Opinión
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Los de abajo

No están solos

A

urora Lolita Chávez es sanadora y luchadora. También es autoridad ancestral maya k´ichée e integrante del Consejo de Pueblos del K´ichée en Guatemala. Lolita es perseguida y atacada por su defensa del territorio contra la mercantilización de los bienes naturales y por eso, el pasado 7 de junio, fue agredida junto con Rosa Gallardo y Gabriela Cruz, otras feministas autónomas, por madereros armados y amparados en la impunidad institucional.

La sonrisa de Lolita no deja lugar a dudas de su vocación de sanadora. Es ella una de las que mantiene el pequeño altar que, con velas y flores colocadas en círculo en la plaza central de Guatemala, recuerda y nombra a las 41 niñas asesinadas en la Casa Hogar Seguro Virgen de la Asunción.

Igual que en México, en Guatemala impera la destrucción de la naturaleza por empresas coludidas con el Estado, y la represión, criminalización y muerte contra quienes se oponen a la devastación y el despojo. Por eso Lolita y sus compañeras son violentadas. Y como son mujeres, por eso también, además del despojo, son víctimas de la violencia machista que actúa con amenazas de asesinato y violación sexual de los hombres armados.

La Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario desde Iximulew-Guatemala, denuncia los mecanismos del Estado para reprimir con violencia a mujeres y hombres de los pueblos originarios que defienden su territorio, en medio de la indiferencia social organizada de manera intencional para hacer de la apatía la norma de vida y el enjuiciamiento de las mujeres indígenas como bloqueadoras del supuesto desarrollo.

Lolita defiende con su vida las montañas del K´ichée. Se opone con el cuerpo a la deforestación, pues es guardiana de bosques, montañas y ríos. Lucha por la autonomía alimentaria, la cultura originaria y la espiritualidad ancestral. Por eso es perseguida, atacada y criminalizada. La consideran una mujer peligrosa, porque en Guatemala quien se opone al saqueo legalizado pone en riesgo la ganancia, afirma la Red.

Luego de la agresión armada a Lolita y a sus compañeras, que incluyó a niños, el Consejo K´ichée exigió fin a las amenazas y reiteró su exigencia de parar la tala de árboles inmoderada y la suspensión de 97 concesiones forestales, pues la gente, literalmente, se está quedando sin agua y sin montaña.

Y todo porque, como en México (Cherán, por ejemplo), la delincuencia organizada deforesta los bosques con la complicidad de políticos locales y federales.

Detener la devastación de los bosques y poner fin al hostigamiento contra quienes lo defienden es una urgencia. Lolita y los pueblos del K´ichée no están solos.

www.desinformemonos.org.mx