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De nuestras Jornadas

Mediocridad

E

l fin de semana, la ex candidata priísta a la gubernatura, Lorena Martínez, anunció su regreso al estado para contender por una senaduría en 2018. Viene de Veracruz, donde su partido la nombró delegada. Interrogada sobre los resultados en las elecciones en esa entidad, la ex alcaldesa de la capital aguascalentense se ufanó del triunfo que fue quedar en segundo lugar.

Es posible que su compañero de fórmula sea Otto Granados Roldán, subsecretario de la Secretaría de Educación Pública y ex gobernador. A diferencia de otras entidades, en Aguascalientes la gubernatura no es el último escalón, sino la casa de reposo de quienes ya llegaron a la cúspide de su carrera política. El panista Felipe González ingresó al Senado después de haber gobernado Aguascalientes, por ejemplo.

El Senado es, debiera ser, el sitio donde se discuten los temas que nos conforman como nación, adonde las entidades federativas mandan a sus mejores mujeres y hombres para defender y fortalecer el pacto federal. Se supone que a los miembros de esa cámara los deberían distinguir la experiencia y la inteligencia en materia política. En Aguascalientes funciona distinto: es el premio de consolación por no haber logrado un triunfo o la casa de reposo de quien no aspira a más.

La mediocridad de la clase política aguascalentense es tan evidente que desde hace décadas ningún político ha logrado encabezar un movimiento de oposición o de gobierno que destaque en el ámbito nacional. Si logran ingresar al gabinete presidencial siempre es en puestos segundones, como subsecretarios, directores, presidentes de algún organismo desconcentrado. Quizá lo más grave es que tampoco se destacan por sus iniciativas, por sus ideas. Peor aún, incluso en la corrupción tienen un lugar mediocre: las pillerías del panista Luis Armando Reynoso Femat no le pisan los talones a los robos multimillonarios de Javier Duarte de Ochoa en Veracruz, por ejemplo. Son rateritos de poca monta.

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Twitter: @jornadags