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26 aniversario luctuoso del artista

En un poema-dibujo, Alcira Soust Scaffo retrata al pintor, desde algún lugar de Montevideo

Rufino Tamayo del mundo
Foto
El pintor Rufino Tamayo, quien falleció el 24 de junio de 1991Foto Archivo
 
Periódico La Jornada
Sábado 24 de junio de 2017, p. 2

Cuando el pintor Rufino Tamayo murió el 24 de junio de 1991, en algún lugar de Montevideo la poeta uruguaya Alcira Soust Scaffo le dedicó unas palabras, como ella acostumbraba hacerlo, escritas, o mejor dicho, dibujadas, de su puño y letra.

El texto comienza: Al pueblo de Uruguay y al pueblo de México/ de Oaxaca/ Rufino Tamayo del mundo/ tú no has muerto/ en México/ amanece la jornada/ Y es el día/ Y es el día/ y la noche/ hila noche/ el sol y la luna/ el sol hila luna/ las estrellas/ las estrellas/ el mito de Quetzalcóatl.

Después, la propia Alcira narra, siempre a su manera deshilachada, que fue la primera ayudante del artista, en 1964. Es entonces que adquiere identidad la chica que durante mucho tiempo nadie logró identificar en una foto donde Tamayo y ella están frente al mural Dualidad, que el oaxaqueño pintó para el Museo Nacional de Antropología.

La historia forma parte del mosaico que con paciencia construye el fotógrafo Agustín Fernández Gabard como parte de su documental Alcira y el campo de espigas, proyecto que comenzó en 2008 y cuyos detalles compartió con La Jornada (15/6/17).

¡Pinte! ¡Usted tiene mucho sentido del color!

Alcira Soust continúa en su poema-dibujo: “México 20 de julio de 1964/ Museo Nacional de Antropología/ En que trabajé con el maestro Rufino Tamayo fui su primera ayudante. Lo conocí en una exposición (en el 62) en la galería Misraki. Ya antes le había llevado (a su casa de Coyoacán) mis primeras dos obras (con flores y sandías) y ese día me dijo: ¡Pinte! ¡Usted tiene mucho sentido del color! Y en el 63-64 me ofrecí de ayudante… Prepare color y échele el sol. Y me dijo. Y me gané un sol. Trabajar trabajando de 9 a 9 durante 9 meses… y a los 5 años que escribo este poema (20 de julio del 64) hombres llegaron a la luna (20 de julio de 1969). Con Quetzalcóatl”.

Pocas son las personas que recuerdan que Tamayo haya tenido ayudantes. Al contrario, siempre tuvo fama de trabajar solo. Cuando realizó el encargo del mural para el nuevo Museo Nacional de Antropología, por instrucciones del presidente Adolfo López Mateos, de todos fue sabido que el pintor mandó colocar mamparas para que nadie lo viera trabajar.

Dualidad es un mural de gran colorido que se encuentra en el vestíbulo del auditorio Jaime Torres Bodet de ese recinto. Mide 3.53 por 12.21 metros y fue elaborado sobre tela de lino, tejida especialmente para que resistiera el peso de la pintura y las arenas que Tamayo empleó en su elaboración.

El maestro plasmó a una serpiente emplumada color turquesa, que representa a Quetzalcóatl en feroz lucha con un jaguar, en medio del cielo, en medio del día y la noche. En la cola del reptil emplumado se levanta el enorme sol amarillo que habría ayudado a pintar Alcira Soust.

En una de tantas versiones de su poema dedicado al mito de Quetzalcóatl, ella escribe: Haciendo círculo de jade se tiende la ciudad/ Irradiando rayos cual plumas de quetzal/ Está aquí México /Aquí entrelazo/ con flores/ a la nobleza/ a los amigos/ Alegráos. E incluye la indicación en la última palabra: poesía náhuatl.

También recuerda en ese texto, del 24 junio de 1991, fecha de la muerte de Tamayo, “a los amigos y compañeros del periódico La Jornada (…) Estoy con ustedes (los quiero mucho) Alcira”.

Agustín Fernández Gabard incluirá en su documental este fragmento algo difuso de la vida de Alcira como ayudante de Tamayo, sobre todo para recuperar al personaje también como artista, y mostrar la obra plástica que la poeta hacía, la cual, como era su costumbre, obsequiaba a sus seres queridos, a los que nunca olvidó no obstante la maraña de pensamientos que perturbaron sus últimos años.