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Ver día anteriorSábado 29 de julio de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Banca extranjera: la gran ganadora
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orre un año magnífico para los bancos extranjeros que operan en nuestro país. Durante el primer semestre de 2017, los españoles Santander y Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) registraron crecimientos en sus utilidades de 24 y 26 por ciento respecto del mismo periodo del año pasado, mientras el estadunidense Citibanamex vio un incremento de 50 por ciento en el mismo lapso. Este escenario, por lo demás, dista de ser extraordinario, como muestra la situación de BBVA desde que adquirió Bancomer: las operaciones en México le significan más de 40 por ciento de sus ganancias globales y superan tanto las obtenidas en su matriz como las provenientes de su presencia en Sudamérica.

Contrariamente a lo que sostuvo ayer el director general de Citibanamex, los resultados citados difícilmente pueden explicarse por la actividad económica general, pues las ganancias de las entidades bancarias contrastan con un crecimiento del producto interno bruto (PIB) mexicano que apenas alcanzó 2.3 por ciento en el primer semestre del año, cuya desaceleración es prevista por una mayoría de analistas, y que para colmo no ha podido traducirse en mejoría de las condiciones de vida de la población debido a su concurrencia con una inflación que rebasa 6 por ciento, la más alta en casi una década.

En cambio, hay que buscar las razones de este desempeño excepcional de la banca foránea asentada en el país en las inmejorables facilidades que encuentran en un sistema regulatorio de extrema laxitud, diseñado para garantizar el lucro de las entidades financieras a expensas de los usuarios y del armonioso desarrollo de los factores económicos.

Las comisiones e intereses que dichas instituciones cobran en México por sus servicios –varias veces más altos que los que se les permite aplicar en sus matrices–, la ausencia de un mecanismo efectivo de protección a los usuarios y la igualmente injustificable desproporción entre las tasas ofrecidas a los ahorradores y las exigidas a quienes recurren al crédito, dan cuenta de los márgenes de ganancia de los bancos y, a la vez, de su raquítica contribución al financiamiento requerido por el sector productivo.

Como reflejan las cifras presentadas por los propios bancos, México representa una fuente aparentemente inagotable de ganancias para un sector financiero desconectado de su papel ideal –la mediación entre el ahorro y el crédito– que, en cambio, se ha convertido en una maquinaria de exportación de capitales que muy poco aporta a cambio de las amplísimas ventajas otorgadas. Tal situación es un recordatorio dramático de la urgencia de poner fin a un modelo económico basado en el sacrificio de las mayorías sociales en aras del lucro corporativo.