Opinión
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Ciudad Perdida

Escollos a la ley de alcaldías

Posturas encontradas

Sobre el dicho de Zepeda

A

yer por la noche se inició en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal la discusión para darle un marco regulatorio a la ley sobre alcaldías que aprobó la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México.

La discusión pone sobre la mesa dos posturas que se oponen por lo que hace a la formación de los concejos. Mientras unos ven en la elección la forma de legitimar un gobierno y buscan dar los instrumentos necesarios para gobernar, es decir, 60 por ciento del número de concejales para el alcalde y 40 por elección, hay otros que pretenden eliminar cualquier forma de contrapeso para los gobiernos locales, fórmula que da la oportunidad para crear gobiernos con una alta dosis de autoritarismo.

La discrepancia tenía que darse; un nuevo instrumento de gobierno como el que se acordó en la Constituyente necesariamente deberá sufrir una serie de transformaciones que se vayan adaptando a las también nuevas formas de vida en la ciudad.

Y sin embargo, en el fondo lo que se discute es qué tanto valor tiene una elección en esta capital como para dotar de legitimidad al que fue aceptado por mayoría, y qué tanto, por ello mismo, se confía en que no traicione el mandato que se le dio en las urnas. Los candados que se ponen al trabajo de gobierno nos hace suponer que no, que cuando menos en las organizaciones sociales no se tiene ninguna confianza en la legitimidad del voto, es decir, de la elección, y por eso de pronto resulta contradictorio que se busque llevar a la elección a todos o una parte de los concejales si no se confía en el voto ni en el votado.

Se entiende que para partidos en caída libre como el PRI, más que un equilibrio de fuerzas –ni ellos se la creen– se trata de conseguir, de algún modo, un espacio en los gobiernos que les permita seguir con vida, aunque sea en la burocracia. Pero no es dentro de las filas del tricolor desde donde se puede hablar de equilibrios y contrapesos.

Pero, de cualquier forma, es muy interesante saber que desde la ALDF se busca cómo cambiar el texto que ya fue aprobado por la Asamblea Constituyente, y que debería ser respetado en su espíritu y en su letra. El artículo 53 de la Carta Magna local, fracción XXI, numeral 4, dice: Las y los integrantes de los concejos serán electos según los principios de mayoría relativa y de representación proporcional, en la proporción de sesenta por ciento por el primer principio y cuarenta por ciento por el segundo. Ningún partido político o coalición electoral podrá contar con más de 60 por ciento de las y los concejales.

No cabe duda que las discusiones al respecto están plagadas de atavismos no propios de una constitución, y de miedos, de intereses que pueden cercenarse y que causan reacciones de protección que no alcanzan para construir horizontes nuevos, sino al contrario, encapsulan formas que ya probaron no ser lo mejor para una sociedad como la de la capital de la República Mexicana.

La discusión seguirá, los intereses también, ojalá y en bien todos el texto original se respete.

De pasadita

Debemos confesar que por más privada que fuera la conversación que tuvimos con el candidato del PRD al gobierno del estado de México, Juan Zepeda, se trataba de una plática entre un político y un reportero. Aquella noche, escuchaba más que sorprendido las palabras de Juan. No importa lo que diga o no López Obrador, si al final no me alcanza, declino por Delfina, confesaba el candidato que lucía seguro.

Dijo más: la meta es impedir que el PRI siga en el poder, y si para ello tengo que declinar, lo haré, porque esa es la idea. Salvar al estado de México, decía Juan sin que le temblara la voz, seguro de sí mismo, político por todos lados, el mejor candidato de todos los que compiten por el gobierno mexiquense. Por eso ahora uno se pregunta: ¿Sabe alguien dónde anda Juan?