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Impulsa referendo para impedir la entrada de cruceros

La sociedad civil sale a defender la riqueza cultural de Venecia

Abogan por prohibir nuevas excavaciones en la laguna de esa ciudad patrimonio de la humanidad

Este turismo masivo es perjudicial: activistas

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Aspectos de un crucero que arribó a la laguna de Venecia, frente a San Marco, donde el domingo pasado se efectuó un referendo con la finalidad de defender la riqueza artística y cultural de esa ciudad declarada por la Unesco patrimonio de la humanidad en 1987Foto © Gianni Berengo Gardin/ cortesía Fondazione Forma per la Fotografia
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de junio de 2017, p. 6

Venecia.

En la ciudad italiana de Venecia, referente de la cultura universal y patrimonio de la humanidad desde 1987, según declaratoria de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la sociedad civil impulsa un referendo cuya finalidad es impedir no sólo la entrada de grandes cruceros a la laguna de esta urbe, sino cualquier nueva excavación para que esos buques atraquen (La Jornada, 31/5/17).

Mientras el abstencionismo caracterizó la segunda ronda de las elecciones legislativas francesas el domingo 18, en Venecia, ese día, sufragaron unas 18 mil personas –rebasando por mucho las expectativas de los organizadores, que definieron esa consulta popular como éxito absoluto–; de esos votantes 98.72 por ciento se expresaron en favor de defender el patrimonio artístico y cultural de la ciudad.

Aunque sin validez legal, la votación fue un vigoroso acto político de la ciudadanía contra la debilidad municipal y del Estado, para combatir una actividad mercantil que daña a la ciudad y sus habitantes.

Tommaso Cacciari, líder del Comité No Grandi Navi, principal ente organizador del referendo, explica en conversación con La Jornada este complicado panorama, desde una banca bajo la sombra de un árbol en el Campo Santa Margherita, punto central del acto de entre 63 casillas para votar distribuidas por las plazas de Venecia, Mestre y Marghera.

Retener el dinero a bordo

–¿El turismo de los cruceros qué aporta a la ciudad?

–Prácticamente nada, como demuestra el estudio desarrollado por Giuseppe Tattara, profesor de economía de la Universidad Ca’ Foscari de Venecia.

Sergio Bologna, experto en logística de puertos, elaboró una radiografía de la facturación de esas embarcaciones y descubrió que sus ganancias provienen 50 por ciento de la venta de boletos y 50 por ciento del shopping interno.

Es todo un sistema pensado para consumir y retener el dinero dentro, empezando por lo minúsculo de los camarotes que obligan a las personas a salir y consumir. A diferencia del pasado cuando viajaban los ricos, los barcos hoy son cada vez más grandes para equilibrar los costos de un turismo masivo.

Según Paolo Costa, ex presidente del puerto de Venecia, los turistas de crucero son vacas de pastoreo que no impactan en la ciudad, porque baja tan sólo 26 por ciento de la tripulación, mientras 74 por ciento permanece a bordo.

–¿El puerto no genera ganancias que indirectamente beneficien a la ciudad?

–Los cruceros pagan por atracar en el puerto (aunque de Venecia tiene sólo el nombre, porque en realidad es de Roma). Es una institución que pertenece al Ministerio de Transporte, pero que desde hace tiempo se constituyó como una sociedad por acciones, es decir, inicialmente era mixta (pública y privada), pero después se volvió totalmente privada, vendida a una sociedad turca llamada Venecia Terminal Passeggeri (VTP), que tiene el monopolio del muelle de amarre. Cuando, por ejemplo, llega el crucero MSC, tiene que pagar 100 mil euros para atracar, pero no los recibe la ciudad, ni siquiera Roma.

–Entonces, ¿por qué piden ustedes que los cruceros salgan de la ciudad si además es un número que incide poco, tan sólo millón y medio de turistas anuales respecto de un total de 25 millones de visitantes?

