corea. Y bajó hasta menos de 2 por ciento a inicios de la crisis de 2008. Actualmente se estabiliza en 3 por ciento. Es decir, los impuestos a los beneficios de las corporaciones financieras y no financieras en Estados Unidos apenas representan 3 por ciento del producto.

Cuando en los años 70 superaban –muy ligeramente pero lo rebasaban– 4 por ciento del producto. Pero antes de concluir hay que señalar lo que diversos analistas estadunidenses indican. Que en esta época de globalización hay ingresos de la corporaciones estadunidenses que son obtenidos en otras regiones del mundo. Incluso con una menor gravación impositiva. Por eso orientan al análisis más cuidadoso de los datos que aquí he presentado hoy.

No obstante se trata de datos realmente impresionantes que conducen a indicar una más de las novedosas características de la economía estadunidense. Me refiero, sin duda, a la preminencia de las empersas corporativas financieras en determiento de las no financieras. Nueva distribución del excedente conómico. Sin duda.