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La callada música de los vidriados lusitanos
 
Periódico La Jornada
Viernes 11 de agosto de 2017, p. 5

En una de sus obras maestras, La frontera, el escritor Pascal Quignard acrisola el misterio de los azulejos, ese patrimonio característico de Portugal.

Los azulejos de Portugal, esas vítreas albercas aquietadas en misteriosas sombras azules, encierran historias muy musicales y al mismo tiempo muy silenciosas.

El arte del silencio. El silencio del arte.

Mediante el silencio, Pascal Quignard narra en su hermoso libro La frontera una historia preñada de pasión, donde corre la sangre junto con la adrenalina y todos los humores humanos. Los efluvios de las emociones.

En el palacio de Fronteira, cerca de Lisboa, el marqués de Mascarenhas mandó plasmar en bellos azulejos una historia que está condenada al silencio, pero que se expresa mediante el arte. El silencio del arte. El arte del silencio.

Y en efecto, Mascarenhas no volvió a pronunciar palabra. Simplemente la historia quedó para siempre en esos azulejos que la contarían eternamente en sus mudas sombras azules.

Y es que, apunta la experta en Quignard, Ascensión Cuesta,: un caballero noble sólo puede romper la palabra de honor a través del arte.

Foto
Azulejo del Palacio de Fronteira, Gasnat, que ilustra la portada del libro La frontera, de Pascal Quignard, publicado por la editorial madrileña Funambulista

Escribe Pascal Quignard:

El marqués de Fronteira cumplió con esa voluntad. Ni una palabra salió de su boca. Mandó llamar a unos artesanos a los que encargó unos azulejos de cerámica pintados. En silencio, les dio algunos dibujos realizados por él sobre papel de Indias. En silencio, los artesanos los ampliaron y los metieron en el horno. Los llevaron hasta las paredes y allí los fueron colocando. El conde no decía nada. Una vez acabada su nueva morada, dio recepciones como era su costumbre. Los dibujos de porcelana estremecieron a todos.

Quedó plasmada en esos azulejos, entonces, una mezcla muy shakespereana de belleza, deseo, amor, ternura, pasión, sueños, sexualidad y crueldad. Desnuda así Pascal Quignard al ser primario e instintivo anterior al lenguaje y lo hace mediante la música de las palabras.

El silencio estruendoso de las palabras.