El martes 11 de julio, alrededor de 30 hombres armados atacaron el campamento permanente que mantenía un grupo de activistas en la ciudad de Toluca, estado de México, desde el 20 de junio para protestar contra la posible tala de unos 175 árboles (entre oyameles, pinos y sauces), que se haría para construir un paso vehicular que daría acceso a la plaza Galerías Toluca.

Los agresores sometieron y golpearon a los ambientalistas, además de despojarlos de sus pertenencias, destruir su campamento y amenazarlos de muerte, denunció el Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero.

Esa madrugada, tres camionetas aparcaron a un costado del campamento. De los ve- hículos bajaron hombres encapuchados, portando armas cortas, y comenzaron a agredir a unos 11 integrantes del colectivo Conciencia Crítica y Acción y del Observatorio Ciudadano de Género, todos ellos miembros activos del movimiento Abracemos Tollocan.

Los luchadores sociales –que hacían guardia– escucharon gritos como ya se los cargó la chingada. Quienes dormían, fueron sacados de manera violenta de sus casas de campaña.

Días después, el gobernador saliente Eruviel Ávila anunció la suspensión del proyecto, pero el colectivo decidió mantener el campamento hasta lograr la cancelación definitiva y la notificación por escrito.

Por lo anterior, el colectivo de derechos humanos exigió una inmediata y debida investigación que conduzca a una sanción contra los responsables.