Opinión
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Jazz

Blackhill Media

E

s un consenso: los músicos de jazz en este país –siempre– han hecho su tarea del Diez, desde aquellos pianistas que recrean los clásicos del ragtime hasta los grupos que van del sonido Nueva Orleáns al etno jazz y al jazz progresivo. Todos (o casi todos) dejan un estupendo sabor de boca. Lo malo es que estos jazzistas, además de músicos, hasta hace poco tenían que ser sus propios manágers, sus propios secres, sus bookings, sus roadies, sus ingenieros de sonido, sus técnicos de luces, sus productores, sus promotores, sus agentes de prensa... todo, con tal de seguir tocando.

Por fortuna, las cosas empiezan a cambiar. Sin prisa pero sin pausa, la silueta de una incipiente infraestructura se ha ido dibujando en los horizontes del jazz en México. Y uno de los ejemplos más categóricos y contundentes de este soporte profesional es la creación de la agencia Blackhill Media, a iniciativa del preclaro e hiperactivo maestro Erik Montenegro, quien después de tres lustros al frente de Relaciones Públicas del Instituto Mexicano de la Radio y de la gerencia de Horizonte se inserta de lleno en esta nueva aventura.

Con tres años y medio en esta faena (prima hermana de la heroicidad), Blackhill Media cuenta con un elenco por demás atractivo. Vea usted: Iraida Noriega, Álex Mercado, Lili Vélez, Troker, Los Músicos de José, Fiusha, Omar Garduño, Cojolites, Macuiles, Dulce Resillas, Dannah Garay. Además de ser la agencia en México para Elizabeth Shepherd, Halie Loren y Roy McGrath.

Cuando le preguntamos cómo había concebido este proyecto, Erik respondió: “Es algo que yo tenía ganas de hacer desde hace varios años, pero evidentemente, cuando trabajas dirigiendo una estación de radio que está supeditada al gobierno federal es muy difícil emprender proyectos propios, porque hay un conflicto clarísimo de intereses en el sentido de que no puedes estar ofreciendo algo que tenga que ver con lo mismo que estás programando. Entonces quise esperar el momento indicado.

“Una serie de factores en 2013 provocaron mi salida de Horizonte, presenté mi renuncia, y ahí fue cuando decidí montar esta agencia, Blackhill Media, que empezó dedicándose mayoritariamente a la difusión en medios y promoción de proyectos que tuvieran que ver particularmente con el jazz; y con la música internacional y el blues.

“Pero después encontré que lo que quería hacer era cerrar filas con los músicos en un sistema hasta entonces inexistente... tratar de montar los pilotes de algo que es ya muy hecho en otros géneros como el rock y el pop, y tener una agencia donde los artistas puedan enviarnos sus portafolios y nosotros a la vez ofrecerlos a los festivales y a los lugares que estén interesados en contratarlos.

“Decidimos entonces hacer una agencia de booking. Es un camino definitivamente complicado, pero muy halagador. Ya el día de hoy vamos mucho mejor, creyendo firmemente que es posible hacerlo; siendo conscientes de que no es algo que podamos consultar con mucha gente que nos asesore, porque ésta es una cosa que no había sucedido.”

Cuando Erik Montenegro comenzó con todo esto, no fueron pocas las voces que le vaticinaban un incuestionable y raudo fracaso: “Claro que lo supe; y no sólo de oídas, sino directamente de gente que me dijo que estaba verdaderamente loco. Y lo único que eso me ha provocado son ganas de hacerlo siempre mejor, como un reto personal.

“Y es sólo eso, meter el hombro y decir: ‘Mira, si tú estás metido todas esas horas en la composición, en el estudio, en los arreglos, en las tocadas y demás, permíteme hacerme cargo de tus contratos, de tocar las puertas, de las cosas que no tienes tiempo para hacerlas, pero que nosotros sí lo tenemos, y lo vamos a hacer además de la forma más justa posible.”

Le preguntamos si Blackhill es exclusivo de jazz. Mayoritariamente es jazz, pero tenemos un par de bandas que están más en la música tradicional: Los Cojolites y Macuiles, estos últimos son una mezcla de son jarocho con jazz y funk que es una locura.

La idea central es trabajar con las músicas creativas en un trajín de 24 horas diarias. Hacemos un envío generalizado de proyectos tres veces al año y después le damos seguimiento, a todos y cada uno de los festivales y rincones donde se programe jazz; tratando de ofrecerles trajes a la medida, si son lugares pequeños, cosas accesibles para ellos. También tratamos de armar pequeñas giras con las bandas, algunos circuitos. Con los más conocidos ya tiramos a festivales importantes, incluso internacionales. En fin, tratamos que siempre estén trabajando.