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México=desigualdad

Cepal: cifra récord

Riqueza concentrada

T

errorífico: México ha roto la marca latinoamericana de desigualdad, porque dos terceras partes de la riqueza total están en manos del 10 por ciento de las familias del país, y el uno por ciento de ellas acapara más de un tercio. Además, el 10 por ciento de las empresas concentra el 93 por ciento de los activos físicos, en tanto que el 90 por ciento restante dispone de muy pocos bienes de capital. Por ello, el coeficiente de Gini de la concentración de los activos físicos asciende a la cifra récord de 0.93 (uno es el máximo).

Brutal. Si bien se conoce de la enorme cuan creciente distancia mexicana entre los niveles de bienestar, las cifras y los comentarios que aporta la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, organismo especializado de la ONU que ayer divulgó su Panorama Social 2016 regional), dejan en claro –por si alguien todavía dudara al respecto– que nuestro país es el campeón de la desigualdad en la zona más desigual del planeta.

En castellano simple, y con base en la estadística del Inegi (cada hogar en el país cuenta con 3.9 personas, en promedio) las cifras de la Cepal indican que alrededor de 320 mil familias (menos de un millón 250 mil personas) concentran el 33 por ciento de la riqueza nacional y cerca de 3 millones 200 mil (12 millones y medio de personas) el 66 por ciento. La microscópica diferencia restante se distribuye –inequitativamente, también– entre el resto de la población. Y esto último lleva a otro campeonato para México, pues la participación de los salarios en el producto interno bruto (PIB) ocupa el último lugar en América Latina.

Y la Cepal aporta un tercer elemento que cierra el círculo de la abismal diferencia entre la minoría y la mayoría, y explica el profundo desbarajuste social que registra México: en el periodo 2003-2014, para los mexicanos de a pie la economía creció (también de forma inequitativa) a un promedio anual de 2.6 por ciento, con enormes diferencias en cuanto a estratos y beneficios. Por el contrario, la riqueza registró un crecimiento real promedio anual de 7.9 por ciento en el mismo periodo, lo que significa que en México tal indicador se duplicó entre 2004 y 2014, pero sólo para los más acaudalados.

Sin embargo, esto último permite una síntesis aún más fina: con base en los reportes anuales sobre los multimillonarios mexicanos marca Forbes (15 empresarios), en el periodo citado sus fortunas conjuntas se incrementaron 400 por ciento hasta sumar 143 mil millones de dólares y representar alrededor del 15 por ciento del producto interno bruto para ellos solitos. De ese monto, la mitad pertenecía a una sola persona: Carlos Slim.

Y a lo largo de tres décadas (de Solidaridad –1988– a la fecha, con Prospera) oficialmente el gobierno ha destinado una verdadera catarata de recursos públicos para combatir la pobreza (léase: comprar votos), la cual, en los hechos, sólo la ha incrementado, al igual que las fortunas de los ricos, aunque con especial entusiasmo la de los barones Forbes (todos ellos beneficiarios de la privatización de la riqueza del Estado). En la otra esquina, 63 millones de mexicanos en pobreza, y contando.

La Cepal va más allá: en 2015 el gobierno mexicano administraba el 23 por ciento de los activos; las empresas privadas, 19 por ciento; empresas públicas autónomas, 9 por ciento; instituciones financieras, 5 por ciento. Al mismo tiempo, 7 por ciento de los activos financieros estaban en posesión de extranjeros. No obstante, las familias concentraban la mayor proporción: 37 por ciento, equivalente a 28 billones de pesos mexicanos. Lamentablemente, la repartición de estos 28 billones de pesos es muy desigual.

Dos terceras partes de estos activos físicos y financieros están en manos del 10 por ciento de las familias del país, en tanto que el uno por ciento de ellas más de un tercio. Por ello, el coeficiente de Gini de la distribución de los activos totales (físicos y financieros) de las familias es de 0.79. La repartición de los activos financieros es aún más desigual: el 80 por ciento es propiedad del 10 por ciento más rico.

La estructura de la propiedad es una de las variables fundamentales en el mantenimiento, si no en el crecimiento, de la desigualdad social. Por ello, los estudios empíricos sobre la medición de la riqueza o la desigualdad de activos tienden a coincidir en que esta es una desigualdad mayor, más profunda y más estable que la que arroja la medición sólo del ingreso, subraya la Cepal.

Esa es la crudísima realidad documentada por el organismo especializado de la ONU, pero en otras latitudes, las del gobierno mexicano, florecen las industrias de la mantequilla y del maquillaje institucional: todo le resbala, porque –asegura el ahora cronista deportivo José Antonio Meade (secretario de Hacienda en sus ratos libres)– la economía mexicana va razonablemente bien (la Cepal lo confirma, sin duda), y la inflación (Agustín Carstens dixit) no está fuera de control (aunque se duplicó en un año, producto del brutal gasolinazo de arranque de año, es decir, el mismo que no será inflacionario, y alcanza una de las cotas más elevadas de la última presente).

Y ya entrados en gastos, La Jornada informa (Israel Rodríguez) que entre enero y abril de 2017 el endeudamiento del sector público se incrementó 7.4 por ciento en términos reales, con respecto al mismo lapso del año anterior, en tanto que el monto de los intereses, comisiones y gastos de la deuda se elevaron 42.6 por ciento, de acuerdo con el más reciente reporte de la Secretaría de Hacienda, es decir, de la misma dependencia que se comprometió a no endeudar más al país… en 2017.

Por pago de intereses, más unos cuantos dolaritos de comisiones y gastos de la deuda, del erario salieron más de 49 mil millones de pesos en tan sólo cuatro meses (17 mil millones más que en igual periodo de 2016). Y sólo para dar una idea de qué se trata, ese monto equivale a 1.36 veces el presupuesto 2017 aprobado para la UNAM, o si se prefiere a casi 22 tantos el autorizado al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, por citar un par de casos.

Las rebanadas del pastel

Pero, ¡serenos!, que no todo está perdido. Ya lo dijo el presidente del BBVA (dueño de Bancomer), Francisco González: es admirable la resistencia de la economía mexicana a los desafíos que ha enfrentado. ¡Ole!, pero cómo no lanzar el piropo y las serpentinas, si 40 por ciento de las utilidades netas mundiales de ese grupo financiero las obtiene en México y de su clientela en el país.

Twitter: @cafevega