Miami. Un divorcio doloroso tiene consecuencias en la salud de los niños y los efectos perduran en la edad adulta, sostiene un estudio. Para realizar la investigación, publicada este lunes en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, 201 adultos sanos fueron puestos en cuarentena y expuestos a un virus de un resfriado común, y estuvieron bajo observación cinco días. De ellos, los que sus padres se habían divorciado (o separado) y habían roto cualquier contacto durante años presentaron tres veces más propensión a enfermarse que los hijos de parejas que se habían divorciado, pero habían permanecido en contacto. Estudios anteriores habían concluido que los adultos cuyos padres se separaron durante la infancia son más propensos a tener mala salud. Según este nuevo estudio, el riesgo se debe, al menos en parte, a una inflamación más intensa después de una infección viral. Las experiencias estresantes al principio de la vida afectan nuestra fisiología y los procesos inflamatorios, que aumentan el riesgo de tener problemas de salud y de desarrollar una enfermedad crónica, explicó Michael Murphy, de la Universidad Carnegie Mellon.