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El teatro Anu de Berlín monta una coreografía de Las metamorfosis

Hace 2 mil años murió Ovidio, emisor de la mitología antigua

Su obra es actual, con todo su espectro de pasiones, afirma la codirectora del recinto

Fue el máximo exponente de la expulsión, opina filólogo

Foto
Imágenes de algunos momentos de El sueño de Ovidio, tomadas de la página del teatro Anu
 
Periódico La Jornada
Jueves 10 de agosto de 2017, p. 5

Berlín.

El poeta romano Ovidio, a quien la literatura le debe posiblemente la pareja de enamorados más famosa del mundo y el conocimiento de los mitos de la antigüedad, está de aniversario este 2017.

El teatro Anu de Berlín aprovecha que se cumplen 2 mil años de su muerte para poner en escena El sueño de Ovidio, adaptación coreográfica de los mitos de una de sus obras más famosas, Las metamorfosis. Pero además de ello, en opinión de Bille Behr, quien comparte con su marido la dirección del teatro, el principal motivo es que Ovidio sigue siendo actual, con todo su espectro de pasiones humanas.

Estamos atrapados en cuerpos, subraya.

El club de Vespas de Sulmona, pequeña localidad a unas dos horas al este de Roma, donde nació Ovidio, acaba de editar un calendario en homenaje a su hijo más famoso. Lleva fotos de una estatua del poeta desde todos los ángulos, tan variados como la obra del autor nacido allí, el 20 de marzo del año 43 antes de Cristo.

Ya siendo joven, Publius Ovidius Naso tuvo sus primeros éxitos con sus escritos sobre el amor, sobre todo Arte de amar. Pero se hizo famoso con Las metamorfosis, su gran obra mitológica. Con base en episodios sobre dioses y seres humanos que llevan aparejada una metamorfosis corporal, Ovidio cuenta la historia del mundo desde la Creación hasta su tiempo, bajo el gobierno del emperador Augusto. Gran parte del conocimiento sobre la antigua mitología se debe a Ovidio, señala el profesor de filología latina Ulrich Schmitzer.

Muchos de los mitos ya formaban parte de la cultura greco-latina, pero algunos sólo han sido transmitidos por Ovidio. Por ejemplo, el de Filemón y Baucis, el matrimonio ya mayor que da cobijo a Zeus y es recompensado siendo convertido en dos árboles que permanecen unidos tras su muerte. O los amantes Píramo y Tisbe, que no pueden estar juntos (y que más tarde se harían mucho más famosos como Romeo y Julieta). Antes de Ovidio, estos mitos no estaban registrados, señala Schmitzer, y añade su opinión personal: Fue él quien los inventó.

Junto a ellos hay otros episodios que no eran muy conocidos y que el romano hizo populares, como las figuras de Narciso, de Hermafrodita y sus dos sexos o la de Orfeo llorando a Eurídice. Los mitos griegos en los que los grandes héroes vuelven a casa ya no están presentes con Ovidio, dice Behr. En él la metamorfosis sólo tiene que ver con los seres humanos.

La última fase creativa de Ovidio también es muy importante en su obra. En el año 8 dC fue obligado a exiliarse en Tomi, junto al mar Negro (hoy Constanza, en Rumania). Como motivos, él mismo nombra dos, carmen et error (un poema y un error). Al parecer, al estricto y conservador Augusto no le gustó Arte de amar, y sobre el error, el poeta afirma no poder hablar, algo que ha dado pie a todo tipo de teorías.

El exilio es hasta cierto punto una suerte, opina Schmitzer. Con una escritura completamente distinta, Ovidio ofrece una visión de sí mismo hasta entonces desconocida. Pero, ¿cuán ciertas son estas informaciones? Son confiables en tanto no ganaba nada ante sus lectores en Roma diciendo falsedades, opina el filólogo. ¿Por qué debería escribir que se había casado tres veces si todo el mundo sabía que habían sido siete? Para otros autores que sufrirían el exilio posteriormente, las cartas elegíacas de Tristia, en las que lamenta su destino, serían de enorme importancia. Ya sea para Alexander Pushkin o Bertolt Brecht, Ovidio será el máximo exponente de la expulsión y la desesperación.

Cuando uno se lo da a leer, por ejemplo, a intelectuales turcos que se han exiliado en Europa por el presidente (Recep Tayyip) Erdogan, se sienten totalmente identificados, subraya Schmitzer.

Incluso a mil 300 kilómetros de distancia de Roma, el poeta siguió bien informado de lo que ocurría. Hasta el año 17 dC menciona sucesos de la capital, y después ya no hay rastros, por lo que los estudiosos creen que murió, aunque se desconocen las circunstancias de su deceso. Quizá sea eso lo que sigue resultando fascinante en él y su obra 2 mil años después: el misterio que los rodea.