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El mundo sabe que nuestra paz es real e irreversible, afirma el presidente colombiano

Las FARC proclaman adiós a la guerra tras 53 años de lucha

Justicia transicional y futuro político, los principales desafíos del grupo luego del desarme

Al menos 260 mil muertos, 60 mil desaparecidos y 7.1 millones de desplazados, parte del saldo

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Juan Manuel Santos, jefe del Ejecutivo, y Rodrigo Londoño, líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (segundo y tercero de izquierda a derecha), con una pareja de rebeldes y su bebé, durante la ceremonia en MesetasFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de junio de 2017, p. 22

Mesetas, Colombia.

La guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la más antigua de América, proclamó este martes su adiós a las armas, tras más de medio siglo de lucha en este país, en un acto en el que el presidente Juan Manuel Santos aseguró que la paz es irreversible.

Adiós a la guerra, adiós a las armas. Bienvenida la paz, exclamó el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, en una ceremonia en Mesetas, en el centro de Colombia, en la cual se celebró el fin del desarme de unos 7 mil combatientes.

No le fallamos a Colombia, hoy dejamos las armas, agregó Timochenko.

Santos, premio Nobel de la Paz 2016, celebró la declaración: Hoy, al depositar las armas que tenían con ustedes en los contenedores de Naciones Unidas, los colombianos y el mundo entero saben que nuestra paz es real y es irreversible.

La afirmación se hizo en el mismo lugar donde esta guerrilla, creada en 1964 tras una sublevación campesina, se consolidó e instaló su centro de operaciones.

En el acto participaron el jefe de la misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Jean Arnault, a cargo del proceso de desarme; representantes de los países garantes del acuerdo de paz, Noruega y Cuba; la cúpula de la guerrilla, y representantes del Congreso y de la Unión Europea, entre otros.

Consideramos que el compromiso con la dejación de armas individuales adquirido por las FARC ha sido honrado, expresó Arnault. Recordó que el lunes anterior la ONU certificó la entrega de 7 mil 132 armas individuales en las 26 zonas donde están concentrados los ahora ex combatientes.

El conflicto armado colombiano, en el que también han participado otras guerrillas, paramilitares y agentes estatales, ha dejado 260 mil muertos, 60 mil desaparecidos y 7.1 millones de desplazados.

Hasta el primero de agosto quedarán en manos de algunos guerrilleros unas 700 armas para asegurar las zonas de concentración, apuntó Arnault. En esa fecha, la misión habrá almacenado todo el armamento y extraído sus contenedores de esos campamentos.

En paralelo, la ONU continuará ubicando más de 900 caletas o escondites de armas de las FARC, tarea que deberá terminar el primero de septiembre. A la fecha ha verificado 77, de las cuales ha extraído el armamento y destruido municiones, explosivos y armas inestables.

Las armas de las FARC serán fundidas para elaborar tres monumentos que serán colocados en la sede de la ONU en Nueva York, en Colombia y en Cuba, sede de las negociaciones de paz.

Los retos

Tras su desarme, las FARC tienen al menos dos desafíos a la vista: la justicia transicional y su futuro político.

El primer punto preocupa a las FARC, debido a la demora en las amnistías e indultos a unos 3 mil 400 guerrilleros presos, según el grupo, así como la aplicación de un sistema de justicia especial.

Pero este punto genera malestar en varios sectores, como en el partido ultraderechista Centro Democrático, cuyo líder, el senador y ex presidente Álvaro Uribe, es un áspero opositor al pacto de paz por considerar que da demasiadas concesiones a los guerrilleros.

Uno de los temas críticos es que varios miembros de las FARC hacen política sin que hayan ido a la cárcel, aseveró el analista conservador de International Crisis Group en Colombia, Kyle Johnson. Respecto de su futuro político, los ex combatientes lo definirán en un congreso previsto para principios de agosto.

El postconflicto

Según Johnson, el postconflicto tiene varias aristas: La protección a los ex combatientes, la sustitución de los cultivos de coca (base de la cocaína) que promueven grupos armados, el narcotráfico y la corrupción, y que el Estado llene los espacios dejados por las FARC para que otros grupos armados no los ocupen.

La ONU sostiene que 127 activistas fueron asesinados el año pasado, la mayoría en territorios donde las FARC había tenido presencia histórica.

La organización apuntó que esos homicidios eran responsabilidad de distintos actores, como grupos paramilitares, criminales comunes, guerrillas como el ELN –en diálogo de paz con el gobierno desde febrero– y disidentes de las FARC.