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Foro de la Cineteca

Nocturno

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Juan Carlos Colombo e Irela de Villers en la cinta de Luis Ayhllón
U

n adelanto del infierno. Nocturno, segundo largometraje del mexicano Luis Ayhllón (Dodo, 2014), es una extraña mezcla de géneros cinematográficos, por momentos divertida, a ratos intensamente estremecedora. Lo que en un primer tiempo semeja una comedia negra muy efectiva y mordaz, con las frases punzantes que Oliverio (Juan Carlos Colombo), anciano misántropo y moribundo, asesta sin piedad a su imperturbable enfermera Ana (Irela de Villers), de modo paulatino se convierte en un ajuste de cuentas particularmente violento. En el exterior de la casona donde transcurre la acción, las escenas de crueldad se multiplican: la nota roja consigna el misterioso asesinato en serie de varias niñas aquejadas de un cáncer terminal. La gélida y metódica enfermera refiere estos sucesos al enfermo, que de algún modo deberá entender esa tragedia ajena como anticipo de la propia. El relato de revancha criminal se insinúa insidiosamente, librando poco a poco al espectador algunas claves interpretativas: una sórdida historia familiar narrada a través de un libro gráfico escrito por la propia Ana, una sucesión de animaciones fantasiosas insertadas en el filme como sustento del macabro cuento de hadas, y un clima de pesadilla que adquiere tonos de comedia negra con la visita intempestiva de Luis (Ari Brickman), hijo de Oliveiro, que acompañado de su mujer y un amigo, forman un trío casi infernal de voraces depredadores. La secuencia y diálogos de esta visita son el mejor hallazgo humorístico de la cinta: una estrafalaria familia gang, una banda de vividores rodeando, como buitres, la mesa del moribundo patriarca impotente.

Nocturno es un relato feérico con elementos de brutalidad masculina y escabrosas situaciones de acoso sexual e incesto, con un ángel exterminador que llega al cuarto del moribundo para administrarle una lenta eutanasia que lejos de aliviar su sufrimiento habrá de exacerbarlo. La danza macabra no abandonará jamás a un Oliverio renuente a toda forma de expiación moral o de arrepentimiento. El director Luis Ayhllón consigue crear, con el apoyo de la sugerente pista sonora de Carlo Ayhllón, un intenso clima claustrofóbico que transforma los encuentros familiares en auténticos juegos de masacre, donde Oliverio aparece como bestia acorralada, responsable de los hechos más infames, destilando siempre su veneno y su cínico empecinamiento en disfrutar del daño a sus seres cercanos. Es el retrato más redondo de un impenitente amoral y zafio. Toda esta alegoría del mal sería más inquietante aun sin la truculencia un tanto gratuita que el realizador imprime a un desenlace precipitado con elementos de melodrama grotesco. Las intensas actuaciones de Colombo e Irela de Villers, en los estelares, la maquiavélica malicia de Brickman en el sorpresivo respiro humorístico de la cinta y la notable recreación de una atmósfera de encierro en la antesala doméstica de un infierno, consiguen, sin embargo, llevar a buen puerto esta arriesgada aventura fílmica.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 12:30 y 17:30 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1