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Colonos de la comunidad de Cuajimalpa alertan que habrá problemas de agua y drenaje

Amenazan dos rascacielos de 45 pisos con aniquilar la tranquilidad de Palo Alto
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de julio de 2017, p. 28

La construcción de dos rascacielos de 45 pisos destinados a oficinas a la altura del kilómetro 14.5 de la carretera México-Toluca, en la delegación Cuajimalpa, amenaza con trastocar la tranquilidad en la cooperativa Palo Alto, una pequeña comunidad que desde hace más de cuatro décadas ha resistido el embate de las inmobiliarias.

Para nosotros significa problemas con el abasto de agua y el drenaje, porque estamos en la parte baja del talud donde serán edificados, explicó Fabiola Cabrera, vocera de los socios, hijos y nietos de los ex trabajadores de minas de Santa Fe, que en 1972 fincaron viviendas de interés social.

Detalló que han acudido a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) para conocer los permisos que autorizan a la constructora edificar más del doble de lo permitido, pero sólo les han dado largas, por lo que comenzaron movilizaciones para detener la obra, que agudizaría aún más los conflictos viales.

Aunque los fines de semana, el entorno está semivacío, en días laborales oleadas de automóviles colman las avenidas, que las hacen intransitables.

Rodeados de exclusivas plazas comerciales y de lujosos corporativos, como el edificio Arcos Bosques, mejor conocido como El Pantalón, desde la década de los 90 sus propiedades han sido asediadas por las constructoras, pero el hecho de tener una sola escritura a nombre de la cooperativa ha permitido que no hayan cedido ni un ápice de sus terrenos.

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Las casas de la cooperativa Palo Alto quedaron atrapadas entre exclusivas plazas comerciales y lujosos corporativos, como el edificio Arcos Bosques, mejor conocido como El Pantalón. La imagen fue tomada desde la plaza principal de la unidad, caracterizada por sus viviendas de dos nivelesFoto Rocío González

Luis Márquez, habitante del lugar, refirió que en una ocasión ocurrió una escisión ante el interés de un grupo por vender, lo que derivó en que se perdiera el registro, se disolviera la cooperativa y comenzara un proceso de liquidación que aún no concluye.

Fuera de eso nos hemos logrado mantener unidos y organizados, porque ha sido la única manera de sobrevivir, apuntó.

Durante años han vivido el desdén de sus acaudalados vecinos, que desde lo alto de sus oficinas de amplios ventanales no toleraban ver sus azoteas tapizadas de tendederos de ropa, por lo que mandaron colocar tejas en los techos y pintar las viviendas de dos niveles de un color.

Como no pudieron quitarnos, quisieron transformarnos en un pueblito pintoresco, pero era de tan mala calidad el material que donaron, que al rato se empezó a caer y ya no se repuso, recordaron sus habitantes.