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Moda en México: implantes y cirugías estéticas

E

n este siglo tomó carta de identidad una forma de alterar el cuerpo de las mujeres por vanidad, estética o necesidad: los implantes mamarios. Es una cultura que reina en muchos países y sin que ni siquiera el cuerpo de quienes recurren a ellos tengan la edad adecuada. Muchas jovencitas a punto de cumplir 15 años ya no piden a sus papás una celebración tradicional, con baile y chambelanes. Mejor un implante mamario.

Es tal la euforia, que la televisión se ocupó del fenómeno con dos telenovelas: Sin tetas no hay paraíso. Y una segunda, donde se asegura lo contrario. Pero de lo que poco se habla es de la calidad de los materiales de que están hechos los implantes y los problemas de salud que causan. Y esto, pese a la advertencia de algunas organizaciones médicas y organismos oficiales.

Hace 17 años, por ejemplo, las autoridades de salud de Estados Unidos prohibieron la venta de los Poly Implant Prothèse (PIP), elaborados en Francia, país que apenas en 2010 detecto un nivel anormal de roturas de prótesis PIP y prohibió su venta y exportación debido a cientos de denuncias legales de mujeres afectadas. Además, el gobierno galo recomendó retirar los implantes si hay peligro de rotura y asumió el costo si se utilizaron por razones médicas. Luego investigó a la empresa por daños y homicidio involuntario tras aumentar las quejas a más de 5 mil y morir de cáncer tres mujeres tras rompérsele la prótesis. Otros países prohibieron los PIP.

En paralelo, médicos comprobaron que la mitad de las PIP se quebraban al cumplir 10 años y aconsejaron retirarlas. Un implante roto puede provocar dolor y hasta inflamación de ganglios linfáticos o infecciones. Y las PIP tuvieron roturas 30 por ciento superior al de otras marcas.

Brenntag, el distribuidor de químicos más grande del mundo, admitió posteriormente haber vendido a PIP silicona industrial y que los implantes defectuosos contenían gel alimentario. El escándalo alcanza dimensión mundial por las denuncias de miles de afectadas. Y porque el Instituto del Cáncer de Francia y recientemente la Agencia de Medicamentos de Estados Unidos, advirtieron que quienes portan implantes mamarios corren el riesgo de padecer una rara forma de cáncer que afecta a las células de sistema linfático y causó ya la muerte de nueve personas en el vecino país.

El fundador de PIP, Jean-Claude Mas, fue sentenciado en 2016 a cuatro años de cárcel. Reconoció haber utilizado gel no homologado. Lo extraño del asunto es que en las inspecciones de las autoridades en su fábrica no detectaron que usaban un gel de silicona industrial.

En México la moda de los implantes y las cirugías estéticas ha causado numerosas víctimas, a ciencia y paciencia de las autoridades sanitarias. ¿Hasta cuándo?