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Nosotros ya no somos los mismos

Pobreza que arrisca el ánimo

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Uno de los ingresos per cápita más bajos del mundo correspondió a nuestro país. El PIB de México esta por debajo de Argentina, Chile y Uruguay. En la imagen, trabajador chiapaneco en La MercedFoto Yazmín Ortega Cortés
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os datos que vienen son tan desoladores que un ligero gesto de humor no hace daño: Que dicen que fue don Don(ald) al Muro de los Lamentos. Lo reconoció el Muro y se la mentó. The End.

En la entrega pasada echamos así, al desgaire, una superficial miradita a las utilidades y recursos de todo tipo (muchos legales, aunque no precisamente éticos, legítimos o simplemente, humanos y no me refiero a la especie, sino a la conciencia que, se dice, nos distingue de los seres irracionales). Seguramente, cuando concientizamos a dónde va a dar el producto del esfuerzo diario de millones de personas, inevitablemente imitaremos al Muro. Pues vengan otros datos que darán consistencia a nuestro ya longevo reclamo.

Nos quedamos en el reporte de Israel Rodríguez. El solo encabezado de su columna arrisca el ánimo (también, el ánimo): ¿saben ustedes que en este país 227 mil inversionistas de la BMV (Bolsa Mexicana de Valores) ‘‘poseen más de 8 billones de pesos’’. Y que de estos billoncitos tan sólo 8 ‘‘equivalen a 45% del PIB del país?’’

Para bien entendernos, unos elementales breviarios: PIB: ‘‘suma de todos los bienes y servicios por empresas nacionales o extranjeras dentro de un país y en un tiempo determinado’’. ‘‘Valor monetario de la producción de bienes y servicios de la demanda final’’.

PIB per cápita: ‘‘suma de todos los bienes y servicios finales producidos por un país (generalmente durante un año), dividido entre la población estimada’’. (¿Y qué hay de la que no sólo no estimas, sino te cae de la patada? ¿Esa no es tomada en cuenta?) Sólo que la acepción de la palabra estimada no tiene que ver con el afecto, la buena voluntad, el cariñito, sino con una evaluación, un cálculo, una medición, un ‘‘más o menos’’.

Bueno, pues en mi más reciente búsqueda no salimos nada bien librados: uno de los ingresos per cápita más bajo del mundo correspondió a nuestro país: 8 mil 543 dólares. Se calcula que el PIB argentino es 45% superior a México, Chile 51% y Uruguay 86%.

Por otra parte, a principios del mes pasado una fuente virginal, inmaculada, ‘‘libre de toda sospecha’’ (nos diría en los años 70 Elio Petri, acompañado de Volonté y Morricone) de haber cometido pecado alguno de desestabilización, sedición, compló o guerra sucia dio a conocer una información (para mí), top secret, reservada para los sistemas de inteligencia del país. Busqué la confirmación en varios medios y no la encontré, pero evidentemente no podía pasar desapercibida para don Roberto González. La leí, me espanté. La transcribo, abreviada, y me apanico de nuevo: La brecha de crecimiento entre los estados se ha ido ampliando. Un grupo de entidades está cayendo en el subdesarrollo. Se está creando un ‘‘caldo de cultivo’’ para la movilización social. En Quintana Roo, la economía creció 7% y en Campeche se desplomó en 7.4, o sea, la diferencia entre las dos entidades es de 14.4%, sostiene (Guillermina Rodríguez Licea, coordinadora de Estudios Económicos de Citibanamex, quien además añade: ‘‘La región vive’’ desde hace muchos años con un riesgo social latente. Sí es un caldo de cultivo [la falta de crecimiento] para las movilizaciones sociales, pero en este momento no vemos la situación como grave’’ (Esperen que el niño esté ahogado.)

Pero al margen de estos deprimentes datos: ¿entendemos claramente que ‘‘ahogado’’ significa que 227 mil personas, es decir, 0.18% de la población del país, son las dueñas de casi la mitad de la riqueza que, de manera colectiva, produjimos 120 millones de mexicanos durante un año de trabajo? Y, a propósito, ¿cuántas, según usted, son 221 mil almas, eso sí bien acaudaladas, hasta en indulgencias plenarias y bendiciones papales? ¿Qué tanto espacio ocuparían esos privilegiados tycoon, si los convocáramos a una asamblea de la Bolsa Mexicana de Valores? Antes de contestar, por favor reflexione: se trata de la reunión de los mexicanos, que han logrado consolidar un cochinito de más de más de 8 BILLONES de pesos. Breviario: En español un billón representa un millón de millones. (Un 1 seguido de 12 ceros. 1,000,000,000,000. En economía y lenguaje gringo, billion significa mil millones, o sea, un 1 seguido de nueve ceros: 1,000, 000, 000. Conocer esta sutil diferencia es de vital importancia no sólo en el mundo de las finanzas, sino también en el del amor y la familia: equivocar estos términos en la fijación de una dote o en la firma de un contrato prenupcial puede tener más graves consecuencias que las acaecidas por el disenso que se dio entre los socios de la próspera empresa Capuleto/Montesco SA, allá por el año de 1597.

