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Estreno mundial en el Cenart de Camino para recuperar mi rostro, de Wajdi Mouawad

Hablar de la guerra precisamente con los jóvenes es importante, dice director

Una gran omisión de las autoridades en México consiste en escatimar recursos a la educación, considera Hugo Arrevillaga

Montan Sedientos, otra pieza teatral del dramaturgo libanés

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Integrantes del elenco de las dos obras que se escenifican en el Centro Nacional de las Artes; arriba, de izquierda a derecha, Elena del Río, Ditmara Náder y David Grimaldo. Abajo, Christian Hansel, Paulina Álvarez, Andrés Torres Orozco y el director Hugo ArrevillagaFoto cortesía del Cenart
 
Periódico La Jornada
Jueves 29 de junio de 2017, p. 5

Cada uno de nosotros enfrenta una guerra cotidiana, considera el director Hugo Arrevillaga al llevar al teatro Camino para recuperar mi rostro, adaptación de la primera novela del reconocido dramaturgo Wajdi Mouawad, que el primero de julio tendrá su estreno mundial en el Centro Nacional de las Artes (Cenart).

Puede ser el estruendo de las bombas en el jardín de la infancia en Líbano, la guerra contra el narco o la batalla cotidiana de abrir los ojos cada día y pensar si tiene sentido salir a la calle.

Me parece importante hablar de la guerra precisamente con los jóvenes, expresó Arrevillaga al presentar un fragmento de esa pieza teatral dividida en tres capítulos y duración de tres horas.

Al respecto, opinó: “Una de las grandes omisiones desde hace mucho tiempo de las autoridades ha sido canalizar recursos a la guerra contra el narco y no a la educación”; añadió que junto a la cultura es la mejor forma de prevenir la violencia.

Generar compasión, reflexión, sentido crítico, y eso se logra a partir del teatro. Hacer ver que el otro ser humano que está frente a ellos siente, piensa, anhela, sueña como ellos. Lo que ha sucedido es que no tenemos ya empatía con el otro.

Al retomar el trabajo de Mouawad (Beirut, 1968), quien tocado el tema de manera recurrente, es posible pensar en la atrocidad que ocurre en el mundo y aquí, donde llevamos muchos años en una guerra que ya no es tan silenciosa, expresó en conferencia de prensa.

Prefiero mirar a los pájaros, rebela un tanto desafiante el niño Wajdi de cuatro años ante su elección por el silencio, representado en el teatro. Y pasa el tiempo en su ciudad natal, junto a su madre, padre y hermanos. Sucede la infancia a la que llega la guerra. Cuatro actores hacen un diálogo de desdoblamientos, sobre un escenario en el que sólo aparece un gran cubo rojo de madera en ligera metamorfosis. La imaginación es la mejor escenografía, en la disposición planteada por Arrevillaga.

Es el estreno de una obra particular porque proviene de la prosa, detalló de esa novela con tintes autobiográficos del dramaturgo de origen libanés, publicada en 2002 con el título de Rostro recuperado (Visage retrouvé), que permite ver la trayectoria del autor, quien ha sido marcado por actos como la guerra en su país, de tal manera que se ha encargado de dejarnos ver cuáles son los efectos de la violencia sobre los seres humanos en muchos sentidos.

Wajdi Mouawad narra que a los siete años desde la ventana de su departamento pudo ver cómo le prendieron fuego a un autobús de pasajeros y se consumían en las llamas. Desde ese momento desarrolla este terrible temor, que de manera muy metafórica construye a partir de la figura de la mujer con brazos de madera, un ser que lo ha acompañado por mucho tiempo.

Y tantas veces le han preguntado a Arrevillaga, ¿qué validez tiene contar una historia que se desarrolla en Líbano? Y contestó: Es importante, porque el espectador genera lazos profundos y de alguna manera lo liga con una guerra personal.

La temporada se inicia hoy con una versión renovada de Sedientos, de Mouawad, que con Camino para recuperar mi rostro, articulan un díptico para acercarse en particular al público joven, porque se habla sobre la necesidad de recuperar los sueños y buscar sentido a la existencia.

Es un reto difícil, reconoce Arrevillaga, ante los pocos segundos de atención robados de la pantalla del celular. Sin embargo, pensamos que las historias son lo suficientemente convocantes, seductoras, y bellas para volver a levantarle la mirada a los espectadores.

Únicamente se presentarán seis funciones de cada obra en el Foro de las Artes del complejo cultural que se ubica en Río Churubusco y calzada de Tlalpan, colonia Country Club.

Sedientos se escenificará jueves y viernes del 29 de junio al 14 de julio y Camino para recuperar mi rostro, sábados y domingos del primero al 16 de julio.

Acto impertinente, el mero ejercicio de hacer teatro

Con las funciones en puerta, Hugo Arrevillaga, director y dramaturgo afirma que como artistas, la labor es actualizar la mirada y buscar resonancia en los tiempos presentes. Nos dedicamos a hacer teatro. El simple hecho de estar aquí ya es un instinto de sobrevivencia, porque pareciera ser un acto impertinente, para incitar a que las personas salgan del tránsito, de millones de preocupaciones económicas y personales, para ir a la taquilla, comprar un boleto y entrar al teatro.

Todavía creemos que en las historias y sucesos extraordinarios, por muy pequeños que parezcan, nos fundamentan como sociedad: el amor, la amistad, la belleza. Y eso es lo que nos hace abrir los ojos por la mañana.

Para los que hacen teatro, significa confiar en que es necesario buscar historias, porque es la única manera de entendernos como sociedad y seres humanos. Las historias generan tejido social, permean y hacen sobrevivir a la guerra de cada día.