Opinión
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Ciudad Perdida

¿Un tinglado de Mercado?

Una suspensión sospechosa

E

n la agenda de trabajo del Gobierno de la Ciudad de México del miércoles que pasó no estaba inscrita ninguna actividad de la Secretaría de Gobierno; no obstante, poco después del mediodía los reporteros asignados a la cobertura de los trabajos del gobierno central recibieron una invitación que los convocaba a reunirse con la titular de la dependencia, Patricia Mercado, con motivo del papelón al que se sometió a Miguel Ángel Mancera, quien por la mañana del martes aplaudía las inversiones en lo que será el hotel Ritz Carlton del Paseo de la Reforma, dentro de la torre Punto Chapultepec, y horas después, por órdenes de la señora Mercado, la obra de 6 mil millones de pesos quedaba suspendida.

La secretaria de Gobierno, quien estaba enterada de que Miguel Ángel Mancera estaría en la Torre Mayor, que se halla junto al rascacielos Punto Chapultepec, porque la actividad estaba registrada en la agenda del jefe de Gobierno, a la que ella tiene acceso, mandó la suspensión de actividades; es decir, parar los trabajos de construcción de la obra a la que Mancera se refirió con las mejores palabras, como para decir a los inversionistas que el discurso del jefe de Gobierno no tiene ningún respaldo, que es pura demagogia.

La lectura del hecho no es interpretación de Ciudad Perdida, sino de buena parte del gabinete de Miguel Ángel Mancera, que ve en la actitud de la señora Mercado un acto doloso que busca entorpecer, cuando menos, el gobierno al que ella supuestamente sirve, pero con el que ahora, cuando menos ahora, ya no está de acuerdo y busca exhibirlo como débil, esta vez frente a los grandes inversionistas de la ciudad, a quienes les manda un solo mensaje: Mancera no es confiable.

Nadie se explica tampoco por qué se ordenó ese día, el martes pasado, la suspensión de una obra que desde hace mucho tiempo ha recibido denuncias por la serie de arbitrariedades que han cometido los desarrolladores. La realidad no habría cambiado si se hubiera dado aviso al jefe de Gobierno para que, en tal caso, no asistiera a la reunión en la Torre Mayor, pero sólo se le informó de que estaba en proceso una verificación de la obra, y el jefe de Gobierno cayó en la trampa.

Para quienes trabajan alrededor de Patricia Mercado, la conferencia que ofreció ayer, pasado el mediodía, era innecesaria, y lo decían porque así lo hizo saber ella cuando al inició de la comunicación explicó que su presencia frente a los medios de comunicación era a petición del jefe de Gobierno, seguramente porque ella no vio en sus hechos ninguna consecuencia política, sino más bien una buena coincidencia.

Hace no mucho tiempo Miguel Ángel Mancera sacó del gabinete al secretario de Turismo a Miguel Torruco Márquez, a quien acuso de traición, es decir, de obedecer a intereses políticos diferentes a los suyos, aunque cuando menos públicamente no se supiera que le hubiera tendido alguna trampa. Hoy, frente a los hechos, hay mucha gente que se acuerda con certeza de los lazos políticos de Patricia Mercado y la delegada de Miguel Hidalgo, la panista Xóchitl Gálvez, y uno se pregunta: ¿será que la alianza con el PAN de la que tanto se habla en las filas chuchistas será en contra de Mancera?

Seguramente esa relación PAN-Patricia es, en los términos que usa la secretaria de Gobierno, nada más que una buena coincidencia. Mancera tiene la palabra.

De pasadita

Vivimos muy lejos de la verdad, arropados por el cinismo, y uno de los exponentes conspicuos de esta circunstancia política es un diputado yucateco de origen, quien se atrevió a decir que Morena, o mejor dicho Andrés Manuel López Obrador, se creía el dueño de las elección en el estado de México, y que no respetaba la voluntad de la población de esa entidad.

Vaya, pues ahora resulta que los que han gobernado casi un siglo en esa entidad aseguran que hay quien se siente dueño de la elección, y seguramente se sienten ofendidos porque les quieren arrebatar la propiedad de esa parte del país, y lo peor, se niegan a respetar el dineral que se han gastado en convencer a la voluntad popular que respalda la propiedad que ellos ejercen casi desde siempre. Qué cinismo.