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Ex reina de belleza impulsa industria de la moda con diseños de la etnia puruhá

Las pasarelas en Ecuador son terreno ganado por los indígenas

En el mundo hispano quieren cuerpos y rostro esbeltos; nosotros buscamos corazón de liderazgo, afirma Juana Chicaiza

Las creaciones incluyen anacos (faldas tradicionales confeccionadas con casimir), fajas y blusas de flores bordadas a mano que pueden costar entre 150 y 800 dólares

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Arriba, en una tienda de Riobamba. Abajo, Lucía Guillín, creadora de la marca ChurandyFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 17 de julio de 2017, p. a12

Riobamba, Ecuador.

En un improvisado set Juana Chicaiza, ex reina de belleza de la etnia puruhá, anuncia por Facebook Live un casting: pronto elegirá a las nuevas modelos que lucirán prendas de diseñadores indígenas que integran una próspera industria de la moda en Ecuador.

En su pequeña peluquería en la andina ciudad de Riobamba (centro), Chicaiza imparte clases a modelos que visten renovados trajes puruhá, que frente al dominio de la moda mestiza estaban cayendo en desuso hasta que aparecieron agencias para modelos indígenas y marcas como Vispu y Churandy.

Giren con fuerza, pide a sus alumnas la fundadora de la agencia de modelaje Awkis y Ñustas (príncipes y reinas en lengua kichwa), mientras explica cómo lucir con elegancia el anaco, una falda tradicional hecha de casimir.

Esta trigueña de ojos rasgados y una larga cabellera castaño oscuro, se sintió discriminada cuando al ser la única candidata indígena en un reinado de belleza el público se burló de su traje típico.

En lugar de desmotivarla, esta experiencia la impulsó a crear en 2013 Awkis y Ñustas para fortalecer la identidad puruhá en las pasarelas, donde se exhiben prendas con una fusión entre lo occidental y lo ancestral, comenta esta emprendedora de 32 años.

En el mundo hispano ven que (la modelo) tenga 90-60-90 y que sea cuerpo y rostro esbelto. Nosotros no buscamos eso, sino que tenga corazón de liderazgo, dice Chicaiza.

Espacio para sí mismos

Para la empresaria ahora las pasarelas y los reinados son un terreno ganado por indígenas, que en lugar de buscar un espacio dentro del mundo de la moda mainstream crearon uno para sí mismos.

Los indígenas, según sus organizaciones, representan 30 por ciento de los 16.5 millones de ecuatorianos y tienen presencia en la política, el arte y la academia en Ecuador.

Para indígenas y mestizos Lucía Guillín, creadora de la marca Churandy, vendía ropa para bebé donde ahora está su atelier. Franklin Janeta, propietario de Vispu, aprendió a bordar y diseñar para impulsar el negocio familiar. Ambos son puruhaes y abrieron sus tiendas hace cinco y 17 años, respectivamente.

Sus trajes hechos a medida incluyen anacos, fajas y blusas de flores bordadas a mano y pueden costar entre 150 y 800 dólares. Los conjuntos más caros son para novias y reinas de belleza porque tienen pedrería, encajes y blusas tipo corsé.

Usábamos más aquí la ropa otavaleña (de Otavalo, otra etnia). La nuestra, la puruhá, desapareció y las jovencitas empezaron a vestirse como los mestizos, señala Guillín, quien luce uno de sus coquetos diseños de hombros descubiertos.

Para Janeta, que factura unos 12 mil dólares mensuales, ahora se valoran las prendas hechas a mano por indígenas y se aceptan sus elevados precios.

Enseñamos a la gente a distinguir las diferentes calidades. Antes nos era difícil vender una blusa a 60 dólares. Ahora ya no. Hasta 400 pagan por un corsé, precisa.

A esta generación de emprendedores indígenas en la moda, se sumaron Esther Miranda, José Mullo y Jacqueline Tuquinga con la marca de perfumes Yuyary (recuerdo, en kichwa), quienes ven que los mestizos también son consumidores potenciales de sus productos. Por lo que es una firma en kichwa muchos han pensado que es para nuestro sector, pero nuestro producto es para indígenas, mestizos. Queremos ir más allá, señala Miranda.

En Churandy y Vispu los maniquíes usan blusas y anacos, que se sujetan en la cintura con coloridos chumbis (fajas) tejidos a mano. Nada de pantalones.

Cortes más atrevidos

Los diseñadores renovaron estas prendas con cortes más atrevidos, pero sin dejar de lado figuras típicas como el Sol, las flores y símbolos puruhá.

Antes se cosían blusas de manga larga con puño y cuellos redondos, cuenta Janeta. No había el cuello princesa ni el escotado, manga corta. Opté por decir ¿que tal si cambiamos (los diseños)? porque a las chicas les gusta algo más moderno.

Con sus creaciones, Guillín logró que volviera el interés por el anaco, una prenda que las mujeres puruhá habían dejado de usar por comodidad, para ahorrar y por vergüenza.

Hago desde corte sirena, con vuelo, con colas; hago con partido en la pierna, porque también hay que romper eso de que los indígenas éramos cerrados. Si seguimos en eso también vamos a perder nuestra cultura, expresa Guillín.

La modelo y atleta indígena Viviana Muñoz cambió el pantalón por el anaco, que usa aún cuando asiste a competencias.

Voy con anaco y por dentro una pantaloneta, cuenta. Agrega que todavía las personas se sorprenden al verla con su vestimenta tradicional.

¿Cómo va a correr usted?, dice que le preguntan antes de que deje caer su anaco.