–Porque el paso de los cruceros crea graves daños a la ciudad y al ambiente, pues al desplazarse empujan un gran volumen de agua hacia los lados que va de 35 a 40 mil metros cúbicos, ocasionando un efecto de resaca, una especie de rechupe que aspira el material del fondo.

“Las piedras de Venecia están puestas sobre fango, con un componente blando que viene aspirada, verificándose colapsos. Si vas a la isla de San Giorgio, por ejemplo, y pones en la famosa iglesia de Andrea Palladio una pelota a la entrada, se irá rodando por la pendiente en que está. ¿Quién paga esto? ¿La capitanía de puerto? ¿Los turcos? ¿Las compañías de cruceros? No, pagamos nosotros.

Además es dañina para la salud y el ambiente, porque según un estudio de la Universidad de Washington, un barco contamina el equivalente a 16 mil autos.

–¿Qué solución proponen?

–Que estos cruceros queden fuera de la laguna. Existe un proyecto offshore en el Lido, realizado por Cesare de Piccoli, junto con la multinacional suiza Duferco; puede consultarse en línea y ha sido aprobado por la Comisión Federal Nacional de Impacto Ambiental, dependiente del Ministerio de Transporte.

–¿Qué solución plantea el Estado?

–Proyectos absurdos que uno tras otro han sido rechazados, porque con ello caería el monopolio de la VTP, tendría que hacerse un concurso europeo en el que perderían, porque en Europa habría propuestas mil veces mejores.

Ambivalencia veneciana

–¿Qué ha hecho la sociedad civil ante ese panorama y el comité que usted dirige en particular?

–El gobierno sólo titubeaba. Por la movilización social se ha visto obligado a tomar una posición, de lo contrario todos los partidos dejaban las cosas como estaban. La cuestión de los cruceros no la quería enfrentar ningún partido y ahora nadie defiende a esos buques.

“Nos integramos –prosigue Paolo Costa– hace cinco años y comenzamos protestando en las calles unas 30 personas, mientras para septiembre pasado sumábamos 6 mil. Instalar 63 casillas por la ciudad es un triunfo, pues las personas al salir de sus casas tenían que toparse con nosotros.”

–Las personas, ¿qué dicen de los 25 millones de turistas que arriban a la ciudad?

–Están exasperados, pero hay también una ambivalencia veneciana: por un lado se quejan y por otro alquilan sus casas a los turistas a precios altísimos. Por ejemplo, acabo de dar en alquiler un miniapartamento de 45 metros cuadrados por 500 euros al mes a una amiga. Si lo ofreciera a Airbnb, lo rentaría por 100 euros al día.

–¿Qué proponen para resolver el problema del turismo?

–Residencia. Tiene que promoverse el regreso de los residentes. Es imposible pensar que haya un número cerrado de visitantes. ¿Qué haríamos? ¿Pondríamos carros armados a la entrada de la ciudad? ¿Soldados? ¿Costales de arena? ¿Excluimos a los turistas que no son millonarios?

Respecto del papel de la Unesco y la amenaza de excluir a Venecia de la lista del patrimonio habla el arquitecto Cristiano Gasparetto, integrante de Italia Nostra y de No Grandi Navi.

“El papel de la Unesco –dice– ha sido equivoco. Inicialmente, aun con reticencias, escuchó a las organizaciones civiles y apoyó nuestras propuestas, amenazando al Estado italiano con la exclusión de Venecia del sitio Unesco. Era una amenaza fuerte y estábamos contentos pero después, en enero, el alcalde Luigi Brugnaro llevó a París una propuesta vaga, y para el problema de los cruceros proponía excavar el canal Vittorio Emanuele. Sin embargo, la Unesco difundió un comunicado diciendo que estaba muy impresionada de las propuestas y que aplazaba dos años la decisión respecto de la exclusión de Venecia, que se definirá en 2019. Quedamos perplejos y creemos que la posición de la Unesco haya sido pilotada por fuerzas quizás políticas muy fuertes, contrarias a las solución del problema. La Unesco ha aceptado declaraciones fumosas que sólo posponen el problema.”