Mundo
Ver día anteriorJueves 3 de agosto de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

El Kremlin, por ahora, parece que busca evitar una represalia en materia económica

Aún no está claro qué pasos dará Rusia para responder a las sanciones de EU
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 3 de agosto de 2017, p. 23

Moscú.

Una vez que las nuevas sanciones de Estados Unidos contra Rusia entraron en vigor –promulgada la respectiva ley este miércoles por el presidente Donald Trump– se podrá ver hasta qué punto el Kremlin, en respuesta, está dispuesto a afectar los intereses económicos y geopolíticos estadunidenses, aunque lo primero signifique la pérdida de millones de dólares y lo segundo, un mayor distanciamiento al borde de la ruptura.

En contra de lo que pudiera parecer a simple vista, la primera reacción de Rusia a las sanciones de Estados Unidos –la reducción del personal diplomático y técnico hasta un máximo de 455 empleados, el mismo número que los rusos tienen en Estados Unidos, y el embargo de dos propiedades de la embajada en Moscú– no son tan duras y se inscriben en la postergada respuesta a la expulsión de 35 diplomáticos rusos en diciembre anterior.

Porque el presidente Vladimir Putin, en realidad, nunca habló de expulsar a 755 diplomáticos estadunidenses por la sencilla razón –reconocida después por el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov– de que EU carece de tal cantidad de diplomáticos en su embajada en Moscú y sus consulados generales en San Petersburgo, Yekaterimburgo y Vladivostok.

La cancillería rusa endosa al Departamento de Estado la decisión de quién debe dejar de trabajar en Rusia entre los mil 210 empleados (con estatus diplomático y técnico), entre los cuales la mayoría absoluta de las 755 personas que deberán ser despedidos pertenecen a la categoría de personal local y son ciudadanos rusos que, sin acceso a las zonas restringidas de los edificios, se desempeñan como traductores, secretarias, choferes, jardineros, mensajeros, cocineros, empleadas domésticas, etcétera.

La medida rusa –que significará la expulsión de sólo tres o cuatro decenas de estadunidenses con pasaporte diplomático y de servicio, equivalente a los rusos que tuvieron que irse de Washington y Nueva York– hizo recordar a los expertos locales que no es la primera vez que Rusia, ayudada por una mala traducción y las prisas de las agencias por difundir la noticia de la expulsión de 755 diplomáticos, anuncia una medida impactante que resulta más bien tibia.

Además, va a causar problemas sobre todo a los ciudadanos rusos de a pie: perderán el empleo cientos de rusos y el plazo para tramitar las visas estadunidenses puede extenderse de modo excesivo, atribuyéndolo a la falta de personal.

Después del enésimo intercambio de expulsiones de diplomáticos, en 1986 la Unión Soviética redujo el número de funcionarios de la embajada de Estados Unidos a un máximo de 251 y prohibió la contratación de personal local, pero en 1992 se suprimió la aplicación de cuotas en esta materia, cuidando ambas partes que el personal con pasaporte diplomático y de servicio (por lo común, representantes de agencias gubernamentales) no sobrepasara el medio millar y permitiendo que cada cual, de acuerdo con su bolsillo, tuviera el personal local que quisiera.

Foto
El presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que no quiere romper todos los vínculos con Estados Unidos y, a pesar de confiar en que algún día será posible recomponer la relación bilateral, tendrá que verse obligado a autorizar medidas más contundentes que las ya adoptadas, conforme las sanciones afecten los intereses rusos de manera cada vez más ostensibleFoto Ap

Convertidas las sanciones en ley, lo que plantea una perspectiva de prolongada hostilidad contra Rusia, en la cual las restricciones podrían mantenerse si ello sirve a los intereses económicos de Estados Unidos aun en caso de poder demostrar que ya no existen las causas –pretextos todos, según el Kremlin– que los legisladores usaron para incluir a Rusia en una suerte de nuevo eje del mal, no es claro qué pasos dará Moscú para responder el acoso de Washington.

Algunas eventuales medidas de carácter económico pueden causar contratiempos a Estados Unidos –la cooperación en materia del espacio, el retiro de los 110 mil millones de dólares invertidos en papeles gubernamentales estadunidenses, el suministro de uranio que utilizan 20 por ciento de las centrales nucleares estadunidenses, la venta de titanio que satisface 35 por ciento de las necesidades de la corporación Boeing, la exportación de aluminio, entre otras–, pero también es cierto que Rusia dejaría de recibir sumas considerables.

El Kremlin, por ahora, parece querer evitar las respuestas económicas convencido de que tiene un aliado –el mundo empresarial estadunidense– interesado en hacer negocios con Rusia, en primer término en el terreno del petróleo, gas natural y otras materias primas, y apuesta a que la Unión Europea opte por defender sus intereses y no secunde a Estados Unidos.

En el ámbito político, Rusia puede incrementar la producción de armamento que no entra en las prohibiciones del tratado de misiles de alcance corto y medio; vender armas a Irán, Corea del Norte y otros países enfrentados con Estados Unidos; apoyar a los adversarios de Washington en conflictos como el de Siria, Medio Oriente o Afganistán; aumentar su respaldo militar a los separatistas de Ucrania, por mencionar tan sólo algunas de las posibilidades que más mencionan la prensa y los expertos rusos.

Desilusionado con Trump, Putin declaró que no quiere romper todos los vínculos con Estados Unidos y, a pesar de confiar en que algún día será posible recomponer la relación bilateral, tendrá que verse obligado a autorizar medidas más contundentes que las ya adoptadas, conforme las sanciones afecten los intereses rusos de manera cada vez más ostensible.

En primer lugar, se acabaron las esperanzas de mejoría de la relación bilateral; en segundo, Estados Unidos nos declaró una guerra comercial abierta, y por último, la administración Trump demostró una impotencia completa al ceder, de forma tan humillante, al Congreso, las facultades del Ejecutivo, comentó así esta noche, a través de su cuenta en Facebook, la promulgación de la ley el primer ministro de Rusia, Dimitri Medvediev, quien cree que las sanciones durarán decenios.