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El amaño de partidos es una constante, pero es más valiosa mi reputación, afirma

La pared, la pelota y la apuesta, esencia y tradición del pelotari mexicano: Medina

De manos recias, duras como piedra, participa en el Campeonato Mundial de Frontball en Tepito

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Juan Medina es el número uno del ranking mundial en la modalidad de frontball. En el torneo que se realiza en el barrio bravo compiten jugadores de 25 paísesFoto Juan Manuel Vázquez
 
Periódico La Jornada
Jueves 20 de julio de 2017, p. a15

Juan Medina tiene manos recias, duras como piedra. Están templadas por años de golpear una pelota maciza de cuero contra un muro del que rebota rabiosa, apenas perceptible para el ojo poco entrenado. Nació en uno de los siete pueblos originarios de Tláhuac, San Juan Ixtayopan, en el sur de la Ciudad de México, comunidad donde parte de la identidad se moldea en este juego de vértigo. Nacer ahí, tarde o temprano, los lleva a competir frente a una pared: eres nieto, hijo, sobrino y primo de pelotaris; entonces, eres pelotari de origen.

Los primeros juegos de Medina fueron eso, mero divertimento, inercia de lo que hacían todos a su alrededor. Después nació el instinto competitivo. El recelo frente a otros pueblos que se tragó la Ciudad de México, pero que siguieron siendo tan pueblos como siempre, pero en los que el frontón también es una actividad comunitaria que refuerza los lazos de pertenencia.

Duelos de orgullo

Nadie en San Juan Ixtayopan quiere perder ante los pelotaris de Santiago Tulyehualco, en Xochimilco. Es un asunto de orgullo, de pertenencia y diferencia, según cuenta Medina. Fue en una competen- cia entre estos pueblos cuando a Juan le ofrecieron participar en una Olimpiada Nacional Juvenil. Quien lo invitó era alguien del pueblo rival.

Medina tuvo que hablar con su padre para explicarle lo que eso significaba. Debutó representando a un estado de la República ajeno al que nació y ganó para ellos el primer lugar en 2004. Después no dejó de participar, lo hizo hasta 2011, siempre en el primer puesto en la modalidad de tres paredes. El gran paso lo dio con las copas del mundo y su ingreso en el frontball –la modalidad más joven de la disciplina– donde hoy ocupa el puesto número uno del ranking mundial, que antes pertenecía al mexicano Orlando Díaz, su compañero, amigo y némesis.

Juan Medina, de 26 años, estira los músculos este mediodía después de que despachó en dos sets al italiano Jean-Baptiste Rossi en el primer Campeonato del Mundo de Frontball que se disputa en el deportivo Morelos en Tepito, barrio bravo y cuna de pelotaris. Está orgulloso del sitio que ha ganado en cada competencia y pensar en la final no le parece descabellado. El lugar que tiene en la clasificación lo respalda, aún cuando compite contra la élite de la pelota: franceses y vascos.

Pero cuando piensa en la sobrevivencia de un pelotari mexicano sufre una desgarradura entre elegir mantener su nivel competitivo o marcharse a Estados Unidos para trabajar como jardinero, algo que ya ha hecho en el pasado.

La esencia del frontón es la pelota, la pared y, en México, también la apuesta, concede Medina, pues en esa fórmula encuentra los recursos para vivir de la pelota. Como deportista formal y con resultados palpables, Conade le concedió una beca, pero para completar el mes Juan da exhibiciones y compite en canchas barriales, patios improvisados y fiestas patronales contra aficionados pícaros, pero buenos en el frontón. En ese circuito improvisado Juan apuesta por el propio Juan.

En un buen fin de semana puedo sacar tres mil pesos apostando. Obvio que apuesto por mí, dice sonriendo, pero hay que tener cuidado, porque no falta el que quiere amañar partidos y te ofrecen dinero por dejarte perder.

Alguna vez intentaron amañar un partido para que Medina perdiera; le ofrecieron 5 mil pesos por su derrota. Rechazó la oferta y ganó de manera legítima sólo 800 pesos. Lo dice satisfecho. No podía decepcionar a sus padres que también habían apostado por él y tampoco defraudar a su pueblo. Así he ganado una reputación y para mí eso es muy valioso.

Eneko Yoldi –competidor vasco de este campeonato– no escatima elogios por los jugadores mexicanos. Ha jugado en esos pueblos, como el de Medina, donde la pelota es un asunto cultural y deportivo.

Es como en mi tierra, uno juega desde pequeño, porque estamos rodeados de ese ambiente. Lo que pasa en estos pueblos es lo mismo que de donde yo vengo. Es tradición y juego. Ese parecido me conmueve, dice Eneko sin perder de vista la veloz pelota.