El ucranio Vasyl Lomachenko parece invencible. Golpea veloz, se mueve con habilidad, lastima a sus oponentes y hace alardes técnicos que rayan cada vez más en la fanfarronería. El sábado, en la defensa de su título superpluma de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) ante el colombiano Miguel Marriaga, en Los Ángeles, dio una exhibición de lo mejor de su repertorio, habilidad y precisión, velocidad y potencia, insolencia y altanería, para vencer por nocaut técnico.

Lomachenko es un peligro, reconoce sin concesiones el mexicano Orlando Salido, el único que ha propinado una derrota a la sensación ucrania. Si lo dejas hacer te ridiculiza, por eso nadie quiere enfrentarlo.

Salido venció a Lomachenko cuando éste hacía su segunda pelea profesional, pero ya por el título vacante pluma de la OMB, respaldado por una robusta carrera como amateur. Siri lo derrotó y sabe que existe quien piensa que al ucranio le hacía falta experiencia en el boxeo de paga.

Lomachenko ha cambiado, no hay duda, reconoce; ha crecido en todos los aspectos, no deja de hacerlo, encima es cada vez más hábil, pero yo no he dejado de mostrar mi disposición a enfrentarlo.

Cada tanto se abre un umbral de especulaciones y negociación para volver a enfrentarse, pero no han prosperado debido a que –cuenta Siri– las ofertas que le han llegado son muy pobres.

Desde que peleé con él gané poco, toda mi carrera he peleado por bolsas mediocres, pero eso ya se acabó, desafía; si quiere pelear conmigo, tendrán que pagar lo justo. Tiene dos opciones, o paga y trata de quitarse esa espina de la única derrota que tiene, o se queda con la mancha que le dejé; no hay más.

En lo que llega la oportunidad, si es que llega –admite–, Siri se recupera de la lesión que tuvo en una mano tras pelear en mayo. Mientras conduce su auto en servicio de Uber en Phoenix, una terapia para despejar la cabeza y que reconoce le sirve también para hacer frente a algunos gastos del día a día.