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En mayo se realizan 20 fiestas nocturnas en las que familias enteras bailan, comen y beben

Desde hace 160 años, los juchitecos se visten de gala para celebrar las velas

Se consumen hasta 35 mil cartones de cerveza y se generan más de 160 toneladas de basura

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La de San Vicente Ferrer es la vela de mayor concurrencia, con alrededor de 10 mil personas, ya que es en honor al patrón de los juchitecosFoto Diana Manzo
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A las Velas se debe asistir con vestidos tradicionales
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 30 de mayo de 2017, p. a10

Juchitán, Oax.

Año con año, desde hace más de un siglo, este municipio realiza las fiestas nocturnas llamadas velas, que en mayo alcanzan su máximo esplendor. En total son 20 festejos nocturnos, que incluyen paseos con carros alegóricos y la tradicional lavada de ollas, que es una fiesta vespertina.

Del 20 al 27 de mayo es considerada la Semana Mayor de velas y aumenta el número de visitantes locales, nacionales e internacionales; asimismo, se eleva la cantidad de basura que se genera en la ciudad, la cual no cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales en operación ni espacio para separar la basura.

Este año se consumieron cerca de 35 mil cartones de cerveza, acudieron 30 mil personas y en toda la jornada de velas se generaron más de 160 toneladas de basura.

Esta fiesta es considerada un hermanamiento entre ciudadanos, ademas de que sirve para preservar la cultura de los zapotecas, que bailan sones regionales, visten con trajes típicos, disfrutan comida tradicional, beben alcohol y dialogan en su lengua materna.

En esta ocasión, zapotecos e invitados gastaron de 10 a 12 millones de pesos para la realización de las velas, aparte de la compra de vestimenta típica, accesorios y antojitos gastronómicos, y del pago de las agrupaciones musicales, la vigilancia y los cohetes.

Al llegar a la vela, los invitados se concentran en puestos que ocupan los socios, hombres y mujeres que por años acuden a la celebración y que han obtenido su lugar por herencia generacional.

Los hombres cargan en sus hombros los cartones de cerveza, mientras las mujeres llevan envuelta en un pañuelo blanco su cooperación, a la cual llaman limosna, siendo la cuota mínima de 50 pesos; es un apoyo económico que se entrega a la anfitriona de la noche, la jefa de familia.

En honor a los dones de la naturaleza

Las velas, según datos del investigador juchiteco Tomás Chiñas Santiago, son rituales y adoraciones a los elementos de la pródiga naturaleza, pues se honra a los peces, al mar, al maíz y al lagarto, entre otros recursos.

En este 2017, las fiestas titulares de Juchitán cumplen 160 años de festejarse; aunque no existe un registro seguro, los datos señalan que fue en 1857 cuando se originó la primera vela, aunque otros dicen que es un festejo prehispánico, indicó.

Chiñas Santiago detalló que en las antiguas celebraciones del pueblo de Juchitán se realizaban ritos y ceremonias destinadas a enaltecer a los dioses; se danzaba y se consumían frutas, como en la vela Santa Cruz Biadxi (zapoteco), en la que se reparten ciruelos.

Es precisamente con esta fiesta con la que comienza la última etapa, en la que se realizan las principales velas, entre las que destacan la del Calvario, la de Angélica Pipi, la de San Isidro Labrador y la dedicada al Santo Patrón de los juchitecos, San Vicente Ferrer.

Este 2017, la vela Biadxi cumplió 112 años; tiene 35 socios que asisten con sus invitados de honor.

En esta celebración nocturna, se corona a la reina de las festividades, una joven que un año antes acepta cumplir con esta representación como promesa por las buenas nuevas que le ha dado la vida. El baile es amenizado por grupos musicales, que interpretan sones y bailes típicos de Juchitán.

Un aspecto importante de las velas es que las mujeres zapotecas lucen sus trajes regionales; es decir, no se les permite asistir con ropa moderna, mientras los hombres deben ir con guayabera blanca y pantalón oscuro.

Gasto por satisfacción

Margarita Hernández Sánchez es socia de la vela Santa Cruz Calvario. Sus padres y abuelos también han sido socios; la herencia se ha legado por la fe que su familia ha transmitido de generación en generación.

En el hogar de Margarita, sus hijos y nietos se preparan con un año de antelación; se confeccionan sus trajes regionales, ya que se consideran pecado que los socios no estrenen atuendo.

Por la mañana comenzamos a preparar nuestras botanas, aproximadamente se invierten 10 mil pesos, y por la tarde comienza el ritual de arreglarnos y vestirnos. Como socios debemos estar temprano para recibir a nuestros invitados.

Esta vela tiene 24 socios, que se caracterizan por su impecable organización. Cada uno coopera con 2 mil pesos y también ponen 10 cartones de cerveza por noche. Se ayudan mutuamente y entre todos realizan labores de tequio para cumplir con la Santa Cruz Calvario.

Javier Jiménez Escobar es vicepresidente de dicha vela; es la cuarta generación que ha heredado la tradición de compartir la fiesta, y aseguró que en ésta no se permiten las pasarelas políticas.

La mesa directiva plantea reglas, y nuestros socios, por fortuna, han creído en nosotros. Somos la segunda vela que se realiza de la Semana Mayor y tratamos de hacerlo lo más tradicional posible, dijo.

Geraldina Santiago Velázquez es la presidenta de la organización de la vela de San Vicente Ferrer, la de mayor concurrencia, alrededor de 10 mil personas, porque es en honor al patrón de los juchitecos.

Resaltó que una de las peculiaridades de ésta es que los socios dan una cooperación para los gastos que genere. La cervecera nos apoya, pero también los mayordomos; es decir los que encabezan año con año la celebración; también aportan un grupo musical. Se gasta, pero lo hacemos por gusto y satisfacción.

Asimismo, dijo que la política está separada de la fe, debido a que por acuerdo, los políticos o candidatos a algún cargo público no puede utilizar esta tradición para hacer propaganda.

Al término de cada vela, ya entrada la madrugada, las parejas se despiden contentas y con algunos alcoholes encima; los hombres se recargan en los hombros de las juchitecas y salen abrazados con la esperanza de estar vivos el próximo año. Mientras, en los pasillos de la pista de baile, se observa un gran río de envases color café: son las miles de botellas vacías que se consumieron.

En Juchitán se come, se bebe y se danza. Aquí los bailes son únicos, de gala, y se hacen de buena fe. Muchos han criticado que la cervecera fomente el alcoholismo, sin embargo, la gente manifiesta que a nadie se le exige beber.