Ciencias
Ver día anteriorMartes 30 de mayo de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Espermatozoides en el espacio
H

ace pocos días se dieron a conocer los resultados de un experimento realizado en la Estación Espacial Internacional (EEI) con los cuales se demuestra que los espermatozoides de mamíferos –en este caso ratones– pueden preservarse en el espacio por periodos tan prolongados como nueve meses y expresar su capacidad reproductiva al regresar a la Tierra. El estudio, efectuado por el célebre investigador japonés Teruhiko Wakayama y sus colaboradores de la Universidad de Yamanashi, es uno de los primeros pasos para explorar las condiciones en las que pueda garantizarse la reproducción de nuestra especie cuando en el futuro se establezcan colonias habitadas en otros planetas.

Sí, parece algo sacado de la literatura de ciencia-ficción, pero los proyectos de exploración espacial tienen desde sus orígenes el propósito explícito de buscar las condiciones para la vida humana fuera de la Tierra, de tal forma que tiene mucho sentido explorar una de nuestras funciones esenciales, la reproducción, en condiciones no terrícolas.

Son dos los elementos que hacen muy distinta la reproducción en el espacio con relación a como ocurre en nuestro planeta. Uno es el ambiente de microgravedad, y el otro la elevada exposición a las radiaciones. El primero no afecta de manera significativa la reproducción, como lo han revelado ya algunos estudios, uno de ellos realizado por el propio Wakayama. Una condición de microgravedad similar a la que se presenta en los vehículos espaciales puede simularse incluso en la Tierra.

El reto más grande es, sin duda, la exposición a las radiaciones por rayos cósmicos y las que resultan de las emisiones solares, ante las cuales estamos protegidos por la atmósfera de nuestro planeta, pero la situación es muy distinta en el espacio. Las determinaciones realizadas en la EEI muestran que la radiación es 100 veces más intensa que en la superficie terrestre.

La Estación Espacial Internacional es en realidad un centro de investigación que se encuentra en órbita de nuestro planeta, un producto admirable de la cooperación científica entre varias naciones, la cual está habitada por periodos variables por astronautas y científicos. Es por tanto el sitio ideal para emprender proyectos como el que se describe. Se sabe desde tiempo atrás que la exposición a las radiaciones por tiempos prolongados trae como consecuencia alteraciones en los tejidos vivos, en particular en el ácido desoxirribonucleico (ADN), por lo que resulta un reto importante examinar la función reproductiva empleando por ahora un modelo animal.

Wakayama y sus colegas formaron dos grupos con animales machos de los cuales se obtuvieron lotes de espermatozoides sometidos ambos a las mismas condiciones. Las células sexuales fueron liofilizadas (es decir sometidas a un congelamiento rápido y luego deshidratadas). Uno de los lotes se almacenó en la Tierra y el otro se envió a la estación espacial, los dos se mantuvieron a menos 95 grados centígrados por 90 días.

Al término de ese periodo las muestras regresaron a la Tierra, donde en primer término fueron evaluados los posibles daños en el ADN por la radiación recibida en la estación espacial. Como se esperaba, sí se encontraron alteraciones, pero estas no resultaron muy importantes. Se procedió luego a la inyección de estas células en óvulos obtenidos de hembras de la misma especie, los cuales, luego de formarse embriones in vitro (en pequeñas cajas de vidrio), se trasfirieron a hembras, con lo que finalmente se obtuvo el nacimiento de los ratoncitos.

El tratamiento fue idéntico en el grupo control y en el proveniente del espacio, lo que permitió comparar el desarrollo de los pequeños roedores bajo las dos condiciones. Los ratones nacidos empleando los gametos enviados al espacio fueron completamente normales y saludables y no se encontraron diferencias significativas entre los dos grupos, los cuales alcanzaron la edad adulta y se reprodujeron con éxito.

La explicación sobre cómo un ADN que puede estar parcialmente dañado por efecto de la radiación puede participar exitosamente en el proceso reproductivo, se encuentra en la capacidad de reparación del ADN que tienen el citoplasma del óvulo y el cigoto, que está bien documentada desde trabajos como los de Braniff y Pedersen (1981) y Matsuda y Tobari (1989).

En conclusión, los espermatozoides de ratones sometidos a las condiciones de la Estación Espacial Internacional, no pierden su capacidad reproductiva, lo cual es un primer paso, muy tímido si se quiere, pero de gran trascendencia, para avanzar hacia la reproducción humana en otros mundos.