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Foro de la Cineteca

Abril y el mundo extraordinario

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Fotograma de Abril y el mundo extraordinario
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na fantasía futurista. Posiblemente la idea más afortunada de la cinta de animación Abril y el mundo extraordinario (Avril et le monde truqué), de los franceses Christian Desmares y Franck Ekinci, haya sido recurrir al enorme talento del historietista gráfico Jacques Tardi (también co-guionista de la cinta) para ilustrar el delirio de una civilización occidental congelada en la era preindustrial por un accidente de laboratorio que hasta 1941 la ha privado de sus mejores científicos y frustrado invenciones tan esenciales como la electricidad o la aviación. Los dibujos de Tardi recrean, de modo estupendo, las lúgubres atmósferas de una ciudad (París) sumida en la penumbra e invadida por el vapor y los gases carboníferos. Nadie como Tardi, especialista en el género bélico y el policiaco, y en narrativas muy pesimistas vinculadas al existencialismo, para sugerir esta pesadilla de la imaginación ecologista. Tardi es también ilustrador de textos literarios; entre ellos, Viaje al fin de la noche, de Louis Ferdinand Céline. Se entiende, pues, que el mundo trucado y maravilloso que presenta la cinta sea una verdadera anticipación del infierno.

Abril y el mundo extraordinario es una ingeniosa cinta de suspenso, con toques humorísticos (a cargo de un simpático y petulante gato que habla), que puede disfrutarse como un entretenimiento para adultos y niños, suponiendo que los primeros deseen ofrecer a los segundos una visión más crítica y realista del mundo que les espera con la amenaza de un fuerte cambio climático. Es también una historia de aventuras, con reptiles humanoides deseosos de controlar el mundo en su búsqueda de un suero mágico capaz de perpetuarles una vida saludable, y con Abril, la joven heroína que habrá de hacerles frente sorteando mil peripecias al lado de un bufonesco inspector de policía, un galán despistado y un muy aguerrido gato. El ritmo de la cinta es trepidante, en contraste con esa extraña capital francesa donde todo parece funcionar en cámara lenta. Un monorriel conecta a París con Berlín en un viaje de 48 horas, saliendo de una estación dentro de una Torre Eiffel que ahora tiene una torre gemela. Es la Metrópolis, de Fritz Lang, animada por una banda de aventureros salida de un Tintin de Hergé, el historietista belga, con toda la atmósfera negra que puede imaginar Jacques Tardi en este formidable salto suyo a la pantalla grande.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. 12 y 17:45 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1