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La maldición de la política

C

omo están las cosas en Veracruz, pudiera pensarse que la política es una maldición que se ensaña con sus habitantes sin importar quién gobierne o de qué partido provenga. Denostada, prostituida, la política se ha convertido en una forma de administrar el estado por un grupo no dedicado a velar por el bien de la colectividad, sino empeñado en obtener beneficios grupales y, en el gobierno de la alternancia, familiares.

La misma turbiedad, los mismos vicios, excesos y componendas; la misma corrupción, deshonestidad y negligencia que asolaron la entidad en el sexenio pasado se recicla hoy en el minigobierno de Miguel Ángel Yunes, quien prácticamente a la mitad del camino se parece cada vez más a su antecesor.

Utiliza el mismo argumento de Javier Duarte: negar la realidad, como si la premisa fuera, una vez llegado al poder, darse de alta en el club de la simulación dedicada al engaño político, pero aún peor: con pretensiones de instituir un linaje familiar que se ocupe de los asuntos de Veracruz en los próximos ocho años.

Para el yunismo empoderado, la realidad no sólo es distinta a como la percibe la sociedad, sino incluso opuesta. Así, resulta que gracias al gobernador, el pillo de Javier Duarte y algunos miembros de su camarilla se encuentran en la cárcel.

Ha dicho que es el único responsable de que se haga justicia, cuando a todas luces es un recurso para continuar su campaña electoral-familiar, cobrar a sus enemigos políticos viejas facturas y saciar una sed de venganza que lo ha cegado política y éticamente.

Yunes ha asegurado que está poniendo a Veracruz de pie, cuando las estadísticas dicen que no hay empleo, el éxodo de mano de obra calificada a otros estados se nota, particularmente en Coatzacoalcos, donde se han perdido más de 10 mil empleos; prevalecen la pobreza y la falta de obra pública.

Sostiene que los índices de inseguridad van a la baja, cuando a diario hay decenas de asesinatos y robos. La delincuencia hace de las suyas mientras el órgano institucional de seguridad, está dedicado a consolidar un aparato electoral y de vigilancia similar al que construyó como secretario de Gobierno en la administración de Patricio Chirinos.

Eso sí, siempre está atento a romper violentamente bloqueos de colonos en demanda de servicios que nunca llegan o de campesinos solicitantes de apoyos.