Editorial
Ver día anteriorLunes 10 de julio de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Las contradicciones de Trump ante Rusia
E

l presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró que para su gobierno ha llegado el momento de trabajar de manera constructiva con Rusia, e hizo un repaso de los acuerdos alcanzados entre Washington y Moscú al margen del encuentro que sostuvo el viernes pasado con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en el contexto de la reunión del G20 en Hamburgo, reunión que, de acuerdo con la mayoría de los analistas, no logró sacar a la relación bilateral del punto muerto en el que se encuentra.

Los equipos diplomáticos de ambos países lograron en días recientes convenir en el establecimiento de medidas de distensión en Siria –como una tregua que habría debido entrar en vigor ayer– y el compromiso de Wa-shington de impulsar las negociaciones de paz para Ucrania.

En su reunión de Hamburgo, Putin y Trump acordaron la creación de un grupo de trabajo bilateral encargado de reforzar la seguridad en Internet –una unidad de ci- berseguridad impenetrable, lo definió Trump– y concretar el intercambio de nuevos embajadores.

Ante lo famélico de estos avances, el mandatario estadunidense optó, ayer, por envir un mensaje optimista y cargado de buenos propósitos, acaso en un intento por retomar lo que fue una promesa reiterada de su campaña presidencial: normalizar y mejorar la siempre peligrosa relación entre las dos superpotencias. Pero, como se sabe, los documentados encuentros ilegales entre integrantes del equipo de Trump con funcionarios y diplomáticos rusos, así como la acusación de los organismos estadunidenses de inteligencia sobre una presunta intervención informática de Moscú en las pasadas elecciones presidenciales en Estados Unidos dieron al traste con tales propósitos y los contactos bilaterales llegaron a un preocupante nivel de tensión y deterioro, agravado por la situación en el teatro bélico de Siria.

En tal circunstancia, es inevitable percibir en los zigzagueos del magnate neoyorquino el efecto de grupos de presión política y económica que disputan objetivos contrapuestos: es razonable suponer que una parte del establishment de Washington busca equilibrar y relajar la relación con Rusia, en tanto que otros sectores, el del fundamentalismo chovinista y el del pragmatismo de la industria armamentista –la cual lleva la voz cantante en decisiones geoestratégicas cruciales–, pretenden más bien estirar la cuerda entre la Casa Blanca y el Kremlin, ya sea para presionar y mantener en jaque a Moscú, o para dar dinamismo al mercado global de las armas, el cual se reduce en épocas de estabilidad y se activa en momentos de proliferación de conflictos periféricos y riesgos de confrontación a gran escala.

En suma, las enormes dificultades de Trump para elaborar una línea de acción coherente hacia su mayor competidor militar en el mundo exhiben la debilidad de un gobierno cercado por los conflictos internos y por su propia orfandad de una visión articulada del mundo contemporáneo.