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México SA

Inflación a paso veloz

Realidad mata discurso

EPN: patética defensa

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a historia se repite, quincena tras quincena, mes tras mes, como efecto del brutal gasolinazo que entró en vigor con el arranque mismo de 2017, el cual –versión oficial– no sería inflacionario”. Y tan no lo fue que el aumento de precios en todos los sectores de la economía ha sido permanente y sostenido hasta reportar, en la primera quincena de junio, el nivel más elevado de los pasados ocho años.

Cierto es que lo anterior ya no sorprende a nadie, porque la presente administración gubernamental sistemáticamente ha incumplido sus promesas y compromisos –con notario o sin él–, las cuales van desde el futuro promisorio hasta el respeto al estado de derecho, pasando por todo lo demás (sin olvidar el “ya no habrá gasolinazos” ni tarifazos eléctricos de Peña Nieto).

Cuando en diciembre pasado anunció el megagasolinazo que entraría en vigor en el primer segundo del año nuevo –con aumentos de hasta 24 por ciento–, el titular de la Secretaría de Hacienda, José Antonio Meade, pidió a los consumidores no asustarse por tal medida, porque con el nuevo esquema se divorciará el precio del petróleo de razones tributarias o políticas (por cierto, tal afirmación se publicó el Día de los inocentes).

De hecho, el ramalazo propinado a los consumidores por el gobierno peñanietista confrontó posiciones entre la sagrada famiglia (capici) financiera del sector público: Meade insistió en que no habrá impacto inflacionario” por el gasolinazo, pero Agustín Carstens, el gobernador del Banco de México, advirtió que subirá la inflación, con la amenaza de rebasar la meta (3 por ciento, con un margen de más uno-menos uno). Y no la rebasó: la duplicó, calentando, aún más, el ambiente social, todo ello aderezado con los tarifazos eléctricos que –versión Peña Nieto– tampoco se darían más.

Pero como la estrategia gubernamental simplemente no va más allá de que las aguas se calmen y retomen su nivel, a lo largo de los meses repitió el discurso de que el gasolinazo no es inflacionario, mientras la propia información oficial daba cuenta de que los precios comenzaron a subir y no sólo para los consumidores, sino para los productores. Y, hay que reconocerlo, sirvió, porque tras un arranque de año pletórico de protestas, a estas alturas los consumidores –calladitos y de buen modo– pagan precios estratosféricos por el combustible (Es cuestión de acostumbrarse, como en el asunto del espionaje).

Aún se escuchan los cánticos del sonriente inquilino de Los Pinos, cuando en 2016 presumía a diestra y siniestra que México –versión oficial– registraba la inflación más baja desde que se tiene registro de este indicador, casi tan reducida como su nivel de aceptación por parte de los mexicanos. Pero, como siempre, realidad mata discurso.

Ayer, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que en la primera quincena de junio de 2017 el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró un incremento de 0.15 por ciento y una tasa anual de 6.3 por ciento, proporciones, repectivamente, 7.5 y 2.5 veces superiores a las registradas en igual periodo de 2016, nivel más que preocupante para una medida –el gasolinazo– que no será inflacionaria.

Y en esto de los índices destaca el relativo a los precios de la canasta básica, porque en el lapso citado se registró un incremento de 8.61 por ciento a tasa anualizada, contra 0.78 por ciento en la primera quincena de junio de 2016, es decir, el crecimiento de tales precios se multiplicó por 10.4 en el periodo. Así, el aumento en 2017 al salario mínimo (3.9 por ciento, más un monto independiente de recuperación de cuatro pesos sólo para quienes obtienen un miningreso) quedó más que fulminado.

Pero el asunto no termina allí. El propio Banco de México prevé que la inflación general anual alcance su nivel máximo en los próximos meses para después retomar una trayectoria descendente (ese es el discurso en uso desde enero pasado, cuando la inflación fue sustancialmente menor que la actual), y anticipa que si bien en 2017 la inflación se ubique considerablemente por arriba de la cota superior del intervalo de variación del Banco de México, durante los últimos meses de este año y todo el próximo retome una tendencia convergente hacia el objetivo de 3 por ciento y alcance dicho nivel hacia el cuarto trimestre de 2018.

Lo anterior en el mejor de los casos, porque tal previsión está sujeta a riesgos. Al alza, el principal es que ante la simultaneidad y magnitud de los choques (como el alza en los energéticos y la devaluación del peso) se presenten efectos de segundo orden sobre la inflación, reflejándose en incrementos en sus expectativas.

Para el Banco de México, las condiciones en el mercado laboral han venido estrechándose y la evolución de los costos unitarios de la mano de obra podría empezar a reflejarse en la inflación. En cuanto a los riesgos a la baja, la apreciación de la moneda nacional se podría consolidar e incluso observarse una apreciación adicional, además de que los precios de los energéticos podrían disminuir, en línea con sus referencias internacionales. También podrían registrarse reducciones en diversos precios de la economía como consecuencia de las reformas estructurales.

Pero bueno, todo lo anteriormente citado para que el Banco de México decretara otra alza a su tasa de interés (0.25 para elevarla a 7 por ciento) que repercutirá en los usuarios del crédito, especialmente de dinero plástico.

Las rebanadas del pastel

Patético, por decirlo suave, el discurso de Enrique Peña Nieto en defensa de sí mismo por el espionaje gubernamental a periodistas y activistas. Nada más falso, dijo, porque ninguna de las personas que se sienta agraviada puede afirmar, mostrar o evidenciar siquiera que su vida resulte afectada, lastimada por esas supuestas intervenciones y por ese supuesto espionaje. Y nada más fácil que señalar a un gobierno que se dedique a esta actividad. Mentirosos, pues, aunque él mismo admite que “somos una sociedad en la que las más de las veces nos sentimos espiados; yo mismo como Presidente de la República… pero soy cuidadoso en lo que hablo telefónicamente”. ¡Ole! Donde de plano el respetable no aguantó la risa fue cuando a EPN se le ocurrió decir que “el uso de inteligencia que tiene el gobierno…” (en el fondo se escuchó el coro: nada más falso).

Twitter: @cafevega