Opinión
Ver día anteriorLunes 10 de julio de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el otro lado

Reivindicar nuestra soberanía

E

s desconcertante la falta de congruencia en las declaraciones de los más altos funcionarios de los gobiernos de Estados Unidos y de México. Cualquiera que haya escudriñado en las notas de prensa procedentes de Hamburgo, donde se celebra la reunión de los 20, caerá en la cuenta de que algunos protagonistas de esa magna reunión tienen una peculiar idea sobre la forma de desembarazarse de los agudos cuestionamientos de la prensa.

Un ejemplo es la afirmación rotunda del presidente Donald Trump de que México pagaría por el traído y llevado muro en la frontera entre México y Estados Unidos. En lo que al parecer fue un intento de atenuar la necia y descortés declaración del presidente estadunidense, el secretario de Relaciones de México dijo: “Yo no puedo desmentir. Lo que les puedo decir es que yo no lo escuché. Si lo dijo, no lo escuchamos…” A no dudarlo el secretario Videgaray tiene razón en no opinar sobre algo que él no escuchó o no está seguro de haber escuchado. Lo extraño es que la mayoría de los periodistas que cubrieron la entrevista entre los presidentes de México y Estados Unidos sí la oyeron. Así lo reportaron los más importantes medios informativos, incluida La Jornada, según se desprende de la excelente nota de Rosa Elvira Vargas, enviada de este diario. No hubiera estado del todo mal que el secretario hubiera consultado con el grupo de apoyo que lo acompaña sobre la veracidad de la declaración de Trump.

El asunto tiene relevancia debido a que parece confirmarse lo que en más de una ocasión se ha dicho en torno a la actitud sumisa de la que se acusa al gobierno mexicano frente a la altanería del huésped de la Casa Blanca. No se hubiera incurrido en ninguna descortesía negar, también rotundamente como se ha hecho anteriormente, que México pague por el muro de Trump. Máxime si se toma en cuenta que, para variar, Trump rompió con la promesa de que no se tocaría ese tema, según declaró Videgaray.

Es muy probable que la cola del diablo se haya metido en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y un exceso de cautela matice las declaraciones de algunos funcionarios mexicanos, para no perturbar el ánimo de Trump. Pero contrario a esa cautela de los funcionarios mexicanos, el propio Trump, con su habitual insolencia, declaró ese mismo día: Renegociación total o Estados Unidos saldrá del TLCAN. Independientemente del alcance de la bravata, cabe preguntar: ¿por qué permitir que ese señor continúe tratando con esa insolencia a México e insista en menospreciar su soberanía? Es la pregunta que muchos mexicanos dentro y fuera del país se hacen.