Pero no demos más vueltas. Me dicen que el estadio Azteca tiene un aforo, o capacidad de recepción, de 87 mil personas. Aceptemos la cifra, porque peores cosas creemos. Si el estadio se llena en tres ocasiones en razón de partidos a los que hasta los internos de la Cruz Verde asisten, esos aficionados sumarían 261 mil, o sea, 34 mil personas más que los dueños, los poseedores de nuestro país. El ‘‘sube y baja’’ (viejo entretenimiento de una infancia que no conoció el Pac-Man, menos el Pokemon) está verdaderamente desbalanceado: 119 millones 999 mil 773 están sentados de un lado de la viga; del otro, 227 mil Gastón Billetes, el inolvidable personaje de Abel Quezada que reflejó, durante años, a las hornadas de millonarios surgidos, como Jinetes del Apocalipsis, de los gobiernos posrevolucionarios.

Esta imagen me lleva a recordar al entrañable Guillermo Bonfil y su ‘‘México Profundo’’, aunque el sentido exacto de su expresión fuera otra. (De pasada, todo Bonfil que conocí: Alfredo y el padre de ambos, el ‘‘maistro’’ Ramón G. Bonfil, fueron entrañables). Al fondo, profundo, muy profundo, está la gleba, la chusma, el pobrerío, el infelizaje (aunque en las encuestas no se reconozcan como tales, sino como clases medias ligeramente venidas a menos). De la superficie para arriba, se ubica la tierra de Jauja: la de las casas de chocolate, los ríos de leche, los tocinos, merengues. Descanso y diversión sin término. La del trabajo impensable para los detentadores y la diversión permanente para ellos y sus hermosas familias. Es decir, el reino de la plusvalía, los fueros y privilegios. Las diferencias, evidentemente, son insalvables. Ni al Flautista de Hamelin (1284) se le ocurriría entonar nuestro desubicado (histórica y conceptualmente Himno Nacional) y pretender que los millones de parias saliéramos desde de nuestras favelas a defender la tierra de Jauja.

Pregunto con candor: ¿cuando cualquiera amenace los “intereses nacionales’’ de los de arriba, la unidad entre los mexicanos surgirá esplendente y la patria será una, solidaria e indivisible? Me atrevo y contesto: ¡Sí Chucha!

Este mediodía del domingo, que escribo mis mal hilvanados y siempre tardíos renglones, se están llevando a cabo elecciones en varios estados. Por diversas condiciones ampliamente conocidas, la del estado de México concentra la atención nacional. Yo, sin embargo, no puedo sustraerme a los orígenes y toda mi atención está puesta en la de Coahuila. Hace rato un paisano que estaba aquí me preguntó con ganas de discusión: ‘‘Tú y Moreira son buenos amigos, pero, ¿fríamente crees que va a ganar?’’ Por hacer tiempo, le contesté: ‘‘Esa es una pregunta doble y sólo puedo contestar la mitad: yo soy amigo de Moreira y, espero que bueno. Si él es mi amigo, pregúntaselo a él’’. Y esto es cierto. Mi amistad o simple conocencia es muy breve. La relación familiar es de larga data: su madre era la directora de la escuela donde mi tercera abuela reciclable era maestra. Su cercanía las llevó a procurar presentarnos. Nunca se dio la oportunidad y conocí a Rubén en una ceremonia a la que me invitó (y que le agradecí infinitamente) a decir unas palabras en recuerdo del hombre que más he respetado intelectual y éticamente en mi vida: Federico Berrueto, un profesor de primaria. Nada más, pero nada menos que un ‘‘maestro de primaria’’, solía presentarse.

Allí se inició una relación de afecto y respeto. Jamás me insinuó un comentario en la columneta, que yo hubiera considerado falto de respeto. Ahora las cosas son diferentes y, para mí, es un ciudadano con derecho a exponer sus opiniones. Lo que regateé a seis años de poder no niego a un ciudadano.

Por favor, dénme otra oportunidad de decirles lo que tengo guardado para ustedes.

Twitter: @ortiztejeda