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Nicolás Rodríguez, de 85 años, evoca sus días de baile en la era dorada del recinto de la Guerrero

El Salón Los Ángeles, un sitio imperdible para los que llevan la música por dentro

En los años 50, podías apreciar a Pérez Prado y otros grandes como Benny Moré, recuerda

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La Sonora Matancera en una de sus primeras presentaciones en el Salón Los Ángeles. Canta Bienvenido Granda. Atrás, Weuelfo, en el güiroFoto cortesía del Salón Los Ángeles
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 29 de julio de 2017, p. 8

A sus 85 años, Nicolás Rodríguez evoca sus días de bailarín durante la época dorada del Salón Los Ángeles, los años 50. Entre 1948 y 1962, Nicolás dedicó casi todas las noches a practicar el baile en los salones más concurridos de la época. Pero el legendario recinto ubicado en la colonia Guerrero fue siempre su preferido.

En el Salón Los Ángeles había un ambiente muy sano porque en ese tiempo no se vendía vino, sólo cerveza y refresco. Muy pocos tomaban. Todo era muy ordenado, asegura.

Don Nicolás calcula que llegaban a congregarse hasta 4 o 5 mil personas, sobre todo en fechas como 15 y 16 de septiembre, Navidad y Año Nuevo. El Día de Los Ángeles, el 2 de agosto, entraba tanta gente que no se podía bailar, sólo escuchar la música. En esas ocasiones tocaban ocho o 10 orquestas durante la velada, recuerda.

Como en otros salones de entonces, ahí se llevaban a cabo concursos entre los mejores bailarines de México. El periódico El Fígaro organizaba estas competencias de donde salían campeones del pegajoso ritmo de salsa, del sensual tango, del entonces muy popular mambo o del elegante vals, entre otros. Aunque, a decir de don Nicolás, había géneros como el swing que no se le daban a cualquiera. Lo bailaban sólo los grandes bailarines, que éramos nosotros, aproximadamente 15, y todos nos conocíamos, asegura.

En aquellos famosos concursos de baile, don Nicolás representó al Salón Los Ángeles, tras acuerdo con el señor Miguel Nieto, primer dueño del lugar desde los años 30, a quien recuerda como excelente persona.

“Un día hablé con don Miguel Nieto y le dije que estaba concursando en las competencias que organizaba el periódico El Fígaro. Le dije que si quería que yo representara al Salón Los Ángeles. Me dijo: ‘sí, cómo no, y si necesitas ensayar o fotografías con los medios, no hay problema’”.

Por aquellos años, al recinto llegaron muy talentosos músicos de Cuba. Don Nicolás cuenta que generalmente cada noche tocaban dos orquestas en el salón, una cubana y una nacional o de otra procedencia. Varios grupos mezclaban músicos cubanos con mexicanos. Una agrupación casi de planta durante esos días era el conjunto de Yeyo y Cane.

Llegaban danzoneras, las más importantes orquesta americanas y muchas agrupaciones mexicanas. Se podía bailar al ritmo de la música del multifacético Chucho Rodríguez, de Alejandro Cardona y su orquesta, y del timbalero Acerina junto con su danzonera.

Podías apreciar a Pérez Prado y sus grandes cantantes, como Benny Moré. O estaba también el antillano Arturo Núñez y su orquesta, que deleitaban al público junto con poderosas voces como las de Lalo Montané y Chico Andrade.

Orquestas como la de Luis Alcaraz causaban auténtico furor, poniendo a bailar a todos con célebres piezas como Bonita o Muñequita de Esquire. También dejó su huella la internacionalmente conocida Orquesta de Glenn Miller, que llegó ahí a interpretar sus grandes éxitos de jazz, boogie-woogie y swing como De buen humor o Patrulla americana.

Con un costo de entrada de 1.50 pesos y consolidado como paraíso para el esparcimiento y el goce, el Salón Los Ángeles vivió momentos de verdadero esplendor durante los años 50. Tiempos en que, como comparte don Nicolás, fue un sitio imperdible para quienes llevaban la música por dentro.