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Se realizó una lectura ininterrumpida de Cien años de soledad, a medio siglo de su publicación

La obra de García Márquez, referente emocional, literario, político, amoroso

Organizaron la Secretaría de Cultura de la CDMX y la embajada de Colombia

Tuvo lugar en El Rule, edificio cuya restauración fue promovida por el escritor

 
Periódico La Jornada
Domingo 16 de julio de 2017, p. 4

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.

Son pocos los que se resisten a la tentación de murmurar las primeras frases de Cien años de soledad. Palabras escritas por Gabriel García Márquez. Novela que es pilar de las letras y de cuya publicación, en mayo de 1967, se conmemora este año el aniversario 50.

Con ese motivo, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y la embajada de Colombia organizaron una lectura ininterrumpida del libro en la plaza que lleva en nombre del Premio Nobel de Literatura, la cual forma parte del complejo del Centro Cultural y de Visitantes El Rule, edificio ubicado a un costado de la Torre Latinoamericana, cuya restauración fue promovida por Gabo.

Antes de comenzar la lectura, el secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez, recordó que García Márquez propuso al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, que el edificio El Rule fuera la sede de la casa de Colombia. Han pasado años de esa conversación, pero así es el poder de las palabras: pasa el tiempo y terminan convirtiéndose en hechos. Este rescate se debe a Gabriel García Márquez y nos reúne su presencia permanente desde su ausencia.

Y retomando las palabras de Chavela Vargas, a quien cuando le preguntaban de dónde era respondía que mexicana, porque los mexicanos nacemos donde se nos da la gana, el caso de Gabriel García Márquez “es similar, como el de muchos artistas en el mundo que tienen varias patrias, que tienen su corazón regado por el mundo. Gabriel García Márquez fue un habitante de esta ciudad, aquí escribió este libro, aquí tiene una de las comunidades de lectores más grandes del mundo.

Lo leemos y lo volvemos a leer y de alguna manera es un referente emocional, literario, político, amoroso. Esta ciudad no sería lo que es sin el paso de García Márquez por sus calles, agregó Vázquez Martín, y agradeció la presencia del hijo del escritor, Gonzalo García Barcha. Que estemos aquí reunidos en la diversidad de lo que somos y que nos reúna García Márquez es razón de celebración.

A la lectura asistieron también Juan Pablo Hernández de Alba, ministro consejero de la embajada de Colombia, Cristina Gaitán, de la comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, Alfonso Suárez del Real, diputado de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y la escritora Carmen Boullosa, del Consejo de Fomento y Desarrollo Cultural, además de estudiantes del programa Prepa Sí.

El primero fue Gonzalo García Barcha, quien leyó desde las primeras líneas de la novela: la dedicatoria a Jomí García Ascot y María Luisa Elío. A partir de ahí el mundo de Gabo cobró vida, como ocurrió también el viernes en el Callejón del 57, donde se dedicó tiempo a la lectura de textos del autor de El coronel no tiene quien le escriba.

Esa lectura fue parte de un festival, que incluyó una exposición de fotografías antiguas, organizado por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el Fideicomiso del Centro Histórico, vecinos de ese callejón, y la delegación Cuauhtémoc. Por unas horas el Callejón del 57 se llamó Macondo.