Opinión
Ver día anteriorLunes 29 de mayo de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Enredo cultivado
C

ada vez más la gente distingue entre actividad política hecha en forma abierta y franca, bien intencionada y en búsqueda del bien común y la otra política tradicional, mentirosa, marrullera y manipuladora. Es muy difícil, pero no imposible lograr el cambio de raíz que México requiere; hay un nuevo ingrediente, los mismos beneficiarios del sistema alejados de los altos cargos y fuera de las élites, las infanterías de la burocracia, los militantes de base de los partidos, los simples mortales, abren los ojos y ponen su esperanza en un cambio que se ve posible y cercano.

Ya no produce el mismo efecto la publicidad dirigida a los consumidores de mentiras, ya no se creen tan fácilmente los escándalos mediáticos y el costoso aparato del sistema, no se da abasto para evitar que nuevos actores políticos convenzan a la ciudadanía de que voten y cambien pacíficamente lo que está tan mal y desde hace tanto tiempo.

Los medios oficiales, los periodistas a sueldo, los simuladores micrófono en mano, tienen por lo pronto una nueva consigna; se rasgan las vestiduras porque López Obrador dijo a un locutor en una entrevista (así le llamaremos) no me calumnien o dejen de calumniar cuando el entrevistador hizo una pregunta dando por hecho que hay un pacto o acuerdo entre la ex dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo, y Morena y sus dirigentes. Se trata de una mentira evidente, de un infundio. La respuesta que se dio fue inmediata y no podía esperarse algo distinto. Hizo muy bien López Obrador al pedir con energía que no lo calumnien. Estamos de acuerdo, que dejen de inventar truculencias encaminadas a convencer al auditorio de que todos los políticos son iguales, somos iguales. En este caso, otra vez, el intento de confundir al dirigente político de oposición resultó contraproducente, fue para el sistema un tiro por la culata; no tratan de decir que ellos no son corruptos, lo que tratan es de sostener que todos somos iguales. Balbucean: sí, pero ustedes también. Como el ladrón que para escapar de sus perseguidores grita ¡al ladrón, al ladrón! y con ello pretende que no lo persigan a él y persigan al fantasma que señala.

La técnica de esta política perversa es confundir y desprestigiar, hacer creer a la gente que la noble actividad de la política es algo siempre y en todo caso reprobable y sucio. Quisieran, para que nadie les reclame, para que los votantes se desinteresen de los procesos, que todos, aun los que no usan sus prácticas, sean señalados de tramposos y corruptos.

La maniobra sombría y enfermiza, consistente en obtener grabaciones clandestinas de reales o supuestos actos de corrupción, les ha servido para frenar, para diferir un poco su caída, pero no les servirá para evitarla. Inventaron el escándalo cultivado de la señora Eva Cadena, diputada veracruzana de origen priísta, que se acercó a Morena, sincera o falsamente, para ser candidata y luego fue víctima o fue cómplice de una trama y enredo que a la fecha no sabemos si fue un acto indebido, de ella y de quien le dio dinero o fue sólo una actuación. La diputada tiene fuero, no puede ser detenida, el proceso de desafuero se arrastra lentamente, su declaración inmediata cuando se supieron los hechos fue en el sentido de que devolvió lo que le habían dado al enterarse de que no era la forma de recabar fondos para una campaña y que al dirigente de Morena sólo lo ha visto en una ocasión ante cientos de personas en un acto político.

Con eso habría bastado; se les cayó el teatrito; pero no escarmientan. De pronto aparecen más grabaciones en las que la misma ingenua actúa o es sorprendida y en una de estas, la mas reciente, se involucra con palabras no sustentadas en hechos o pruebas, a la ingeniera Rocío Nahle, de quien se afirma que es la encargada de recaudar los fondos de campaña. Otra vez una voz humana que denuncia sin pruebas, seguro inspirada en el apotegma cínico calumnia, que algo queda.

Otra vez también, los simples mortales no se tragan la rueda de molino; la gente sonríe de tan torpe acusación, los sesudos comentaristas y las plañideras del sistema, hacen como que comentan y analizan el nuevo tinglado, que se explique la acusación que se aclare lo que se dijo de la diputada Nahle y de inmediato con claridad meridiana, la diputada les sale al paso y desbarata el montaje.

Rocío Nahle, con toda claridad y como habla siempre, con sencillez y contundencia, reclama que se investigue, como debe ser, pero que empiecen por aclarar quien le dio dinero a Eva Cadena, que encuentren si es culpable, pero asimismo, quién es su cómplice. Está claro que ella recibió el dinero; lo que falta aclarar es quién se lo dio. Eso es lo que hay que dilucidar. Los maquiavelitos chambones que urdieron la trama, sin duda hacen daño, mordisquean los carcañales, pero no les da el talento para detener la marcha de la verdad ni para apagar la llama de la esperanza de cambio.